PACTO ANDINO: TODAS LAS DECISIONES HAN SIDO VIOLADAS
La ola de proteccionismo comercial que invade al mundo no ha afectado en otras latitudes las transacciones entre los países miembros de acuerdos regionales. Por el contrario, ha sido precisamente la Comunidad Económica Europea (CEE) uno de los líderes del proteccionismo frente a terceros países, a través de barreras arancelarias y no arancelarias, al mismo tiempo que reduce los obstáculos al intercambio entre países miembros.
La situación del Pacto Andino ha sido la inversa. Las medidas de varios países para impedir la importación de productos colombianos se había convertido en una práctica conocida, pero no anunciada. Esta lamentable tradición se ha agudizado ahora con la publicación de listas de prohibida importación de numerosos productos que se negociaban con nuestro país. El proteccionismo se aplica aquí precisamente contra una nación socia del pacto subregional. El Director de Incomex denunció valerosamente en Lima esta situación y añadió que Colombia "no puede sacrificar más su desarrollo en beneficio del acuerdo subregional".
Esta declaración es la culminación de un proceso largo de muchas frustraciones. En el curso de los años, todas las decisiones del Pacto Andino han sido violadas por nuestros socios. La declaración de cajón de algunos de nuestros funcionarios, cuando viajaban a Lima, era la de que iban a "salvar el Acuerdo de Cartagena", y no a defender los legítimos intereses colombianos.
Lamentablemente, la interpretación de nuestros socios y de los funcionarios de la Junta fue la de que Colombia era el gran beneficiario del Acuerdo y que, por consiguiente, se le debían exigir mayores sacrificios, tanto en las negociaciones de programas sectoriales, como en lás prácticas comerciales restrictivas.
Ese cordial ánimo integracionista colombiano, basado en la convicción de que resultaría en una ampliación del mercado y en un salto al desarrollo, no fue correspondido. La historia de las violaciones de las decisiones es cada vez más larga: Nuestros vecinos aprobaron y ratificaron las decisiones sobre inversiones extranjeras, mientras mantenían vigentes normas de libertad cambiaria que hacían nugatoria cualquier restricción.
Los sistemas de certificación de origen, para permitir que un producto se beneficie de las ventajas arancelarias del Acuerdo, han sido interpretadas, torcidas, quebradas y olvidadas, de tal manera que se conocen casos de productos que se importan semiensamblados a países miembros, para ser reexportados a Colombia con subsidios similares al CAT y con las desgravaciones consagradas para producciones andinas.
Las violaciones a las decisiones sobre libertad de tránsito de vehículos de carga automotriz son tan flagrantes, que los extranjeros, sorprendidos, piensan que son chistes, o anécdotas excepcionales, las vejaciones a que se ven sometidos nuestros transportadores, al llegar a las fronteras (y en esta materia se ha impuesto la reciprocidad). Los procesos legislativos y burocráticos a que se han visto sometidos los mecanismos de desgravación automática han demorado varios años la aplicación de cada una de sus etapas. La reducción y eliminación de las listas de excepción que estaba prevista, no se han cumplido y, por el contrario, éstas se han aumentado con medidas específicamente dirigidas contra Colombia, como es el caso recientemente denunciado por el Director de Incomex. Los plazos para la negociación de programas subregionales de industrialización se han ampliado indefinidamente logrando así mantener excluidos del proceso de liberación comercial los productos correspondientes. Los programas ya negociados (metalmecánico, petroquímico, automotriz) no se aplican; por el contrario, después de interminables ceremonias de negociación, nos encontramos con que las asignaciones no se respetan y el comercio se entorpece con toda clase de obstáculos burocráticos y reglamentarios. El comercio de productos agrícolas (que es uno de los pilares de la CEE) se entorpece, y se les da preferencia a terceros países, con la disculpa de que existen acuerdos bilaterales prioritarios.
Cuando no hay otros mecanismos de violación, se acude inclusive a la importación a través de organismos oficiales que no pagan arancel... (¿Para qué seguir la enumeración?).
Hoy nuestra balanza comercial con los países del Pacto Andino es gravemente deficitaria!
Cuando Colombia ha solicitado la ratificación de la creación del Tribunal Andino de Justicia, para que vigile el cumplimiento de las decisiones de la Comisión del Acuerdo, se le dan toda clase de disculpas y evasivas. Se ha llegado inclusive a sostener que su aprobación constituiría una renuncia inaceptable a la soberanía. Pero se olvida que los acuerdos internacionales constituyen una forma de ejercicio de la soberanía a través de concesiones de otros países. En cambio, el incumplimiento persistente e intencionado de los acuerdos internacionales constituye, ese sí, una invasión inamistosa de la soberanía del país afectado.
El efecto práctico es que hoy no existe en el sistema Andino un organismo jurisdiccional que proteja los intereses de los miembros frente a las violaciones de sus socios. En Colombia, en cambio, las decisiones del Acuerdo se han incorporado a la legislación nacional. Nuestros tribunales tienen plena jurisdicción sobre la materia, y la iniciativa para demandar al Estado colombiano ha provenido muchas veces de nuestros propios compatriotas, cuando consideran afectados sus intereses particulares, por cualquier restricción orientada a mejorar nuestra posición, frente a las violaciones constantes de nuestros socios.
Colombia ha tenido desde los tiempos del Libertador Simón Bolívar, una marcada vocación integracionista. Hemos sido conscientes de que la integración implica la renuncia a alguna parte de nuestra autonomía para determinar el rumbo de nuestro destino; pero ese sacrificio aparente de nuestra soberanía, puede resultar en un fortalecimiento de nuestra nacionalidad si los socios regionales aportan su óbolo de desprendimiento y participan equitativamente de los beneficios de la integración.
En las circunstancias actuales cuando el proteccionismo se fortalece en los países ricos; cuando CEE estrecha sus vínculos para fortalecerse frente a terceros; cuando el mundo industrializado desarrolla convenios bilaterales específicos entre Estados Unidos y Japón; entre éste y la CEE, y, recientemente, entre la CEE y Estados Unidos; los organismos de integración representarían un fortalecimiento de nuestra capacidad negociadora frente a los distintos bloques, y una forma deseable de ampliación de nuestro mercado. Pero la integración no puede ser una calle de una sola vía.
El resultado de esa acumulación de violaciones por parte de nuestros socios es una frustración generalizada en nuestro sector empresarial (que había sido el principal defensor del Acuerdo), y en las esferas políticas y gubernamentales. Hoy Colombia está madura para examinar objetivamente la posibilidad de denunciar el Acuerdo de Cartagena, a menos que nuestros socios rectifiquen su conducta. Esto tendría, desde luego, sustanciales consecuencias. Nos obligaría a manejar las relaciones con los actuales miembros del Acuerdo dentro del marco de la ALADI, con mayor énfasis en las negociaciones bilaterales. Pero nos permitiría readquirir nuestra autonomía en la definición de nuestros aranceles; de nuestras políticas comerciales y de inversión extranjera, y, en general, de nuestra política de desarrollo económico y social.
Cerremos este análisis con una cita del presidente Betancur: "Ahora, cuando varios países del Grupo nos cierran sus fronteras, no podemos seguir haciendo sacrificios unilaterales ".