OPINIÓN
El cuento chino de los zapatos chinos en Colombia
La historia de cómo las importaciones masivas y fraudulentas de zapatos de hasta 50 centavos de dólar el par, arrasan con la industria colombiana de calzado
El pánico y el dolor para los 100.000 colombianos que viven de fabricar zapatos en Colombia comenzó hacia el año 2010 cuando vino la gran avalancha de importaciones sospechosas de calzado chino, algunos a 1.000 pesos el par.
No era necesario ser doctor en economía para entender la dimensión del engaño: materia prima, costura, acabados, mano de obra, transporte hasta nuestro país ¿a un promedio de 50 centavos de dólar unidad? En ninguna parte del planeta, ni siquiera en China con sus 1.400 millones de habitantes se logra fabricar un par de zapatos a un costo tan bajo.
En Colombia no son exóticas ese tipo de operaciones. Por el contrario, son frecuentes -con licores, con electrodomésticos, con juguetes, con metalmecánica, con textiles, con perfumes y otras mercancías-. Se llama contrabando, a secas, o en ocasiones, contrabando asociado al narcotráfico y al lavado de dinero.
El comercio de los zapatos hiper baratos creció exponencialmente y en sólo 24 meses pasó de 33 a 60 millones de pares -55% del consumo nacional-. Acicam, la Asociación Colombiana de Industriales del Calzado y el Cuero, lanzó la voz de alerta: al menos 15 de esos 60 millones de pares tenían precios inferiores a un dólar.
La subfacturación, el dumping y la competencia desleal hicieron estragos en la industria nacional que muy rápidamente bajó su participación de 70 % a 40 % en el mercado interno. Comenzaron los despidos y el cierre de fábricas en el Barrio Restrepo de Bogotá, en Bucaramanga, en Medellín y en Cali.
Ante el desastre, el Gobierno tuvo que intervenir. El decreto 074 del 2013 impuso aranceles mixtos a textiles y zapatos de origen chino -US$5 por par de zapatos, más el 10% sobre el valor total-. Panamá país por donde ingresaban esas mercancías –y el grueso de todo el contrabando que llega al país- se sintió afectado y demandó el decreto ante la Organización Mundial de Comercio que en noviembre de 2015 falló a su favor. Aunque existiera comercio ilegal y lavado de activos de por medio, primó que con mercancías de valor hasta de 50 centavos de dólar, el arancel excedía el tope máximo de 40 % establecido por la OMC.
Es una pelea perdida irremediablemente porque China nos aplasta en comercio. Es nuestro segundo socio comercial y además de zapatos y textiles llena legal e ilegalmente nuestro comercio con todo tipo de mercancías: manufacturas, juguetes, repuestos, vehículos, químicos y hasta reactores nucleares. Nosotros les vendemos petróleo, carbón, ferroníquel, chatarra, bananos.
Las importaciones de ese país pasaron de 109 millones de dólares en 1993 a 10,032 millones de dólares en 2015. Y la balanza comercial, de 2.160,5 millones de dólares en nuestro favor en 2001, pasó a 15.907,3 millones en favor de China en 2015.
China está en el lugar 28 en el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, Colombia en el 61. Los productores chinos no tienen las cargas de impuestos municipales y nacionales de los nuestros, ni los costos de seguridad social de los trabajadores, ni los sobrecostos por la devaluación de la moneda.
Es la diferencia entre un país organizado en todos los frentes para exportar –conocimiento, tecnología, mercadeo, apoyo fuerte del gobierno- y otro exportador de materias primas, sin políticas serias de fomento al desarrollo productivo y cuyas autoridades no logran proteger su propio mercado del contrabando y otros delitos.
El desenlace de la historia de los zapatos chinos revela hasta donde llega el ingenio de los “empresarios” de la Colombia oscura del lavado, el dumping, el contrabando, los “san andresitos” y la ineficiencia de nuestras autoridades para combatirlos. El propio Ministerio de Comercio Exterior recomendó a los fabricantes colombianos de zapatos solicitar medidas anti dumping, pero hace pocas semanas se las negó con el argumento que si bien existían evidencias “el daño no se puede atribuir al comportamiento de las importaciones originarias de la República Popular China, dado que durante el período de análisis del dumping, estas importaciones disminuyeron en volumen y aumentaron en precios”.
Era verdad. Más ágiles que los fabricantes locales de zapatos y que el gobierno de Colombia los irregulares desplazaron en 2013 sus operaciones a países con los que tenemos acuerdos comerciales, en especial México. Gracias a esa maniobra China quedó fuera del fuego y las exportaciones de zapatos “mexicanos” que fueron de 290 mil pares en 2012, saltaron a 4,5 millones en 2013, a 10,1 millones en 20014 y a 10,4 en 2015. Los mismos zapatos de bajo costo hechos en China, pero con etiquetas cambiadas y según Acicam, importados con documentación falsa.
Las mercancías no son mexicanas ni pasan por México. Lo confirman las cuentas que no cuadran ni aquí ni en el gobierno de ese país, ajeno al tema. Mientras el Trademap Sicex, que mide las operaciones del comercio internacional, indica que en 2014 salieron 762.000 pares de zapatos mexicanos hacia Colombia, la DIAN registró el ingreso de 10,1 millones. En 2015 salieron 755.00 y la DIAN registró 10,4 millones.
Los 100.000 sufridos colombianos que viven de fabricar zapatos en nuestro país tienen ahora dos posibilidades para defender su actividad: iniciar otra acción anti dumping o esperar a que el Ministerio de Comercio Exterior produzca una regulación adecuada para controlar el contrabando. Es seguro que cualquiera de las dos serían efectivas pero también que la mayoría de las industrias perecerían en el largo tiempo de la espera. Tal vez sería más inteligente que cerraran sus fábricas y se dedicaran a importar, legal o ilegalmente, zapatos baratos de la China.
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