OPINIÓN

Manual para perder San Andrés y Providencia

Si el presidente Santos no quiere pasar a la historia como el segundo Marroquín todavía tiene tiempo de dar un timonazo radical.

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
10 de agosto de 2013

1. La defensa que hizo el Estado colombiano durante los gobiernos de Pastrana, Uribe y Santos ante La Haya nunca contó con la posición de los ciudadanos del archipiélago. Eso lo dice el propio fallo que dejó enclavado al archipiélago. 

2. Este gobierno tuvo la oportunidad de declarar como patrimonio mundial de la humanidad a la reserva de Coral Seaflower, pero la Cancillería de María Ángela Holguín decidió que eso no era prioritario. Se equivocó. Si lo hubiera hecho, la Corte de La Haya se habría visto muy constreñida para ampliarle la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Nicaragua, que fue el gran golpe que se le dio a Colombia.

3. Haber desechado la tesis del Archipiélago de Estado que ha sostenido Enrique Gaviria Liévano, desde hace 20 años. Según esa tesis, el archipiélago debería entenderse como una unidad geográfica generadora de su propia zona exclusiva, como sucede con el archipiélago de las Galápagos. Tengo entendido que en el paquete de medidas que va a anunciar el presidente Santos este miércoles se presentará una versión bastante disminuida de esta tesis, que ha sido rescatada del olvido de manera tardía. 

Lástima que se hayan demorado tanto tiempo en descubrir que esta vía era la única estrategia para enfrentar la tercera demanda de Nicaragua, que según parece nos va a llegar en cuestión de semanas y en la que se vuelve a pedir la plataforma continental extendida, la cual llegaría hasta Cartagena. Si esta tesis se hubiera adoptado antes del fallo de La Haya, el resultado habría sido distinto y los intereses del archipiélago no hubieran quedado tan afectados. 

4. Haberle fallado a la gente del archipiélago por segunda vez, una vez emitido el fallo adverso. En lugar de haber aprovechado ese momento para un acercamiento con la comunidad raizal a través del plan de ayuda que el gobierno prometió con bombos y platillos, casi nueve meses después el descontento en las islas es aún mayor. 

Los subsidios han dividido a la comunidad porque se reciben como un regalo que traen los señores feudales de Bogotá. No hay ningún proyecto estructurado y la sensación de abandono se ha ido ahondando por la desidia del gobierno. Tal es la situación, que la comunidad raizal por primera vez está pensando seriamente en la emancipación de Colombia.
 
5. El presidente Santos habla con las Farc en La Habana, pero no ha podido entablar un diálogo directo con el gobierno de Nicaragua como lo han pedido los raizales. Y lo que se ve desde Nicaragua son solo actitudes guerreristas protagonizadas por el ministro de Defensa, que está dedicado a torear al gobierno de Nicaragua con frases belicistas. La respuesta a esta actitud guerrerista es la compra de armamento naval dotado de misiles por parte de Nicaragua. El país no se ha dado cuenta que estamos ad portas de un conflicto bélico con Nicaragua y que la posibilidad de que empiece a haber muertos está muy cerca.

6. Haber desestimado la noticia de la construcción de un canal en Nicaragua por los chinos. El gobierno se apresuró a concluir que eso era un cuento chino y que si se hacía no iba a haber un impacto destructivo sobre el archipiélago. Se equivocó. 

Una cosa es confundir la realidad con la animadversión que este gobierno le profesa a Noemí Sanín, que fue quien lo denunció. (El error de Noemí fue haber ido más allá hasta insinuar que la juez china había sido comprada por los que van a construir el canal). La verdad es que la construcción de ese canal es un hecho y que va a acabar literalmente con San Andrés y Providencia y con nuestro mar Caribe, pues porque lo va a convertir en un gran charco negro de químicos venenosos.
 
7. Por si fuera poco, en las próximas semanas se nos viene un fallo en la Corte de La Haya que va a ser adverso a Colombia y que le daría un triunfo moral a Ecuador, quien nos demandó  porque en el gobierno de Uribe se hicieron fumigaciones traspasando la frontera. El gobierno Santos dijo que, para no repetir los fracasos de Colombia en la Corte de La Haya, corregiría el rumbo y le entregaría este caso a expertos. 

Pero lo primero que hizo fue nombrar como agente a Carlos Gustavo Arrieta, abogado en muchas ramas de derecho, pero no en procesos internacionales. Otro error garrafal de la canciller. Todo esto reafirma la sensación que se tiene en el archipiélago de que el Estado colombiano lo trata como su finca, a donde se va los fines de semana a repartir regalos y a hacer promesas. 

Si el presidente Santos no quiere pasar a la historia como el segundo Marroquín todavía tiene tiempo de dar un timonazo radical, cambiar a su gente, comenzando por la canciller, y articular políticas que interpreten la angustia y el afán que se siente en estas islas. No le queda mucho tiempo. 

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