Los cabezazos de Zidane

Rodrigo Uprimny, Director de DeJuSticia y profesor de la Universidad Nacional, comenta sobre las implicaciones de los distintos “cabezazos” de Zidane en su elección como mejor futbolista del mundial.

Semana
15 de julio de 2006

El otorgamiento del Balón de Oro por la FIFA a Zidane como mejor jugador del mundial ha generado una fuerte polémica. Y el debate parece justificado, pues si por alguno de sus “cabezazos”, Zidane merecía claramente el premio, su último y desafortunado cabezazo contra el defensa italiano Materazzi parece descalificarlo.

El primer cabezazo de Zidane fue su genialidad durante todo el torneo, y en especial desde el partido contra España, en donde, como dicen los comentaristas, se echó al equipo francés al hombro y lo hizo avanzar decisivamente, con jugadas maravillosas, hasta la final. Fue entonces el jugador integral, que combinó magistralmente la habilidad de sus fintas, la precisión e inteligencia de sus pases, con una elegancia sin par.

Su segundo cabezazo, ya en el tiempo suplementario de la final, lo puso al borde de la gloria total, cuando casi marca, con un espectacular frentazo, el gol decisivo a favor de Francia. Pero Buffón, el arquero italiano, y tal vez el mejor portero del mundial, evitó impecablemente el tanto. ¿Una pequeña burla del Bufón frente al Rey?

Para quienes tenemos nostalgias del Mundial del 70, esa atajada de Buffón no puede dejar de evocar la forma espectacular como el arquero inglés Gordon Banks evitó también un gol de cabeza de Pelé, que ya todo el estadio cantaba. En ambos casos, el mejor portero del mundo evitaba un decisivo gol de cabeza del mejor jugador del mundo.

En ese momento, era evidente que Zidane era el mejor futbolista del mundial. Y para muchos de nosotros, que lo admiramos no sólo como futbolista sino como personaje público, era además una consagración merecida y grata. Pues Zidane no sólo ha sido un gran futbolista sino que, además, ha asumido importantes posiciones públicas en contra del racismo.

Hace algunos años, Jean Marie Le Pen, el líder de la extrema derecha en Francia, y quien defiende posiciones xenófobas, criticó la integración de la selección francesa, por ser muy oscura de piel y llena de inmigrantes. Zidane, quien es de origen argelino, no sólo defendió el carácter multicultural de la selección francesa sino que llamó públicamente a votar contra Le Pen en las elecciones presidenciales de 2002.

Estos goles espectaculares contra la intolerancia y a favor de una sociedad que respete las diferencias representan el tercer “cabezazo” de Zidane. Y es un rasgo que lo hace más grande que otros como Pelé, quien a pesar de ser negro y de orígenes humildes, no parece haberse pronunciado mucho contra el racismo ni contra las injusticias de este mundo. En cambio, Zidane y otros miembros del seleccionado francés, como Henry o Desailly, se han expresado abiertamente en contra la discriminación y a favor de una Francia multiétnica y multicultural.

Puede ser entonces que Pelé jugara mejor que Zidane; pero vistas las cosas integralmente – tomando en cuenta al jugador, a la persona, y al ciudadano - tengo más admiración y simpatía por Zidane.

En desarrollo de esa actitud, después de la victoria de Francia ante Portugal, el 7 de julio, Zidane leyó un hermoso mensaje en donde oponía el fútbol al racismo. Es imposible, decía Zidane, amar el fútbol y ser racista o xenófobo, pues los “los valores del fútbol son exactamente opuestos al racismo. Porque el racismo promueve la exclusión y el odio, El fútbol, por el contrario, reúne a la personas a compartir un goce común”. Y hablando del Mundial, concluía: “Cada cuatro años, experimentamos un tiempo único en donde las personas nos congregamos a compartir y celebrar. Los racistas no están invitados”.

Es obvio que hay algo de ingenuidad en esta exaltación del fútbol, cuando uno conoce los desbordes de los hooligans y de otras barras bravas. Pero no deja de ser un llamado hermoso a poner el deporte a favor de una ciudadanía incluyente.

Por todo lo anterior duele tanto el último e inaceptable cabezazo de Zidane contra Materazzi. Es claro que el defensa italiano, quien nunca se ha caracterizado por ser exactamente un caballero en la cancha ni un amante del juego limpio, debió haber agredido verbalmente a Zidane. Es probable que incluso hubiera recurrido a insultos racistas, como lo han afirmado los expertos en leer labios, lo cual debió enfurecer aún más a Zidane. Pero nada de eso justifica la reacción de Zidane, quien en ese momento, como dicen algunos, borró con la cabeza lo que había hecho con los pies durante todo el torneo.

¿Debió entonces la FIFA darle el balón de oro a Zidane? Es posible que la pregunta sea irrelevante y que en el otorgamiento del premio no se haya tenido en cuenta el cabezazo contra Materazzi por simple mecánica operativa; la votación la hicieron 700 periodistas durante todo el día de la Final, por lo que muchos pudieron haber depositado su voto antes del incidente.

Pero de todos modos el mensaje del premio es equívoco, ya que parece decir que a las superestrellas se les disculpan comportamientos antideportivos, lo cual va incluso contra las propias palabras de Zidane en defensa de la fiesta del fútbol y de su función civilizadora.

Con eso no niego que gran parte de la culpa recae en Materazzi. Por eso, en beneficio del fútbol limpio, la FIFA nos debe una investigación de lo que ocurrió y del alcance de la agresión de Materazzi, quien debería ser sancionado, en caso de ser encontrado responsable, pues no es posible que los grandes genios, como Zidane, queden a merced de las agresiones de otros menos talentosos.

Tampoco niego que en ese contexto, la reacción de Zidane puede ser humanamente comprensible. Esa explosión de cólera puede incluso despertar simpatías, pues muestra que Zidane es un hombre y no un dios. La rabia y la indignación tienen además cierta nobleza cuando están justificadas. Pero las estrellas del deporte ejercen liderazgos indudables y por eso tienen responsabilidades especiales; deben entonces controlar sus cóleras. Y en todo caso, la violencia física no parece ser la respuesta apropiada a la agresión verbal.

Por todo ello, aunque creo que el cabezazo contra Materazzi descalificaba a Zidane para recibir el balón de oro, muchos de nosotros lo recordaremos como uno de los mejores y más completos jugadores de estos últimos años. Y como un ciudadano del mundo a favor de la democracia.




“DeJuSticia” –antes DJS- es el centro de estudios de Derecho, Justicia y Sociedad, que fue creado en 2003 por un grupo de profesores universitarios, con el fin de contribuir a debates sobre el derecho, las instituciones y las políticas públicas, con base en estudios rigurosos que promuevan la formación de una ciudadanía sin exclusiones y la vigencia de la democracia, el Estado social de derecho y los derechos humanos. Mayor información en www.dejusticia.org



Noticias Destacadas