Julio Londoño Paredes Columna Semana

Opinión

¡Oh, democracia, cuántos abusos se cometen en tu nombre!

Mientras volvemos a bipolarismo en el mundo, en Colombia se invoca la verdadera democracia.

Julio Londoño Paredes
21 de marzo de 2025

Mientras en Colombia estábamos en la marcha ordenada por Petro de los empleados públicos, respaldada por Fecode y por los indígenas traídos del Cauca; Trump y Putin decidían el futuro de Ucrania y de Europa en una conversación telefónica.

Putin fue “muy amable” al decir que, como un gesto, decidía no bombardear instalaciones de infraestructura energética durante treinta días. Además, aceptó que se hiciera un canje de prisioneros, lo que ha sucedido desde las guerras del Peloponeso hasta nuestros días. En fin, aunque que las condiciones de Putin prevalecen, ambos señalaron que las cosas van bien.

Aquí, entre tanto, el presidente toma el camino de incendiar el país porque una comisión del senado no aprobó un proyecto de ley. Eso no ha sucedido en la agitada historia política de nuestra adolorida patria, ya que los mandatarios de todas las tendencias e ideologías han tratado siempre de infundir una sensación de tranquilidad al país.

En América Latina, los casos de coacción para asistir a marchas se han visto en Cuba y en Venezuela. En Cuba, si una persona no asistía a una marcha o una concentración ordenada por el comandante en jefe o por uno sus sucesores, quedaba fichada con su familia para siempre. Si tenía trabajo, lo perdía y el CDR (Comité de Defensa de la Revolución) del vecindario, se encargaba de acosarlo y hacerle la vida imposible. La única solución: millones de cubanos emigraron.

En Venezuela la situación era aún más compleja. Ya que el riesgo de no asistir a las concentraciones bajo el control de los colectivos y de los círculos bolivarianos, era no solamente no tener acceso a los alimentos distribuidos por los CLAPS y a los medicamentos básicos de aspirina en adelante, sino incluso ir a la cárcel con cualquier pretexto. La alternativa fue que el 25 % de la población saliera para sobrevivir.

Ojalá que aquí no haya Comités de Defensa de la Revolución, Círculos Bolivarianos o colectivos encubiertos y que los funcionarios del orden nacional, que no asistan a las marchas de aquí en adelante, no vayan a sufrir las consecuencias.

No sabemos cuál será el epílogo. En los casos de Cuba y Venezuela, el lema fue el mismo que el de la plaza de Bolívar de Bogotá: vamos para la “verdadera democracia”. Cuba está en la condición más precaria que se recuerde desde la caída del muro de Berlín, mientras que Venezuela, a pesar de su petróleo, sigue en una situación caótica.

En esas condiciones sería interesante hacer en Colombia una consulta popular de amplio espectro preguntando a la gente si prefiere estar aquí, en Cuba o en Venezuela.

Parodiando las palabras de la gran activista francesa Jean Marie Roland, antes de ser decapitada en París en 1793, se podría decir ¡Oh, democracia! ¡Cuántos abusos se cometen en tu nombre!

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