OPINIÓN

¿Los colombianos somos honestos?

Una nueva visión de la honestidad en nuestro país. El 88 por ciento se considera más honesto que los demás. Los seres humanos tendemos a la deshonestidad por igual. Solo 0,05 por ciento serían grandes tramposos, el 70 por ciento lo serían en pequeña proporción. Homeostasis sociocultural. La acción deshonesta obedece a sentimientos de malestar. Sin emociones no somos nada. Hacer lo correcto depende del contexto y de lo eficiente del sistema. La inquisición generó 14 migraciones de España y movimientos anarquistas. La deshonestidad es una reacción que busca compensar un malestar.

Juan Manuel Charry Urueña, Juan Manuel Charry Urueña
15 de enero de 2019

El libro Los colombianos somos (des)honestos de Juan Manuel Tafurt, ofrece una nueva visión de la honestidad en nuestro país, sus conclusiones dejarían sin piso las campañas anticorrupción y nos invitan a reconocer a los demás y tratarlos con respeto, como la fórmula más efectiva para mejorar nuestra convivencia. A continuación, algunas de las cosas que dice el libro.

El 88 por ciento de los colombianos piensan que son más honestos que sus conciudadanos, sin embargo, no pensamos de forma muy diferente a los alemanes, chinos, estadounidenses o portugueses. Los países varían en la deshonestidad de acuerdo con  el dominio o campo, de la misma forma que las tendencias individuales.

Lo cierto es que los seres humanos, no los colombianos, tendemos a la deshonestidad, por igual. Se calcula que las personas mentimos una o dos veces al día. Solo el 0,05 por ciento serían grandes tramposos, mientras que el 70 por ciento lo serían en pequeña proporción. No actuamos guiados, principalmente, por la racionalidad y el egoísmo sino por las emociones que nos dicen el estado de satisfacción de las necesidades, al final nos gobierna la biología, y cada persona tiene su balance moral propio.

Los animales también engañan, lo hacen de distintas maneras, se mimetizan para aparentar ser otro, se camuflan para ocultarse, fingen estar muertos, se ocultan, amenazan para mostrar más fuerza, y hasta engañan tácticamente. Se trata de un conjunto de procesos coordinados para sobrevivir y procrear: homeostasis. Ahora bien, en palabras de Víctor Hugo “los animales viven y el hombre existe” pues para los seres humanos ha sido mucho más complejo, convivimos en la cultura, la civilización, la política, la economía, la religión, todas exigen procesos más especializados de sobrevivencia, procreación y sentido de existencia: homeostasis sociocultural.

Así las cosas, se concluiría que la causa de la acción deshonesta es la misma de todo comportamiento: la percepción subjetiva de malestar o de riesgo y amenazas existentes y sobrevinientes. Aunque habrían distintos medios para satisfacer la necesidad, las emociones podrían hacer que se aferre a una sola alternativa, perdiendo la perspectiva de las otras y perdiendo oportunidades. “No se puede entender la agresión sin entender el miedo”.

Las emociones nos sirven para entender qué tan cerca estamos del bienestar. Son el motor de nuestras actuaciones, están preprogramadas y aparecen de forma automática e incontrolable. Cuando surge la emoción, el universo de acciones se restringe, pero también da sentido a la existencia. ¡Sin emociones no somos nada!

Ahora bien, hacer lo correcto depende del contexto, el respeto a las normas opera cuando el sistema es eficiente. Así, la deshonestidad, en muchas circunstancias es una reacción, es una forma de compensación. Por ello es habitual que el fenómeno de sentirse víctima sea la apertura para justificar las acciones deshonestas. Cuando hay respeto no se quiere compensar ni tomar retaliación. El reconocimiento de nuestra existencia es el oxígeno del alma.

La inquisición española duró desde 1478 a 1834, fue la policía moral de lo correcto, causó la huida de muchos de los encausados, por eso tuvieron lugar 14 grandes migraciones desde 1492, y más tarde ocasionó el “anarquismo español”. Un número significativo de personas que llegaron a Hispanoamérica estaban huyendo de la humillación, de la persecución y de la falta de oportunidades.

En síntesis, la deshonestidad es casi siempre una reacción que busca compensar un malestar consciente o inconsciente.

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