OPINIÓN

Lucha contra las drogas, problema de todos

En este tiempo, cuando el presidente Santos no tiene nada que perder podría dar el zarpazo final. Puede con el prestigio internacional que lo favorece propiciar la imposición regional de la legalización de las drogas.

Germán Calderón España, Germán Calderón España
12 de diciembre de 2017

Un hecho que se volvió notorio en el interior del país y a nivel internacional es el fracaso de la política de sustitución de cultivos que contrasta con la asidua incautación de cargamentos de 12 y más toneladas de cocaína en Europa, nimia cifra para lo que representan 250.000 hectáreas de cultivos ilícitos.

Cuando los medios anuncian que una incautación tiene un valor de 500 millones de dólares, matan la sustitución porque los campesinos prefieren cultivar coca que plátano, maíz u otro producto agrícola.

El valor del kilo en Colombia antes de exportación es de 1.500 dólares, pero cuando llega a Nueva York o Miami asciende a 10 y hasta 20 veces más. A los campesinos colombianos les ofrecen centavos por la sustitución convirtiéndola en una lucha inocua mientras se siga pensando en medidas superfluas como la compra de la cosecha ilegal así sea en forma transitoria o con subsidios y apoyo para la implantación de otros productos. Se debe enfocar hacia otra dirección.

El expresidente Samper desde cuando estaba en la Anif propuso legalizar la marihuana porque la guerra estaba perdida. Si el mundo hubiera reaccionado, o por lo menos, la región centro y suramericana, tendríamos adelantado el debate de la legalización.

El expresidente Gaviria algún día se acercó tímidamente al tema.

En este tiempo, cuando el presidente Santos no tiene nada que perder podría dar el zarpazo final. Puede con el prestigio internacional que lo favorece propiciar la imposición regional de la legalización de las drogas.

Sus aliados serían los mismos con los que contó para sacar adelante el proceso de paz: las Naciones Unidas, la comunidad europea, las organizaciones económicas que dirigen la política universal en esta materia, los gobiernos de los países centroamericanos como México y Guatemala, y el concierto de aliados del cono sur como Perú, Chile y Argentina que están siendo golpeados por este flagelo.

Se debe establecer una política de Estado Norte-Sur aprovechando que México y Colombia, las dos cabezas del eje del problema de la droga, eligen presidente el próximo año. Esa Política tiene que estar acompañada de los gremios productivos como la Cámara de Comercio y todos los medios de comunicación.

Los candidatos presidenciales deben comprometerse con esa problemática confrontándola como un tema de país.

Así, con la legalización baja el precio interno y externo acabando con negocios que se sostendrán por mucho tiempo, como el de las Farc y otros grupos ilegales.

Paralelamente en nuestro derecho interno se debe auspiciar una reforma educativa consciente que es la herramienta de persuasión en la formación de las nuevas generaciones para que rechacen las drogas y se inclinen por las actividades alternativas que servirán para modelar mejores seres humanos.

¡No al consumo de droga, sí a la legalización! Un precio irrisorio, aleja los jíbaros del negocio.

(*) Gutiérrez Morad & Calderón España. Constitucionalistas.

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