OPINIÓN
Otras Zonas Francas
Cuando Alberto Francisco Dávila, cabeza del grupo Daabon, visitó la Casa de Nariño, fue recibido por el Presidente con los ministros de su interés.
Dos de los beneficiados con los millonarios recursos de Agro Ingreso Seguro son, además, dueños de zonas francas concedidas por el gobierno. El grupo Daabon, de la familia Dávila Abondano de Santa Marta, y el señor Jaime Henríquez Gallo, ex senador y próspero bananero de Urabá, han recibido autorización para poner en marcha sus centros con régimen especial de impuestos.
Los dueños de zona franca, a diferencia de los demás contribuyentes, no pagan el 33 por ciento de impuesto sobre la renta, sino el 15 por ciento. Están además exentos del pago del IVA para todos los bienes, insumos y materias primas que compren en Colombia. Tampoco pagan tributos aduaneros, ni IVA, sobre los bienes que compren en el exterior y se queden en la zona franca.
Toda la plata que los afortunados poseedores de una zona franca dejan de pagarle al país los enriquece.
Los señores Dávila Abondano, de Daabon, financiadores de la elección del Presidente y del referendo que busca su tercer período, obtuvieron no una, sino dos zonas francas.
Una de ellas es la Zona Franca de las Américas, aprobada por la Dian previo visto bueno de cinco ministros del gobierno Uribe en el año 2008.
Como si fuera poco, en marzo de este año, el propio Presidente de la República -acompañado, entre otros altos funcionarios, por Andrés Felipe Arias- acudió a inaugurar una instalación industrial de otra zona franca de los Dávila Abondano. Se trata de la planta de biodiesel y glicerina de su empresa Biocombustibles Sostenibles del Caribe S. A., propiedad del grupo Daabon en asocio con Palmeras de la Costa S. A.
El biocombustible que produzcan, en ese privilegiado territorio, tendrá todas las ventajas fiscales, aduaneras y cambiarias, además gozará de los llamados pactos de estabilidad de 20 años. Más allá de su bonito nombre, estabilidad aquí significa que en dos décadas ningún gobierno podrá pensar en regresarlos a la normalidad tributaria.
Con plata de los colombianos, estos mismos señores instalan sistemas de riego y drenaje en sus fincas. Por ejemplo, en Riohacha, La Guajira, la totalidad de los recursos de AIS (2.634.703.151 pesos) fue recibida por el grupo Daabon.
Para reclamar esos dineros públicos se identificaron de diferentes maneras: C. I. La Samaria S. A., que recibió más de 463 millones; C. I. Tequendama S. A., con casi 480 millones; Ecobio Colombia Ltda., que obtuvo 409 millones; Guillermo Barrios del Duca -gerente de Alianzas Estratégicas de Daabon y director del boletín del grupo llamado Agro-alianzas-, a cuyo nombre lograron 469 millones; Jesús Carreño Granados -jefe de contabilidad de Daabon-, feliz ganador de un subsidio no reembolsable por casi 415 millones, y Luis Miguel Vergara -gerente del Fondo de Empleados de Daabon-, titular de otro regalo por cerca de 400 millones.
Cuando el señor Alberto Francisco Dávila, cabeza del grupo Daabon, visitó la Casa de Nariño, fue recibido por el Presidente de la República acompañado por los ministros de las carteras de su interés.
La historia de Daabon y de las fortunas consolidadas y aumentadas por decisiones políticas podría seguir -y seguramente seguirá-, pero no quiero dejar ir estas últimas líneas sin mencionar a los señores Guillermo y Jaime Henríquez Gallo.
Ellos, a través de su empresa Agrícola Santa María S. A., recibieron 500 millones de pesos no reembolsables para riego, además de un crédito a tasa preferencial de DTF menos 2 puntos.
Estos mismos apellidos han sido mencionados por el jefe paramilitar Freddy Rendón Herrera, alias el 'Alemán', como financiadores del paramilitarismo en Urabá.
Jaime Henríquez Gallo, antiguo compañero de Congreso del presidente Uribe, recibió del gobierno la autorización para poner en marcha la nueva Zona Franca de Urabá.