OPINIÓN

Padres e hijos

¿Es este un negocio de saludcoop? ¿Y si lo es, por qué tiene ánimo de lucro? ¿O es un negocio del presidente de la cooperativa, su hijo y un socio? ¿Y si lo es, nuevamente, de dónde salió el dinero?

Daniel Coronell
7 de mayo de 2011

La ley determina que las cooperativas realizan únicamente actividades sin ánimo de lucro. Asegura la norma que los trabajadores o usuarios de las cooperativas deben ser sus mismos aportantes o gestores y que la utilidad de esas cooperativas no puede enriquecer a alguien en particular, sino traducirse en mejores servicios para los asociados y para la comunidad en general.

Gracias a estas características, las cooperativas gozan de exenciones de impuestos y tratamiento especial por parte del Estado.

Por eso resultan sorprendentes las fortunas de unos dirigentes del sector solidario y muy especialmente de Saludcoop, el gigantesco grupo cooperativo de la salud.

El presidente de Saludcoop, Carlos Gustavo Palacino Antía, es un hombre realmente rico. Su fortuna no se limita a su participación en el lujoso hotel resort de golf Villa Valeria, en el departamento del Meta. En ese negocio es socio del arquitecto Jaime Barrero Fandiño, presidente de la junta directiva de Cafesalud, otra empresa del grupo Saludcoop.

Hace años, Barrero Fandiño fue el curador urbano que otorgó las licencias que permitieron el inicio de las obras con las cuales Saludcoop se ha ido tomando gradualmente un pedazo de Bogotá, entre las calles 100 y 116, a los dos lados de la autopista Norte.

Los intereses comunes de los doctores Palacino y Barrero trascienden las fronteras. Hace cinco años, el 15 de marzo de 2006, mientras en Colombia se discutía si las EPS podían usar recursos de la salud para aumentar su patrimonio, en una notaría de Panamá empezaba otro capítulo de esta historia. (Ver)

Ese miércoles, en el soleado istmo, propicio para abrir empresas sin contestar muchas preguntas, fue constituida la sociedad Medisalud S.A. La escritura da cuenta de que el objeto de la compañía es explotar el negocio de los seguros de salud. Su capital es de dos millones de dólares, expresados en la simbólica moneda local: balboas.

La junta directiva de la compañía, de acuerdo con el registro en Panamá, tiene tres miembros: Jaime Eduardo Barrera Fandiño, quien figura además como presidente y representante legal. El segundo integrante del directorio es el presidente de Saludcoop, Carlos Gustavo Palacino Antía, quien desempeña las funciones de secretario en la sociedad panameña. El tercero es el hijo del anterior, se llama Carlos Santiago Palacino Puerto y figura como vicepresidente y tesorero de la compañía. Los señores Palacino registraron como su dirección la de su casa particular construida en otro campo de golf en las afueras de Bogotá. (Ver)

¿Es este un negocio de Saludcoop? ¿Y si lo es, por qué tiene ánimo de lucro? ¿O es un negocio del presidente de la cooperativa, su hijo y un socio? ¿Y si lo es, nuevamente, de dónde salió el dinero?

No es este el único negocio en el que se cruzan los nombres de Barrero Fandiño y Palacino. En una antigua promesa de compraventa consta que las empresas del grupo: Cruz Blanca, Cafesalud y la propia Saludcoop -representada personalmente por Carlos Palacino- le entregaron 2.000 millones de pesos y se comprometieron a darle 14.000 millones más a una entidad llamada Coopsocial Limitada. (Ver)

El pago obedecía a la compra de un predio en el sur de Bogotá para la construcción de una clínica. La sociedad vendedora, Inversión Coopsocial, a pesar de su nombre no era una cooperativa, sino una compañía limitada cuyo socio mayoritario es Ricardo Barrero Medina, un joven que tenía apenas 15 años cuando se creó la próspera compañía. (Ver)

Para colmo de sorpresas, Ricardo Barrero resultó ser el hijo del arquitecto Jaime Barrero Fandiño. (Ver)

Tratemos de resumirlo: las empresas de Saludcoop le hicieron un millonario pago a una compañía que pertenece al hijo de uno de los actuales directivos del grupo cooperativo. Ese mismo directivo se sienta en la junta de una sociedad panameña -de accionistas desconocidos- con el presidente del grupo y con el hijo de este último.

Al mismo tiempo, los dos abnegados padres de familia y dirigentes cooperativos son socios de un campo de golf con hotel de lujo en los Llanos Orientales. Qué bueno que trabajen sin ánimo de lucro.

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