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Opinión

No hay peor ciego que el que no quiere ver

La multitudinaria marcha del pasado 6 de marzo es el reflejo de la voluntad de un pueblo que rechaza la dirección en que ha enfilado el Gobierno sus políticas y proyectos.

David René Moreno Moreno
12 de marzo de 2024

Colombia sí está buscando un cambio, pues la desastrosa experiencia del gobierno de izquierda que logró llegar al poder en 2022 está acabando con la democracia, atenta contra las libertades, destroza al país y polariza a la población.

La marcha multitudinaria del pasado 6 de marzo es el reflejo de la voluntad de un pueblo que rechaza totalmente la dirección en que ha enfilado el Gobierno sus políticas y proyectos, alimentados por una ideología obsoleta y retrógrada, copiada de sistemas fallidos, en lugar de buscar el bienestar y la prosperidad.

El rechazo es legítimo y motivado por la corrupción que hoy corroe las bases de la sociedad, por los escándalos que salpican tanto el entorno familiar del Palacio de Nariño, como a los alfiles del mismo, por la inseguridad que amedrenta a los colombianos, por el auge y el poder que han logrado los diferentes grupos delincuenciales debido a la ceguera de las autoridades, por los yerros en la política exterior, por la mitomanía y el discurso polarizante y amenazante del jefe de gobierno, por los nombramientos por ideología política y no por capacidades; por eso ‘están mamados’ los colombianos, como dirían Zuleta Lleras o Álvarez Gardeazabal.

El jefe de gobierno y sus cercanos seguidores descalificaron la importancia de las marchas de tal vez millones de colombianos que salieron a las calles de todo el país el pasado 6 de marzo, cuando en forma voluntaria, pacifica, ordenada, sin que les pagaran o los obligaran a asistir los jefes de los sindicatos, ciudadanos con sentimiento patrio se manifestaron en contra del actual gobierno. Pero este, desde sus cuentas en redes sociales, empleando un discurso mediático, trató de restarle importancia a las marchas y más bien se enfrascó en continuar engañando y confundiendo a la población. No hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oír.

Los colombianos que salieron a marchar no perjudicaron a 10 millones de estudiantes como lo hace el sindicato de FECODE cada vez que marcha en apoyo al socialismo. Los marchistas salieron por su propia convicción y están defendiendo sus derechos, no sus privilegios, como tratan de hacerlo ver desde Palacio. Quieren evitar que, por ideología política, se destroce el sistema de salud que ha mostrado su eficiencia, quieren evitar que se laceren los actuales sistemas pensional y laboral, especialmente para que no se desaparezcan los recursos pensionales, que son de los trabajadores, no del Gobierno, y para proteger el empleo.

La ministra de agricultura ha reconocido públicamente que este gobierno “privilegia a sus amigos”. Y es así que amigos del Gobierno de dudosa ortografía son nombrados en cargos públicos, mientras que los cultivos de coca se han disparado, las asonadas contra el ejército se suceden sin respuesta legítima del Estado, la seguridad del país se vulnera al romper lazos comerciales con Israel, no se rechazan la guerra ni los ataques terroristas cuando se comparte ideología izquierdista, se tiene un jefe de gobierno en plena campaña política para, posiblemente, mantenerse en el poder después del 2026, esgrimiendo un discurso que parece ser de activista revolucionario.

Para poder sacar adelante nuestro país, Colombia está buscando un cambio de ideología política en el gobierno, que no se ponga en juego la seguridad de la nación ni de la población, que no se entregue la soberanía a los grupos delincuenciales, que se ponga en marcha un plan para reactivar la economía, que no se quiebre a Ecopetrol para, posiblemente, enriquecer a los ‘socios’ extranjeros con la compra de combustibles fósiles, que la izquierda no se crea sus propias mentiras y que escuche y vea lo que realmente sucede a su alrededor.

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