Alejandro Cheyne, Rector Universidad del Rosario

OPINIÓN

Los jóvenes han convertido el NO en una Nueva Oportunidad

Las competencias se forman a lo largo de la vida sin que exista una predeterminación para cada joven.

24 de febrero de 2021

Las dificultades de una enseñanza por acceso remoto son evidentes y se deben a la interrupción de la presencialidad sin previo aviso desde marzo de 2020, al acceso y la apropiación tecnológica desigual, los ajustes permanentes en los calendarios académicos, el cambio brusco en la interacción entre el docente y los estudiantes, entre otros factores. Lo anterior ha generado una pérdida en el proceso de aprendizaje que seguramente se reflejará en los próximos años y que los proyectos pedagógicos tradicionales, rígidos e inflexibles, no necesariamente han logrado asimilar. El retorno a la “normalidad”, sin duda, será progresivo y su velocidad dependerá en gran medida de la confianza que podamos tener todos los actores para tener en cuenta las medidas de bioseguridad, la evolución en los contagios y el avance en la tan esperada vacunación para todos los colombianos. Luego, la pregunta que se hacen los pedagogos es: ¿En cuáles competencias (genéricas, específicas y nucleares) se debería hacer énfasis para acompañar a los jóvenes en este desafío de la educación híbrida con una convergencia de la virtualidad con la presencialidad?

No existe un acuerdo en pedagogía sobre la mejor definición de una competencia, en mi caso no he encontrado una descripción más adecuada que la expresada en el proyecto Tuning América Latina 2007, que se refiere a competencia como “las capacidades que todo ser humano necesita para resolver, de manera eficaz y autónoma, las situaciones de la vida”. Las competencias se forman a lo largo de la vida sin que exista una predeterminación para cada joven. De hecho, cada estudiante, de acuerdo con sus condiciones particulares, las puede desarrollar aprendiendo de todas las personas, es decir, de sus profesores, compañeros de clase, amigos, familia, entre otros. Esto lo puede hacer en todo momento, durante los 365 días del año y en todo lugar, es decir, dentro y fuera del salón de clases. Por tanto, estas competencias son visibles en el comportamiento y desempeño de cada uno de nosotros, y nos permite establecer una evaluación para avanzar en el cierre de brechas de los jóvenes.

Es importante reconocer cómo los jóvenes universitarios, de manera autónoma, han desarrollado durante el último año un conjunto de competencias para enfrentar el desafío. Mucho se ha escrito sobre el uso y la apropiación de la tecnología como competencia indiscutible durante la pandemia, sin embargo, el proceso de enseñanza aprendizaje requiere de las siguientes competencias que serían de gran beneficio para los jóvenes. Estas, si bien eran consideradas importantes antes, durante la covid se han convertido en un requisito indispensable para continuar con el proceso de formación de su proyecto de vida.

Capacidad de concentración

Centrar la atención en el proceso de enseñanza de aprendizaje por acceso remoto, es un desafío en medio de tantos distractores propios de la misma tecnología, como las redes sociales, correos electrónicos, entre muchos otros. Pero, tal vez lo más complejo es preguntarnos cómo evitar una infoxicación generada por un exceso de información que llega por medios digitales sin que exista la capacidad real de análisis. Adicionalmente, los jóvenes no cuentan necesariamente con espacios en sus viviendas adecuados para el aprendizaje con: la iluminación adecuada, mobiliario ergonómico, ventilación, y –tal vez los más retador– el silencio y la tranquilidad necesaria para su concentración, hasta el punto en que su cama se ha convertido en su mejor escenario de estudio. Sabemos que la concentración de un joven en una clase presencial es por corto tiempo, y lograrlo por acceso remoto es aún más complejo, razón por la cual se recomiendan estrategias pedagógicas como el deporte, las lecturas programadas, las herramientas tecnológicas para bloquear distractores, la planeación del uso del tiempo con descansos programados que facilitan la asimilación gradual, y llevando a una posterior intensificación de la concentración.

Aprendizaje en equipo

El acceso remoto demostró, una vez más, la necesidad de tener un proceso de aprendizaje en colaboración con sus pares y no caer en la tentación de creer que el acto educativo individual, solitario y autosuficiente, tiene mayores resultados. ¿Cuáles serían las condiciones necesarias para que estos equipos de aprendizaje puedan tener un alto rendimiento sin la posibilidad de encontrarse en el aula tradicional? Los jóvenes son conscientes de las ventajas de una interdependencia, un buen ejemplo de esto es la interacción con sus compañeros en el uso tecnológico mediante los videojuegos con multijugador. Sin embargo, el aprendizaje en equipo se requiere desarrollar con acompañamiento psicopedagógico, la confianza entre los estudiantes, sentido de pertenencia al grupo, su capacidad para lograr como equipo pequeñas victorias tempranas y, muy especialmente, poder reconocer que se puede aprender del otro (comprendiendo que, aunque son pares con sus compañeros, la diferencia en talentos y visiones de la realidad permite enriquecer el aprendizaje), sin olvidar estrategias pedagógicas para que su comunicación por acceso remoto les permita sentirse cómodos en su relacionamiento con sus compañeros y así puedan lograr nuevas alternativas de conexión con su propio lenguaje de jóvenes.

Manejo de crisis

El desafío de la covid ha generado momentos de presión para los jóvenes durante casi un año, desde la misma convivencia diaria con su familia, el cumplimiento del aislamiento preventivo obligatorio, la soledad en el aprendizaje y los cambios de rutinas, hasta el deterioro económico en sus hogares. La respuesta valiente de los jóvenes a sus aspiraciones insatisfechas ha sido la de adaptarse y buscar soluciones casi de manera inmediata a sus problemas, expresando emociones como la tristeza (llorar en silencio) y la alegría a través de la música y redes sociales (un buen ejemplo de esto ha sido su creatividad con redes como TikTok). Siempre se les pidió a los jóvenes una capacidad para romper las reglas y el statu quo, y ahora con la covid se rompieron tantos paradigmas que se ha convertido en una oportunidad extraordinaria para el cambio que los jóvenes tanto han demandado. La respuesta pedagógica no puede ser otra que la de acompañarlos y comprender qué quieren, qué piensan y qué sienten, y así lograr una nueva conexión con los jóvenes quienes, no necesariamente tienen un manual de crisis preparado ni cuentan con un mapa de riesgos sistematizado. La visión y fuerza propia de los jóvenes les ha permitido ver las crisis como parte de su vida diaria, por tanto, podríamos decir que para ellos el verdadero significado de un NO es una Nueva Oportunidad.

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