OPINIÓN

Muros, invasiones, espías y migrantes

La historia ha demostrado que ante las invasiones y las olas migratorias no hay muros que valgan.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
20 de diciembre de 2018

Durante la pasada campaña presidencial en los Estados Unidos, la candidata demócrata Hilary Clinton le dijo a los norteamericanos “Yo soy lo último que se interpone entre Ustedes y el Apocalipsis”. Habrá que saber si sus palabras fueron premonitorias o si, por el contrario, los Estados Unidos avanzan hacia la prosperidad y la reconquista del liderazgo mundial, como lo afirma Trump.

Uno de los aspectos en los que más se ha empeñado el mandatario norteamericano, es en la construcción de un muro en la frontera con México, en medio de la oposición de los demócratas y de algunos de sus copartidarios en el Congreso. No ha dudado, en llegar hasta el extremo de amenazar con la paralización de la administración norteamericana, si los congresistas se niegan a aprobar el presupuesto necesario para la construcción de la obra.

El proyecto, coincidiendo con marchas de hondureños y salvadoreños hacia la frontera, está sacando a la luz los sentimientos de xenofobia de algunos norteamericanos que rechazan a los migrantes, por considerar que son causa de algunos de los males que prevalecen en el país.  

También han salido a la luz la existencia de múltiples “muros fronterizos” ignorados y de fronteras erizadas de alambres de púas, para impedir el ingreso de migrantes, entre ellos el existente con México en el estado de California y el iniciado durante la administración Clinton de 595 kilómetros, con una zona adicional de obstáculos de 800 kilómetros, para impedir el paso de vehículos a través de la frontera.  

En Colombia, no se puede negar que, a pesar de las campañas que se están realizando a favor de los migrantes venezolanos y de la firme decisión del gobierno de ayudarlos, la migración venezolana está ocasionando en algunas regiones sentimientos de malestar, por el incremento de la inseguridad y de la delincuencia, mientras que se extiende el afán por el desplazamiento de la oferta laboral en ciertos sectores de la economía.  

Sin contar con que la camarilla cívico-militar de Maduro activa el sistema de espionaje que se practicaba desde hace años y que se utilizó durante las negociaciones sobre delimitación marítima con Colombia y cuando designó un cónsul en Cartagena que vivía en un apartamento que le permitía reportar los movimientos de los buques de la armada colombiana. Definitivamente están todavía no sólo en la época de la guerra fría, sino durante en la de la Segunda Guerra Mundial.     

Como lo ha señalado el canciller de Colombia, un eventual “cierre” de los 2219 kilómetros de la frontera común, fuera de resultar inviable, no solucionaría el problema.  

Seguramente que a Trump le han recordado el caso de la famosa “Línea Maginot”, en su momento el sistema de fortificaciones más sofisticado del mundo, construida por Francia con enormes costos e ingentes esfuerzos después la Primera Guerra Mundial, para evitar la repetición una nueva invasión de Alemania: veinte años después los alemanes, estaban en Paris.

También le habrán contado que a pesar de la construcción de la Gran Muralla de 21200 kilómetros para defender a la China de los mongoles y los manchúes, en 1644 el general chino Wu Sangu, que estaba en contra del régimen imperante y dentro de la muralla, le facilitó la entrada a los manchúes que llegaron hasta Pekín.

(*) Profesor de la facultad de relaciones internacionales de la universidad del Rosario.    

   

 



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