OPINIÓN

Un fiscal leviatán

El periodismo no se puede convertir en un delito porque al señor fiscal no le guste lo que escribo ni lo que investigo. No me va a amedrentar.

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
1 de diciembre de 2018

El jueves pasado el fiscal Martínez Neira fue a un debate de control en el que se le vio tan descompuesto que parecía un Leviatán. Secuestrado por la soberbia y acorralado por sus propias mentiras y por sus innegables conflictos de interés que no pudo desmentir, terminó desencajado. No le pudo explicar al país por qué tras dos años de investigación no hay ningún condenado por haber ordenado los 50 millones de dólares en sobornos, dinero que salió de la Ruta del Sol II; no nos explicó por qué su investigación es sesgada y cuál es la razón para que contratos falsos como los otorgados a Javier Torres que presuntamente relacionarían a los Char, denunciados hace mucho tiempo por este columna y otros periodistas o los contratos falsos dados a Esteban Moreno que relacionarían a Simón Gaviria, están durmiéndose en la Fiscalía.

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No disipó las dudas de su gestión, pero en cambio amenazó a la oposición con su poder omnímodo –dijo que Dios le había dado las pruebas que había llevado al debate– y a los senadores citantes les notificó, con el mismo cinismo que se le escuchó en los audios con Pizano, que él los tenía bajo su vigilancia. Preso de esa arrogancia que acompaña a los que creen que el mundo se maneja con la frase de “no saben quién soy yo”, fue desafiante y en lugar de convencer con argumentos lo que hizo fue recurrir a la amenaza para amedrentar a sus críticos, parapetado siempre en el poder de la Fiscalía. Quedó claro que un fiscal así de intimidante no puede ser garantía de nada.

Luego de este espectáculo deplorable, el Centro Democrático, que defendió a capa y a espada al fiscal, intentó cambiar la agenda, con la presentación de un video sin audio, en el que aparecía Gustavo Petro recibiendo un bulto de dinero. El senador está en la obligación de dar las explicaciones del caso y, si no las da, tendrá que asumir las consecuencias que le impone la ley. Lo que resulta obvio es que el Centro Democrático lo que pretendía era darle un salvavidas al fiscal para que no se ahogara.

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La mala noticia es que este fiscal intimidante, que se tropieza con sus propias mentiras, que no es garantía de transparencia y que demostró que está fuera de sus cabales porque está gobernado no por la justicia, sino por la sed de venganza va a poder seguir manejando la investigación de Odebrecht. La CSJ le acaba de dar luz verde a un fiscal ad hoc, pero solo para los casos en que NHM se declaró impedido: es decir, en el proceso contra las exministras de Juan Manuel Santos y en el de la negociación con Odebrecht. En otras palabras, el fiscal Martínez Neira seguirá al mando del proceso de Luis Fernando Andrade, a quien en el debate graduó de ser el auriga de una conspiración en su contra, del caso del expresidente de Corficolombiana José Elías Melo, compañía a la que él asesoró cuando fungía como abogado, y de la muerte de los Pizano, entre otros. En todos esos casos es protagonista principal y podrá darse el lujo de seguir investigándose a él mismo. Es claro que nuestro sistema de pesos y contrapesos está fallando, y que la corrupción está sobrepasando las propias normas. Difícil momento.

El periodismo no se puede convertir en un delito porque al señor fiscal no le guste lo que escribo ni lo que investigo. No me va a amedrentar.

Puede que a NHM no le vaya a pasar nada, pero los que pierden son el país y los colombianos. El fiscal Leviatán que se vio en el debate le hizo perder la confianza a muchos en la Fiscalía. Y si este nuevo fiscal ad hoc llega para ser simplemente un fiscal títere y los responsables de haber ordenado los sobornos no aparecen, se comprometerá ya no solo a la Fiscalía, sino a todo el sistema institucional porque quedará metido en el mismo saco el presidente por haber presentado la terna y la CSJ por haber elegido a un fiscal títere. Y todo por mantener en el puesto a un fiscal que se nos convirtió en un peligroso Leviatán.

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Coda: el fiscal intenta intimidarme al confundir mi trabajo como periodista y mi derecho a tener fuentes con una conspiración que, según él, está liderada por el exdirector de la ANI Luis Fernando Andrade, acusado por la Fiscalía de 14 delitos, y el presidente del BID, Luis Alberto Moreno. La teoría de la conspiración es vieja y la impuso Ernesto Samper, gobierno del cual Martínez Neira fue su ministro estrella hasta que se pasó al pastranismo, luego de haber sido embajador en París por el samperismo. A los medios que estábamos destapando la historia de cómo el cartel de Cali financió la campaña de Samper se nos señaló de conspiradores. Yo vengo desde hace dos años investigando este tema y he escrito cerca de 50 columnas sobre el caso Odebrecht. Hace unos meses uno de los fiscales del caso me interpuso una tutela que gané, alegando que yo tenía que rectificar lo que exponía en una columna en la que planteaba cómo Colombia era el único país en que había personas presas por haber recibido los sobornos, pero ninguna por haberlos ordenado. En Brasil, en Panamá y en Perú, hay presidentes, candidatos y socios de Odebrecht como es el caso de Graña y Montero, condenados por haber ordenado el pago de sobornos, pero en Colombia eso no ha sucedido. Pizano con sus documentos demostró no solo que la investigación de NHM era sesgada, sino que él sabía desde 2013 y nada de eso lo pudo desmentir NHM en el debate. El periodismo no se puede convertir en un delito porque al señor fiscal no le guste lo que escribo ni lo que investigo. No me va a amedrentar.

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