OPINIÓN
Más mujeres en política, menos inequidad
Es esencial que haya mujeres en posiciones políticas de decisión para poder iniciar la conversación sobre la inequidad desde una perspectiva personal y colectiva.
En la actualidad, aunque vemos mujeres en el poder, estamos lejos de vivir en un país con igualdad de condiciones y equidad de género. Para que todas mujeres poderosas hayan llegado a donde están, muchas otras (y ellas mismas) han tenido que luchar y vivir un proceso lento y difícil. La representación de las mujeres en la política colombiana no es la deseada, pero como país estamos avanzando de manera constante y desde nuestra influencia (así sea mínima) todos debemos apoyar esta inclusión y compartir el mensaje de igualdad y respeto.
A principios del siglo pasado era impensable hablar de mujeres en la política. De hecho, era absurdo hablar de independencia femenina hasta 1933, año en el cual entró en vigencia la Ley 28 del 12 de noviembre de 1932 para que las mujeres por fin pudieran tener control sobre sus bienes sin ser representadas por sus maridos. Aún adquiriendo más derechos, ellas eran excluidas de muchos ámbitos profesionales y ese veían obligadas a estudiar únicamente en universidades especiales para mujeres donde solo se ofrecía el aprendizaje de labores “apropiadas” para el género, como la enfermería. El paso más significativo y simbólico se dio en 1957, cuando las mujeres votaron por primera vez en elecciones colombianas. Desde ese momento, su presencia en la política fue aumentando y más mujeres empezaron a ejercer cargos administrativos, políticos y su voz empezó a ser escuchada en la democracia participativa.
Gota a gota las mujeres trabajaron y lucharon para que sus voces fueran escuchadas cada vez más. Tristemente, hoy en día sigue la lucha en Colombia porque a nivel mundial seguimos ocupando el puesto 119 de mujeres en el parlamento, la brecha laboral es del 20,8% y la tasa de desempleo en mujeres es 9,1 puntos mayor que la de hombres, y ha aumentado con la pandemia según el DANE. En una realidad innegable. Para combatir esto, en Colombia se han tomado decisiones acertadas como la de incluir mínimo el 50% de mujeres en listas que provean 5 o más curules en corporaciones de elección popular o generar incentivos económicos a los partidos con mujeres elegidas. Todo esto ha resultado en 132 mujeres alcaldesas en los 32 departamentos del país, pero sigue siendo un número reducido.
Es esencial que haya mujeres en posiciones políticas de decisión para poder iniciar la conversación sobre la inequidad desde una perspectiva personal y colectiva, y así invitar a hombres (y a todos los géneros) a unirse al movimiento feminista. Eliminemos el estigma de que las mujeres son menos capaces, ya que la lucha que han (y hemos) protagonizado muestra la capacidad de trabajo exitoso de este género. La representación no solo es importante, sino vital para una evolución sostenible y la transformación social. Todos debemos poner nuestro grano de arena para vivir en una sociedad más justa y tolerante. Esto empieza desde casa, desde la educación a los más pequeños, y continúa en nuestro derecho a la democracia votando por más mujeres, apoyándolas y dándole la oportunidad al cambio.