OPINIÓN

"Lo que diga el Goyo"

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
4 de abril de 2020

En un nuevo audio que revela esta columna se escucha a María Claudia Daza, la exasesora de la UTL del expresidente Uribe, hablando con un personaje que hasta ahora ha pasado de agache en este escándalo de la Ñeñepolítica.

Su interlocutor es Goyo Hernández, el hermano mayor del Ñeñe Hernández, un nombre que hasta ahora no ha sido mencionado pero que, según este audio, podría haber sido una ficha clave en la estructura que se montó en el Cesar y La Guajira con el presunto propósito de comprar votos en favor de la candidatura de Iván Duque.  

De entrada sorprende la familiaridad que tiene el Goyo y la Daza con nombres seriamente cuestionados, algunos de los cuales tienen incluso vínculos con la mafia.

Goyo le recomienda a María Claudia contactar a Tina Soto en Barrancas, una representante a la Cámara por el Partido Conservador, prima de Marcos Figueroa. María Claudia Daza habla de que en Uribia tiene a Rosa Valdeblánquez, que es hija de un capo del narcotráfico.

El otro nombre que es mencionado en el audio es el de Lucas Gnecco, el exgobernador del Cesar que sigue siendo un importante bastión electoral en ese departamento y en La Guajira, pese a que fue condenado a 24 años de prisión por corrupción durante su administración y a que, según el diario El Pilón, Gnecco Cerchar y Hernando González fueron implicados desde 2015 por el paramilitar alias Henry en el asesinato del periodista Guzmán Quintero, jefe de redacción de este medio.

En al audio, María Claudia Daza le informa a Goyo la buena noticia de que ella logró que el expresidente Uribe hablara con Lucas Gnecco

–lo mismo habría hecho “Iván”– y que este había dicho que estaba jugando con ellos.

A lo largo de la conversación, es claro que el papel de Goyo Hernández en ese andamiaje electoral fue clave, porque además de ser el encargado de la publicidad, era el que presuntamente la pagaba:

“Le dije a Luquitas que la publicidad eras tú, te llamaron?”, le dice María Claudia a Goyo.

“Sí”, le responde, “él habló conmigo y le mandé a autorizar todo lo que él quisiera. Mandó a hacer un camión con Silvestre y con Lalo” (el hijo de Lucas Gnecco que es concejal de Valledupar).

“(…) Todo lo voy a pagar yo”…, le aclara Goyo a María Claudia Daza.

Más adelante ella le cuenta a Goyo que “Iván” va a ir a La Guajira y que necesita publicidad porque no tienen ni gorras ni afiches. Goyo le responde que le va a meter dos vallas en San Juan, que va a hacer varias pegatones y que una de ellas va a ser de 350 carros.

Una pegatón es forrar un pueblo de afiches, y para ello se requiere logística, carros, combustible, casas de apoyo, alimentación, pago a la gente, tal y como lo dijo Aída Merlano en su declaración. El Centro Democrático asegura que nunca promovió pegatones y que si se hicieron fue a sus espaldas.

Lo cierto es que una fuente de la campaña me confirmó que esos pegatones se llevaron a cabo para la segunda vuelta electoral en favor de Duque en los 15 municipios de La Guajira y en varios del Cesar.

Lo cual demuestra que Goyo Hernández parecía más un jefe de campaña que una oveja descarriada que actuó por su cuenta y riesgo, que es como hasta ahora el presidente Duque ha querido presentar a la familia Hernández.

El director de la campaña de Duque, Luigi Echeverri, ha dicho que María Claudia Daza no participó en nada, pero en el audio es claro que ella manejaba a su antojo la agenda de “Iván” y la del expresidente Uribe, por lo menos en el Cesar y en La Guajira.

“Es mejor que a Albania y a Maicao vaya Uribe y no Duque porque Uribia es el 40 por ciento de los electores de La Guajira”, dice con toda propiedad María Claudia en al audio.

Quién era en realidad Goyo Hernández en la campaña de Duque lo demuestra el episodio de la valla gigante que puso en la plaza de Valledupar, días después de que Duque ganara la consulta.

Este episodio se trae a colación en el audio porque Goyo le dice a María Claudia que en Riohacha hay gente que les puede ayudar con la publicidad, y menciona a Manuelito –posiblemente Manuelito Salas, quien aparece en Los jinetes de la cocaína como uno de los capos del narcotráfico en la época marimbera–. Goyo, algo molesto, le cuenta a María Claudia que ellos quieren poner un letrero, pero que para eso había que pedir autorización a Bogotá.

“Es que contigo fue una excepción”, responde ella. Y refiriéndose a la valla de Valledupar, le dice: “Eso de la valla tuya, Luigi lloró de la ira, pero Iván dio la orden. Lo que diga Goyo Hernández se permite. ¡Óyeme bien!: lo tuyo fue un caso excepcional, porque eres tú (…)”.

“Me hacen un desaire y me vale huevo Iván Duque, porque soy hijo de Aristides Hernández”, le responde Goyo con cierta suficiencia.

“Yo sé”, le replica María Claudia, “independientemente de que seas o no, allá hay una amistad sincera (…)”.  

La Silla Vacía asegura que la valla duró puesta una semana, y que finalmente fue retirada por su hermano el Ñeñe Hernández.

Es cierto, en este audio no se habla de compra de votos, pero nadie paga publicidad, hace pegatones ni paga vallas moviendo a gente para rezarle a la virgen de Chiquinquirá. Lo que es evidente es que todo este andamiaje no iba dirigido a la compra de caramelos. Que no nos crean pendejos.  

El gerente de la campaña de Duque y el propio presidente han dicho que ellos no pueden ser responsables por lo que hagan personas por fuera de la campaña, dando a entender que si hubo compra de votos, fue a sus espaldas. Sin embargo, este audio sugiere que Goyo Hernández y su hermano tenían un trato especial por su cercanía con el presidente.    

Lo grave es que la Fiscalía, en lugar de llamar a declarar a María Claudia Daza o a Goyo Hernández, está es investigando a los agentes de la Dijín que grabaron los audios. 

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