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Bogotá: ¿cosmopolis cultural?

La Casa de la Música posee ya licencia urbanística. Aquí no hay problema técnico alguno, mas bien se está ante dificultades operativas que un gestor hábil solucionaría de inmediato en lugar de elegir el arduo camino de las demandas.

Semana.Com
29 de junio de 2016

A partir del año 2013, la Filarmónica de Bogotá dejó de ser sólo una orquesta, para convertirse en eje del mundo musical, a través de la creación de un sistema que hasta diciembre de 2015 contaba con 25 orquestas juveniles e infantiles, 43 coros y 8 bandas de viento. Fue erigido también un Colegio Filarmónico y se incrementó la oferta cultural y formativa. Toda esta actividad se encuentra dispersa en espacios insuficientes, justificándose ampliamente su confluencia en la Casa de la Música Filarmónica, proyecto  que dejó muy avanzado el gobierno de Gustavo Petro.

El Plan de Regularización y Manejo –PRM- para las 22 hectáreas de la manzana del Campín proyecta convertirla en un gran complejo metropolitano de equipamientos culturales, deportivos, y recreativos. La extensión y posición estratégica son factores que el PRM aprovecha. Para evitar impactos negativos en la movilidad y optimizar su funcionamiento, esta manzana contará con una vía subterránea. Se descartan, pues, los parqueaderos en superficie que propuso la firma Contexto Urbano, en el marco de la Asociación Público Privada Campín, y que riñen con el lote asignado a la Casa de la Música.

Esta Casa se construye para ampliar y democratizar la práctica de la cultura de la música sinfónica y académica y el canto lírico. Y para atender los retos que tiene Bogotá derivados de la declaratoria de UNESCO como “Ciudad creativa de la música”. No se trata apenas de un auditorio ni tampoco solamente de la sede de la Orquesta Filarmónica; al contrario, ésta constituye el nodo de un sistema de orquestas y de la música en Bogotá. El espacio principal está conformado por la primera sala de conciertos especializada en música sinfónica, con capacidad para 1.680 espectadores y extensible a 1.750. A quienes preocupa el sitio justo por el ruido, recomendaría comunicarse con la firma Arup Acoustics que garantiza el control de todos los factores de ruido.

Los diseños se pactaron, entre la Universidad Nacional de Colombia y la Empresa de Acueducto de Bogotá, en 2,142.500,000 pesos. Sin embargo, conforme a las tablas vigentes, los honorarios de diseño varían según tamaño y complejidad. Por los primeros 1,000 metros cuadrados se paga el 7% del valor estimado del metro cuadrado de construcción, que aquí se asume en COP 3.000,000. Por los siguientes 4,000, el 5%. Por los sucesivos 5,000, el 4%. De allí en adelante, el 3%. Aplicada la fórmula para una superficie de 18,000 metros cuadrados, sin considerar la complejidad de auditorios, el proyecto se podría acordar mínimo en 2,700.000,000 pesos, pero no se puede olvidar que la Universidad pagó el diseño acústico. En consecuencia, la Nacional tiene razón en su reclamación y lo que se necesita ahora es voluntad de acuerdo. La obra misma cuesta 50 millones de dólares y, para curarse de aspavientos, vale la pena que se conozca que el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, hace seis años, costó 46 y el Teatro Nacional de Lima, tres años atrás, 100.   

El proyecto tiene un adelanto del 70% en las etapas terminadas y este es el mismo porcentaje que se le ha pagado a la Universidad. Cuenta, además, con un avance del 50% de la fase final y el componente acústico está concluido. La Casa de la Música superó, así, la etapa de anteproyecto y se encuentra en la fase de planos generales, con progresos parciales en detalles técnicos constructivos. Posee ya licencia urbanística. Aquí no hay problema técnico alguno, mas bien se está ante dificultades operativas que un gestor hábil solucionaría de inmediato en lugar de elegir el arduo camino de las demandas.

Por último, ¿deseará la actual administración de la ciudad continuar con un proyecto tan adelantado como el de la Casa de Música e incluir a Bogotá en el contexto cultural cosmopolita o, en cambio, optará por imponer anacrónicas razones ideológicas que desentonan en el concierto de una Colombia dispuesta a la paz y la reconciliación?

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