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Claudia Varela, columnista

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No hay nadie más

Está claro que hay que empezar por saber procesar que lo perfecto no existe, que las circunstancias no son controlables la mayoría de las veces y que las cosas no duran para siempre.

Claudia Varela
1 de septiembre de 2024

Esta es una reflexión general de cómo funcionamos dependiendo más que de la edad, de las creencias propias. Más que de una profesión, de un ADN que te convierte en lo que eres y te empuja a pensar que eres solo tú quien tiene la razón.

Por ejemplo, si las nuevas generaciones son educadas bajo la lógica de que todo se soluciona fácil, porque hay más derechos que deberes, así van a actuar cuando lleguen a la vida adulta laboral. He visto casos ejemplares de jóvenes consagrados y comprometidos con su trabajo, pero debo decir que también he sobrevivido a los caprichosos que bajo la apariencia de víctimas arrogantes culpan de lo demás al mundo y creen que ellos son absolutos inocentes de todo lo que les pasa. Pero reconozco que esos casos no son solo de los jóvenes, el egocentrismo juega en todas las edades y momentos de vida lamentablemente.

Sin embargo, cuanto nos cuesta dar un paso al punto medio para lograr una mejor relación. Todavía escucho chistes y comentarios flojos de los mayores incluso con enfoques de discriminación que no caen bien pero que son sobre valorados también por los más jóvenes.

¿Cómo tener más resistencia a la frustración? Se habla mucho de la imperiosa necesidad de ser más fuerte en tiempos de cambio e incertidumbre, pero a nadie le enseñan realmente a serlo. Está claro que hay que empezar por saber procesar que lo perfecto no existe, que las circunstancias no son controlables la mayoría de las veces y que las cosas no duran para siempre.

No pensaría que la baja tolerancia a la frustración está solo amarrada a una u otra generación. Creo que está más pegada a las trampas del ego propio que no nos deja mostrar ni un poco de vulnerabilidad. Es como un llamado a seres todopoderosos de permanente éxito. Y al final ¿el éxito solo está asociado a las cosas materiales? ¿A lo increíble que eres escalando posiciones o estudiando? ¿A cómo logras ganar a pesar de llevarte a alguien por delante en el proceso?

Si soltamos el control y partimos de la base de una empatía que entienda realmente a otros empezamos un buen camino a ser resilientes, ya que solo a través de dejar fluir se puede volver a tomar impulso para reconstruir lo que se ha ido temporalmente hacia abajo.

El tema de que la vida es justa o injusta es simplemente una forma de ver cómo se supone que todo lo bueno si lo merecemos, pero lo malo lo merecen los demás. Jamás yo mismo. Entre otras cosas juzgar algo como blanco o negro es solo una cuestión de perspectiva porque las situaciones son eso, situaciones.

La resiliencia real obliga a dos actos básicos del ser humano, entender que hay que seguir el camino con convicción y a no quedarse en el pasado a pesar de lo doloroso que puede haber en esas experiencias que nos bloquean.

¿Qué tanto tiendes a victimizarte? No es regular escuchar, “es mi culpa” dentro de los ambientes corporativos…ahora que lo pienso tampoco en los familiares, ni en los círculos de amigos.

La tendencia humana es a encontrar a los responsables de las cosas que salen mal externamente. Siempre alguien más tendrá la culpa de las cosas. Eso es más fácil. Si algo me ha enseñado la vida es que mis acciones tienen consecuencias y que soy corresponsable de todas las decisiones que tomo en el camino. Buenas, malas, regulares…eso le corresponde a cada uno evaluarlo. Lo que sí es claro es que no podemos vivir echándole la culpa a los demás de nuestro propio actuar. Hay que asumir las equivocaciones.

También es cierto que hay cosas que no controlo, pero pasan, quizás pasan por que tampoco hice mucho de manera consciente para generar cambios de ruta en el momento indicado.

Recalcula si hay que hacerlo. Responde por tus actos, aclara las cosas antes de que pasen, si eres líder encárgate de que todos tengan las expectativas claras y nunca te olvides de que hay cosas con las que hay que convivir en un mundo imperfecto en el que estamos rodeados de seres imperfectos donde el primero soy yo mismo.

Soy responsable de lo que me ocurre. Hay que saber hasta dónde se asumen riesgos y hasta dónde no quiero realmente afrontarlos.

Acepta la responsabilidad de tu vida. Debes saber que eres tú el que te llevará a dónde quieres ir, no hay nadie más. Les Brown.

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