OPINIÓN

¡No perdamos la esperanza!

No perdamos la esperanza. Sí podemos generar sinergia entre la sociedad civil, la academia y el sector privado. Surgirán buenos gobernantes locales que les interese el crecimiento del litoral.

Leyner Mosquera Perea, Leyner Mosquera Perea
14 de agosto de 2019

La precaria situación en términos de rezago social y económico del litoral Pacífico es una preocupación sentida de sus habitantes. Por ejemplo, el Chocó, con un crecimiento económico negativo del 5,7 por ciento en 2018 según cifras del DANE, fue el departamento con peor desempeño económico de Colombia.

La caída en el Producto Interno Bruto (PIB) de este departamento, puede estar explicada por la disminución de la minería, la cual constituye uno de los sectores que más aporta al PIB. A raíz de la sentencia de la Corte Constitucional T- 622 de 2016, la cual reconoce al río Atrato como sujeto de derechos con el propósito de garantizar su conservación y protección, la fuerza pública ha implementado esfuerzos por frenar la minería ilegal.

Sobre la medida del PIB, se pueden discutir varios puntos. Por ejemplo, este no refleja los beneficios económicos sociales ni ambientales que ha ganado la sociedad chocoana por la reducción de la minería ilegal en las cuencas del río Atrato, que en largo plazo se traduce en mejora de la calidad de vida de los habitantes. Tampoco tiene en cuenta otros factores no observables asociados al bienestar.

Resulta paradójico e incluso ingenio, pensar que los múltiples problemas del litoral, serán resueltos a través de la clase política del interior de país, los cuales, a lo largo de la historia, han mostrado su desinterés por la subregión. Los gobiernos de turno no han tenido una agenda para el litoral Pacífico, que desarrolle proyectos estratégicos de impacto, genere ingresos locales y reduzca la dependencia hacia las transferencias del gobierno. Tampoco hay esperanzas en los gobernantes locales, que ya han demostrado su incapacidad para invertir de manera eficiente los pocos recursos públicos transferidos. Los municipios del litoral en su mayoría han sostenido un precario desempeño fiscal y una alta ineficiencia en el gasto. Según datos de Transparencia por Colombia 2015 – 2016, la gobernación del Chocó con un índice de Transparencia Departamental del 30,2 por ciento, reportó un nivel de riesgo muy alto y ocupó el último lugar en Colombia.

En la sociedad civil de la subregión debe asumir una postura más autocrítica sobre la gestión de los gobernantes locales. Es necesario pensar en mecanismos de veeduría ciudadana más fuertes que permitan hacer seguimiento a la gestión de los servidores públicos. Actualmente en Colombia se adelantan las campañas para elegir alcaldes y gobernadores. En el caso del litoral, preocupa que no se han generado debates con el nivel técnico requerido donde se planteen soluciones de mediano y/o largo plazo a las problemáticas locales.

A pesar de este panorama desalentador, considero que hay esperanza para que la subregión salga adelante. Hubo una época en la que el Chocó formaba a los mejores maestros del país a través de las escuelas normales. Es clave recuperar la formación de maestros de alto nivel que aporten a la formación, básica, primaria y secundaria de los jóvenes, para que estos puedan desarrollar habilidades cognitivas y no cognitivas que les permita acceder a la educación superior y en universidades de calidad.

A nivel de formación de posgrados considero que hay buenas noticias. Por ahí se pueden generar oportunidades importantes. Los tiempos han cambiado, hoy día hay profesionales del litoral que se están formando y muchos otros que ya culminaron sus estudios y están regresando con formación en maestrías y doctorados de las mejores universidades de Colombia y del mundo.

A estas personas hay que acercarlas con el propósito de conformar una masa crítica, que conozca el territorio y pueda liderar discusiones técnicas de alto nivel que permitan dar lineamiento para la construcción y puesta en marcha de políticas públicas que, en el largo plazo, permitan cerrar brechas en la subregión.

El problema más grande del litoral es que no tiene un norte claro, por lo que es fundamental diseñar y poner en marcha un modelo de desarrollo económico acorde a las características de los territorios, que sirva como brújula, para que los gobiernos locales, enfoquen su gestión. Aprendamos de Casa Grande en el Caribe colombiano, la cual surgió a raíz de las mismas causas que hoy aquejan al litoral. Casa Grande es una iniciativa compuesta por entidades, que trabaja por la identificación de estrategias específicas para brindar solución al atraso social relativo de la Costa Caribe, en cinco áreas: Educación, Nutrición, Salud, Saneamiento básico y Financiamiento y calidad del gasto.

Finalmente, otro factor que da tranquilidad y esperanza, son los emprendimientos locales que han surgido en los últimos años. La mayoría de estos, está usando de forma sostenible, la base natural de la biodiversidad para generar encadenamiento productivo. También están haciendo un gran esfuerzo para generar empleos en territorios de entornos selváticos, donde los grandes inversionistas privados, no se atreven a invertir.

No perdamos la esperanza. Sí podemos generar sinergia entre la sociedad civil, la academia y el sector privado. Surgirán buenos gobernantes locales que les interese el crecimiento del litoral. Con esto se abrirían nuevas oportunidades para impulsar proyectos estratégicos que permitan el surgimiento territorial y así dejar atrás el rezago relativo social y económico.

 

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