Fernando Ruiz Gómez  Columna Semana

OPINIÓN

No queremos teguas

Para la población colombiana la atención por estos médicos comunitarios representa un riesgo inmenso e inminente. Sería funesto que la atención en los Centros de Atención Primaria recaiga en este tipo de personal.

17 de julio de 2023

Tres honorables congresistas -por coincidencia pertenecientes al Pacto Histórico- están promoviendo mesas de trabajo con el fin de posibilitar la convalidación de los títulos de los denominados ‘Médicos Integrales Comunitarios’, títulos otorgados en Venezuela. Esa convalidación les permitiría, de acuerdo con la normatividad vigente, ejercer como médicos generales y, así mismo, poder aplicar para su formación como especialistas en nuestro país.

Frente a esta situación ya han manifestado su rechazo el Colegio Médico Colombiano y la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (Ascofame). La apertura de esas mesas es una afrenta directa al cuerpo médico y un riesgo inmenso para la salud de la población colombiana.

Como viceministro de salud me correspondió dar un concepto negativo -acogido en su momento por el Ministerio de Educación y la Sala de Salud de la Comisión Nacional Intersectorial de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (CONACES)- de la cual fui comisionado durante más de 5 años.

La universidades venezolanas, por muchos años, formaron médicos bajo un currículo y condiciones de práctica muy similares a los egresados en Colombia. Hugo Chávez como estrategia de ataque a la “privatización” de la salud en Venezuela, montó en 2003 el programa ‘Plan Barrio Adentro’ bajo la asistencia de la Misión Médica Cubana. Este se fundamentó en la atención primaria en salud como política de Estado, incluyó consultorios populares para 250 familias en las zonas marginadas, una red de Centros de Diagnóstico Integral (CDI) con equipos conformados por médico, promotor de salud y otros profesionales de apoyo, más las boticas populares.

Hoy el sistema de salud venezolano es un desastre. ‘Barrio Adentro’ es un ejemplo de la barbarie que se somete a una población cuando el populismo se introduce en la política de salud.

Chávez decidió enfrentar el paro médico de 2002 con la apertura -en 2004- de la formación de médicos integrales comunitarios para ese programa y se estima que, hasta el momento, han egresado en Venezuela más de 50.000 de ellos. El problema es que no tienen las competencias de un médico colombiano porque su formación se asimila a lo que aquí conocemos como un promotor de salud. Su plan de estudios se orienta hacia la salud colectiva; el trabajo comunitario; la prevención y una importante fundamentación política, bajo un disfraz de trabajo por la equidad y el derecho a la salud. La propia Academia Nacional de Medicina venezolana ha hecho explícitas esas deficiencias.

El desangre de miles de excelentes médicos venezolanos, formados en universidades tradicionales, migrados hacia otros países, ha dejado un inmenso vacío en los servicios de salud. Los médicos integrales comunitarios efectúan rotaciones por servicios de pediatría, obstetricia y cirugía pero estas prácticas usualmente son realizadas en servicios de baja complejidad. No tienen la profundidad que se requiere para la educación médica a nivel internacional y eso ha sido claro para nuestros ministerios de salud y educación. Por eso se les impuso una barrera para la convalidación de esos títulos frente al título de médico general que se otorga en Colombia.

Aun cuando no ha sido el ejecutivo quien ha impulsado estas mesas de trabajo, el hecho que sean congresistas del Pacto Histórico quienes las agencian, obliga al gobierno nacional a aclarar a los colombianos ¿cuál es su posición frente a la apertura a este tipo de médicos en Colombia y también a su eventual formación en el país?

El entorno de reforma a la educación superior es, además, la oportunidad para pensar si llegó el momento de imponer -como actualmente sucede en otros países con los médicos egresados en el exterior- el requisito de un examen para convalidar el título de médico en Colombia, similar al que presentan los médicos formados aquí con el Saber Pro.

Desde la formulación inicial de la reforma se generó la inquietud ¿de dónde va a sacar el gobierno los más de 20,000 médicos que requeriría para hacer viable su programa de salud preventiva y predictiva? ¿Con qué médicos impulsará los Centros de Atención Primaria (CAP), que supuestamente son base de la reforma propuesta a la salud? En Colombia egresan aproximadamente 5.000 médicos al año, de los cuales un tercio entran a hacer especialidad y los demás, hasta ahora, han sido absorbidos por el mercado laboral. El propio presidente ha dicho en muchas ocasiones que tenemos un déficit de médicos en comparación a países de la OECD. En efecto, el desempleo médico es muy bajo en nuestro país.

Para la población colombiana la atención por estos médicos comunitarios representa un riesgo inmenso e inminente. Sería funesto que la atención en los Centros de Atención Primaria recaiga en este tipo de personal. Implica retroceder a cuando nuestros abuelos fueron atendidos por “teguas”: La expectativa de vida era de 50 años y la mortalidad, más frecuente, por causas que hoy casi nadie fallece. Un despropósito y una tremenda irresponsabilidad con la salud de todos los colombianos.

Por estos días ya pocas cosas nos sorprenden pero esos congresistas deben entender que, con la salud de los colombianos, no se juega.

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