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José Miguel Santamaría Uribe

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Nuestra precaria infraestructura facilita los bloqueos

Lo que nos está pasando hoy en día con el paro camionero es un fiel ejemplo del problema que tenemos.

José Miguel Santamaría
6 de septiembre de 2024

Aunque en los últimos años se ha mejorado mucho la infraestructura del país, seguimos siendo bastante vulnerables y nos falta mucho para estar en niveles siquiera parecidos a nuestros vecinos.

Mientras se pensó que las carreteras y obras de infraestructura importantes debían ser construidas exclusivamente por el Estado estábamos en la mala. Existían muchas otras necesidades primarias que se debían suplir antes que estás que tampoco llevaban buen ritmo. Todavía existen muchísimos municipios sin acueductos y alcantarillados adecuados.

Entidades como Ferrocarriles Nacionales y Caminos Vecinales, entre otras, tuvieron que ser liquidadas por ineficientes y corruptas. Muchos recursos se enterraron y dilapidaron en estas entidades por años. De hecho, por cuenta de esta corrupción no tenemos prácticamente sistema ferroviario.

La infraestructura en carretas y autopistas empezó a cambiar con el modelo de concesiones, donde los privados construían las obras a cambio de peajes por tiempos determinados. Al final la obra pasa al Estado. Este modelo que funciona en muchos países fue trancado abruptamente por el Gobierno Petro. Es más, por cuenta del mal manejo de los peajes el modelo está en crisis: se perdió toda la velocidad que se llevaba en el tema de carreteras.

El modelo de concesiones se utiliza en otras obras diferentes a las carreteras, como transporte urbano o aeropuertos. Sin decir que en este modelo no ha habido corrupción y problemas, la realidad es que se ven las obras.

Toda esta explicación anterior para llegar al problema que nos atañe en estos momentos. Colombia por cuenta de la precaria infraestructura que todavía tiene es muy vulnerable; muy pocos pueden bloquear el país a su antojo.

Los grupos indígenas bloquean casi diariamente la vía panamericana en el sur del país para exigir una u otra cosa. Ellos se dieron cuenta de que generan presión al incomunicarnos. Facilidad que encuentran por el hecho de que sea prácticamente la única vía de la región.

En las supuestas protestas sociales del 2021, el sistema TransMilenio de Bogotá se bloqueaba con 50 personas. Hoy lo siguen haciendo así de fácil. Que una ciudad de más de ocho millones de habitantes sea colapsada por tan pocos vándalos es inadmisible.

Lo que nos está pasando hoy en día con el paro camionero es un fiel ejemplo del problema que tenemos. Primero, la dependencia tan grande de que la carga del país sea movida por camiones; segundo, que nunca se haya priorizado un sistema alterno viable, pero que, además, que Bogotá sea tan vulnerable para ser bloqueada tan fácilmente por ellos. Llevamos dos días en que se cerraron los colegios, no entra ni sale mercancía a la capital, en muchas ciudades no se puede llegar al aeropuerto y no se puede ir con tranquilidad a los municipios aledaños. Una catástrofe.

Bogotá no tiene una sola buena entrada o salida que sea fluida, de hecho, sin bloqueos o paros, salir o entrar a Bogotá se ha convertido en un martirio; llevamos más de 20 años en esto.

En ningún momento se ha pensado que las protestas pacíficas no se deban dar, y que estas deben hacer reflexionar al gobierno de turno sobre lo que se está haciendo mal. El problema radica en la manipulación de estas en muchas ocasiones donde no se puede ceder por inconveniencia. Ese es el caso del paro en el que estamos hoy. No tiene ningún sentido seguir subsidiando el diésel y, al parecer, esta es la única solución para acabar el bloqueo.

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