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Nobelbrecht
En Colombia, Odebrecht no sobornó al presidente, sino que puso presidente.
La entrevista fue muy extensa. Setenta y tres minutos en radio es mucho tiempo. Eso duró el diálogo esta semana en W Radio entre el exfiscal Néstor Humberto Martínez y Daniel Coronell. Lástima que no se aclaró un punto esencial sobre el escándalo de los sobornos de Odebrecht. Coronell preguntó por qué en Perú se demostró que cuatro expresidentes recibieron sobornos y en otros países se les pagaron avarios ministros y, en cambio, en Colombia el caso no llegó a un nivel tan alto. NHM afirmó que en Colombia se comprobaron coimas a dos viceministros y a 11 congresistas, y explicó que los sobornos no llegaron a presidentes ni expresidentes ni al gabinete porque los funcionarios de Odebrecht no confesaron esos hechos. Pero NHM calló una verdad.
Gracias a las investigaciones de sus fiscales se comprobó que los pagos ilícitos de Odebrecht los recibieron parlamentarios del partido de Juan Manuel Santos que se vendieron a la multinacional y que luego fueron fundamentales para el triunfo de Santos en la segunda vuelta en 2014. Los dos más conocidos son el senador Bernardo Elías, alias el Ñoño, y el senador Musa Besaile, ambos de Sahagún. Es decir, hubo un outsourcing o una tercerización de la corrupción de Odebrecht en el Gobierno Santos porque las comisiones no las recibieron ni el presidente ni el gabinete, sino congresistas del partido de Gobierno, pero los actos corruptos y venales a favor de la multinacional sí se dieron, con el mismo efecto que se consiguió en Perú sobornando directamente al jefe del Estado. El Ñoño confesó que “prestó su concurso al conglomerado económico con el propósito de consolidar su actividad en el país, con intervención directa ante diferentes entidades y funcionarios, aprovechando la condición de congresista”.
El Ñoño, que viajaba al lado de Santos en el avión presidencial, también aceptó la siguiente acusación: “El senador Elías asumió la función de agilizar los trámites para sacar avante en un tiempo récord la adición del contrato en las condiciones económicas favorables exigidas por la concesionaria, lo que le generó dividendos equivalentes al 2 por ciento del valor del mismo”. Esa coima del 2 por ciento significó, en dinero contante y sonante, la entrega al Ñoño de 17.900 millones de pesos, según la sentencia de la Corte Suprema de Justicia que lo condenó. Citando a Otto Bula, pagador de los sobornos recibidos por el Ñoño, la Corte afirmó que el Ñoño reclamaba el dinero en 2014 “con urgencia porque era época electoral y lo requerían para la campaña Santos Presidente”. Santos perdió frente a Óscar Iván Zuluaga la primera vuelta el 25 de mayo de 2014 por 458.000 votos. El 15 de junio de 2014, durante la segunda vuelta electoral, Santos remontó esa cifra en contra y superó a Zuluaga por una ventaja de 911.000 votos. ¿Dónde barrió Santos? En varios departamentos, entre ellos, tres que eran feudos del Ñoño: Córdoba, 63 por ciento para Santos, 34 por ciento para Zuluaga; Sucre, 60 por ciento de Santos vs. 38 por ciento de Zuluaga; La Guajira, 71 por ciento de Santos contra 27 por ciento de Zuluaga. Así lo consigné en mi libro Nobelbrecht, sobre Santos y los sobornos de Odebrecht.
¿Por qué en la entrevista calló Néstor Humberto Martínez sobre estos hechos que favorecen su gestión como fiscal general? Porque él fue puesto por Santos en la terna para fiscal, porque antes de ser fiscal estaba al lado de Santos en la Casa de Nariño como ministro de la Presidencia, y porque cuando NHM relanzó su bufete de abogado en alianza con el expresidente del Gobierno español José María Aznar, el invitado especial a ese acto fue Juan Manuel Santos. NHM es un abogado muy inteligente, pero no un abogado independiente. Tiene la lengua hipotecada por sus compromisos políticos y económicos.
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Se puede concluir que fueron más nocivos los sobornos en Colombia que en Perú. En Perú, como aquí, sirvieron para que Odebrecht, a cambio de dinero, obtuviera la adjudicación de contratos. Pero solamente en Colombia sirvieron adicionalmente para obtener un resultado electoral ilícito a favor del presidente, que no los recibió en efectivo, pero que sí se lucró políticamente con ellos gracias a los congresistas de su partido que lo hicieron reelegir en la segunda vuelta. En Perú, los sobornos no influyeron en las urnas. En Colombia fueron empleados indirectamente para favorecer a uno de los dos candidatos. Ernesto Samper Pizano es el único expresidente al que se le achaca la utilización de dineros sucios para ganar en segunda vuelta. Pero Santos tiene el mismo pecado. No fue apoyado por un cartel del narcotráfico, sino por un cartel internacional de la corrupción. Y eso se comprobó gracias a las pesquisas desplegadas por los fiscales de Néstor Humberto Martínez, aunque él no quiera resaltar ese resultado. En Colombia, Odebrecht no sobornó al presidente, sino que puso presidente.