OPINIÓN
Migraciones, propuestas y el efecto teflón
La campaña presidencial de los Estados Unidos gira alrededor de la migración, mientras que aquí hay complicaciones.
Las cosas siguen mal en América Latina porque muchos se quieren ir para los Estados Unidos, incluyendo ahora, además de los centroamericanos, cubanos y venezolanos, a los colombianos y ecuatorianos. El factor central de la campaña presidencial de los Estados Unidos es la migración. Biden se debate entre “la zanahoria y el garrote”, mientras que Trump olímpicamente se coloca como detractor y mesías.
Igualmente, mientras se aproximan las elecciones presidenciales en Venezuela, Maduro hace un llamamiento a los venezolanos para que regresen. Pero hay predicciones de que, si continúa en el poder después de las elecciones presidenciales del 28 de julio, como es previsible, la migración continuará.
Seremos naturalmente los receptores, complicando aún más la grave situación social que se avizora en el país, con el caos de la salud y con el telón de fondo de la inseguridad rampante.
Para completar, todos los días se ponen al descubierto actos de corrupción no solamente en el Gobierno nacional, en los departamentos y en los municipios, sino también en el poder legislativo, generando una peligrosa sensación de desconfianza, frustración y rechazo contra el establecimiento que fortalece la demagogia y el populismo. La esperanza está girando poco a poco hacia las cortes, incluyendo a la Corte Celestial.
Tendencias
El llamado, hace algún tiempo, “efecto teflón” se ha incrementado en nuestro país, dejando de lado ejemplos mil veces más complicados que las crisis derivadas de un mal gobierno.
No obstante que la desastrosa invasión a Bahía Cochinos en abril de 1961, patrocinada por la CIA que fortaleció a Fidel Castro y dejó por el suelo el prestigio de los Estados Unidos, fue organizada y preparada por el presidente Eisenhower, Kennedy –que llevaba tres meses en el poder– asumió la responsabilidad del descalabro. No le echó la culpa a su predecesor.
Igual actitud tomó el presidente Johnson respecto a la escalada de la fatal guerra de Vietnam, en la que los Estados Unidos por primera vez en la historia fueron derrotados y la moral del pueblo norteamericano quedó por el suelo.
En nuestro medio, con el llamado “efecto teflón”, el jefe de Estado no es responsable de nada, siempre los errores son de los demás, no solamente de los gobiernos anteriores, desde 1830, sino de sus propios colaboradores.
El trabajo en equipo parece obedecer al lema de “sálvese el que pueda”. Más ordenada fue la evacuación del Titanic. Varios ministros y altos funcionarios no gozan del privilegio de hablar con el presidente, mientras que otros le tienen temor reverencial y conocen las decisiones a través de sus arengas o por las cuentas de X. El remedio que aplica es muy sencillo: cambia periódicamente ministros y altos funcionarios.
Ahora han surgido rumores de una supuesta propuesta de Washington de darle “incentivos” a Maduro y asegurarle la residencia en cualquier país del mundo para que deje el poder (¡!). La misma absurda y fallida propuesta que le hicieron al dictador Noriega de Panamá.
Pero nadie sabe si de pronto don Nicolás pudiera aceptar y escoger a Colombia, donde tiene buenos amigos en el Gobierno, como lugar seguro de residencia y centro de sus actividades financieras.