OPINIÓN

Médicos: mas allá de los aplausos

El personal médico de nuestro país viene siendo víctima desde hace muchos años de una constante desigualdad. Estos batalladores, quienes buscan de una u otra manera atender a todos los pacientes posibles ya sea por la pandemia o por otro mal, están constantemente expuestos.

Yesid Lancheros
13 de abril de 2020

Al momento de escribir esta columna el país se entera de la triste noticia del fallecimiento de los médicos Carlos Nieto y William Gutiérrez, a causa del contagio por covid-19. Mi gratitud eterna por su sacrificio. A los padres, la esposa de Carlos, los hijos y demás familiares, mis condolencias y un abrazo fraterno.

Ante esta gran crisis que llegó, a causa de un enemigo minúsculo que las combinaciones inciertas de la genética originaron, tenemos un contingente de soldados que son los héroes en esta lucha. Ellos son los médicos, todos esos profesionales de la salud que arriesgan sus vidas mientras prestan su servicio en las clínicas y los hospitales en el mundo.

Hoy en Colombia se cuenta con 92.470 médicos, de los cuales 21.643 son especialistas y 65.939 son generales, y cubren tanto la zona urbana como el sector rural del país. En las ciudades hay un total de 38.886 médicos, mientras que en los pueblos hay 15.805, es decir, en estos territorios muchas veces olvidados por el centralismo agreste, por cada 10.000 habitantes solo hay 6 profesionales atendiendo.

En los años 90 con la Ley 100 el sistema de salud colombiano amplió de manera importante su cobertura, pero afectó considerablemente las condiciones económicas de los galenos y peor aún, dañó la calidad del servicio.

Una consulta médica de calidad debe ser de al menos 20 minutos. Hoy en día los facultativos están obligados a dedicar 10 minutos máximo a cada paciente. La medicina no puede ser un negocio y esto quedará demostrado después de pasada la tormenta de la covid-19.

Por otro lado, el sistema de salud colombiano viene presentando, desde hace mucho tiempo, enormes falencias que seguramente nos pasarán factura cuando el número de personas contagiadas siga creciendo, así como también la cifra de personas fallecidas. El país cuenta con una red hospitalaria, tanto pública como privada, en situación financiera precaria y al borde del colapso como lo pudo demostrar el Ministerio de Salud en el año 2019, evidenciando que 165 hospitales públicos están en un riesgo financiero alto, lo que a toda luz obliga al Estado a buscar una salida urgente para lograr sostener lo insostenible. Hoy es mejor tenerlos a no contar con estos hospitales y clínicas, pero en los meses por venir el gobierno suma otro reto a sus deberes y es resolver esa falencia delicada.

El personal médico de nuestro país viene siendo víctima desde hace muchos años de una constante desigualdad. Estos batalladores, quienes buscan de una u otra manera atender a todos los pacientes posibles ya sea por la pandemia o por otro mal, están constantemente expuestos a cualquier contagio, a sobrecargas laborales interminables, a salarios precarios que no reflejan el desgaste físico y emocional al que están siendo sometidos, todo por cuenta de la informalidad laboral en la que vive la gran mayoría del personal de la salud en Colombia.

Para nadie es un secreto que la gran mayoría de hospitales, clínicas, EPS e IPS se acostumbraron a deberles meses y meses de salarios a todos los miembros del personal de la salud en Colombia, ya que por la corrupción rampante algunos de los gerentes de dichas instituciones prefieren “embolsillarse” los recursos, antes que pagar lo que deben, y cuando tiene uno que otro “puchito”, de manera miserable entran a negociarles, sin ningún sustento legal, el pago del salario, el que se ganan con sudor, lágrimas, sacrificio y hasta la vida, como lo vienen realizando.

La desigualdad y la informalidad laboral del personal médico es lamentable; es claro que por la situación que vivimos hoy el sistema de salud volvió a estar en el foco de la atención. No es posible que actualmente un médico gane en promedio $3.500.000 al mes, la gran mayoría vinculados por contrato de prestación de servicios y a esta informalidad se le debe agregar la absurda carga laboral diaria, la cual realizan muchas veces en ambientes no sostenibles y precarios.

Además, si hacemos un ejercicio rápido, un profesional de la salud debe atender 4 pacientes promedio por hora, lo cual en 8 horas trabajadas nos daría un total de 32 por día y si el promedio se mantiene semanalmente atenderían a 160, y al mes 640 pacientes, lo cual reflejaría que el salario devengado arroja el triste valor de $5.468 pesos por consulta, algo que atenta contra la dignidad de todos los profesionales de salud.

Con el sistema de salud en cuidados intensivos no hay espera para que el gobierno proponga un rescate de inmediato. En ese plan uno de los principales temas a tratar es el de la vinculación laboral; es por eso que se hace necesario que todos los médicos y demás miembros del personal de la salud en Colombia se vayan vinculando en las diferentes nóminas de los hospitales, clínicas y centros de atención tanto privados como públicos y no en cooperativas y urge que se establezca una escala salarial digna que permita bajar los índices de informalidad en el sector que tenemos hoy en día.

Ahora bien, en esta carrera contra el tiempo en la cual estamos todos en el país por cuenta del aislamiento obligatorio decretado por el gobierno, y que no es otra cosa que buscar que el sistema de salud se prepare para cuando el confinamiento termine y todos volvamos a nuestras labores, muy seguramente la infraestructura de los hospitales, su equipamiento, el número de unidades de cuidados intensivos y los insumos no van a dar a basto para atender la pandemia, sin embargo, es responsabilidad del gobierno entregar y vigilar que todo el material y los equipo necesarios lleguen al personal médico que están al frente de esta batalla arriesgando sus vidas como las de sus familias, por ayudar a salvar las de miles de colombianos. Esa protección es el trato digno mínimo que merecen los médicos en este país, no bastan los aplausos o el ser reconocidos como héroes.

Twitter: @AfandinoB

P.D.: Qué paradójico el caso del Perú. Sus últimos presidentes todos investigados por corrupción, (Alan García se suicidó porque estaba judicialmente acorralado) y es el país latinoamericano que tiene la mayor respuesta fiscal frente a la crisis.