OPINIÓN
Para estar bien con tu pareja, debes estar primero bien contigo mismo
Antes de empezar el trabajo de restauración debemos encontrar todos los pedazos de aquello que se ha roto en nosotros mismos y luego comenzar a restaurar lo que se ha roto en el vínculo.
Pedro y Mónica habían llegado a consulta en un grado de agobio y dolor que era difícil de contener.
Ella lloraba a mares y de sus bellos ojos azules brotaban lágrimas que nublaban su visión, su vida y su claridad.
Él trataba de mantener la calma, con una cara de angustia y miedo como si estuviera en un callejón sin salida.
A Mónica se le notaban rastros de haber sido una hermosa mujer, rubia, con una cara preciosa, pelo abundante y recogido en una coleta que se habría hecho a la carrera, vestía ropa de hacer ejercicio por el apuro con el que había salido de casa y por eso tampoco traía maquillaje.
Pedro vestía también una sudadera, estaba aún despelucado y en sus ojos se podían notar unas grandes ojeras de cansancio y agotamiento lo cual no podía ocultar detrás de sus bostezos.
Cómo puedo ayudarles, les pregunte y en simultáneo y los dos empezaron a lanzar ráfagas de palabras envueltas en quejas y expresiones de insatisfacción contra el otro.
La personalidad de Mónica era muy fuerte, algo agresiva, intimidante, muy crítica de él, no quería ceder en sus argumentos y tenía duras expresiones en las que se notaba mucha ira reprimida.
Entre sus múltiples argumentos dejó muy claro que ella estaba lista a separarse si él no cambiaba de modo contundente y de una vez por todas.
Pedro, estaba un poco más tranquilo y se sentía agredido, vulnerado y algo irrespetado por la comunicación desbordada de Mónica, me explicaba: yo se que no soy perfecto y en ocasiones me he equivocado, pero no creo que sea para tanto,ella no me debe hablar así, yo prefiero no responderle y guardar silencio, pero ya estoy cansado de estar conviviendo con una mujer histérica que solo me grita y se queja, recordandome mis defectos.
¿A dónde vamos a parar? me preguntaba Pedro asustado, ¿ya ves? siempre acabamos así, solo haciéndonos sufrir, siempre terminamos en una guerra, sin poder hablar, una guerra que cada uno quiere ganar.
Tenían una niña pequeñita, Mariana y esta vez, esta chiquitina nos acompañaba en la consulta pues no tenían ayuda para haberla dejado en casa.
Se casaron hace 10 años y todo era color de rosa, Mónica era una despampanante mujer guapísima, delgada, económicamente muy estable, amante del buen vino, las cenas, las aventuras, los viajes y demás.
Pedro era un hombre apuesto, de buen corazón, exitoso, pero que la vida le había complicado las cosas en términos laborales y económicos, razón por la cual Mónica había tenido que remangarse su linda blusa de satín para ayudar a mantener la casa dado que hacía unos años la difícil situación de la economía mundial había puesto a Pedro en aprietos.
El campo de batalla era casi siempre su habitación, a donde llegaban cada noche exhaustos de trabajar, cargando cada uno sus preocupaciones a cuestas, Mónica, sin darse cuenta había caído presa de la ansiedad y una vida frenética llena de obligaciones, razón por la cual ya no tiene tiempo ni para arreglarse, ni de ir al gimnasio y se había subido 12 kilos de peso, andaba siempre con una cola de caballo y casi sin maquillaje.
El mal genio, el cansancio físico y emocional y la irascibilidad se habían convertido en sus compañeros permanentes, su hija Marianita no dormía bien, era una niña consentida, hija única, que requería de mucha atención y cada vez que hacía pataleta, la calmaban dándole el teléfono celular para intentar hipnotizarla.
Yo me propuse ahondar en esta historia para investigar de donde nacía la ira y la hostilidad de Mónica, también empecé a indagar más para comprender la apatía y la anestesia emocional de Pedro, algo no andaba bien y aparte de los rasgos de personalidad de cada uno debía haber algo más que a simple vista no se veía.
Mónica diacide amarlo, decía haber hecho muchos sacrificios por el, aportaba mas a la casa en términos economicos, ayudaba con la niña, trabajaba hasta el anochecer y en ocasiones hasta los fines de semana, mientras Pedro intentaba sacar adelante sus proyectos, pero al no haberlo logrado, se sentia incompetente y frustrado lo cual lo estaba llevando a tener serios problemas de autoestima.
Mónica, para seguir avanzando con tu proceso de autoconocimiento, sigo notando una ira profunda hacia Pedro y una imposibilidad de hacer las tareas que te he mandado como intentar apelar a la ternura e intentar no pedir amor con escopeta, trata de excavar en tu interior para que descubras el motivo de tu agresividad, la cual se te escapa de modo reactivo y en automático, le comente.
De repente ella se echó a llorar y fue entonces cuando al fin confesó que debido a los cambios tan abruptos que había tenido su relación, la situación estaba muy tensa entre ellos, Pedro se sentía que si no era visto y reconocido como exitoso, entonces carecía de valor inherente, es decir que en su interpretación del mismo, en su auto percepción, si él no tenía un cargo importante, si no era el proveedor, si no se sentía admirado y reconocido por Mónica, brotaba de él una inseguridad oculta y una sensación de incompetencia difícil de controlar.
Como consecuencia de esta sensación de frustración e inseguridad, Pedro empieza a buscar la nutrición para su autoestima y su ego afuera en sus vínculos íntimos pero clandestinos con otras mujeres y amigas muy cercanas.
Mónica se sentía entonces traicionada, desilusionada y defraudada, pensaba, cómo me puede estar pasando esto? he dado tanto de mí para aportar a Pedro todo lo que soy, lo que tengo hasta quedarme vacía y el me paga con deshonestidad, engaño y mentira?
Ella ya había tomado el papel de detective de sus redes sociales, su celular, sus correos y hasta sus bolsillos, para comprobar que efectivamente había siempre rasgos de coqueteos, conquistas y relaciones muy cercanas con amigas quienes le expresaban a Pedro deseo y validación, todo lo que un hombre vanidoso e inseguro necesitaba escuchar para no morir del temor de no ser reconocido el cual lo acechaba desde su infancia en donde había aprendido a necesitar abundancia de elogios y atención positiva para sentirse valioso.
Mónica se había llenado de rabia y resentimiento al encontrar sus chats, fotos, mensajes escondidos en sus redes sociales y esto la hacía sentir profundamente defraudada, llevándola a acumular grandes cantidades de ira reprimida la cual no podía ocultar cuando le hablaba o tenía alguna comunicación con el.
Cada vez que se sentían relacionándose desde la sombra de cada uno: la ira de Mónica y la falsedad de Pedro, se abrían más y más grietas difíciles de sanar.
Les comparti entonces la analogía del jarrón japonés:
Las monarquías japonesas tienen en sus palacios unos jarrones de porcelana muy valiosos y en ocasiones se han llegado a romper, los jerarcas hacen entonces una valoración de cuan valioso es el jarrón para decidir si lo tiran a la basura o lo restauran, cuando consideran que es un jarrón verdaderamente valioso, toman la firme decisión de restaurarlo pegando todos sus pedazos con pegamento mezclado con oro en polvo de tal modo que las grietas restauradas en oro dejen ver el valor que representa el gran trabajo y esfuerzo implícito en algo que tiene mucho valor, tanto que no se puede tirar…
Así son las relaciones, algunas para tirar al olvido y otras para pegar y restaurar con oro para que cada una de esas grietas sanadas nos recuerden el valor y el arduo trabajo de restauración para salvar algo que tiene muchísimo valor.
Antes de empezar el trabajo de restauración debemos encontrar todos los pedazos de aquello que se ha roto en nosotros mismos y luego comenzar a restaurar lo que se ha roto en el vínculo.
Monica tenía grietas en su alma pues le habían roto su confianza, no sentía que las renuncias y sacrificios que había hecho por Pedro eran valorados por el y en cambio le había pagado engañandola y mintiendole con su agenda oculta,su amor por el se habia estallado en mil pedazos y algo en ella se había desconectado de él. Inclusive ya no lo admiraba y respetaba como antes pues veía cómo en él aún vivía el niño herido de su adolescencia cayendo en actitudes de inmadurez emocional como la conquista y la coquetería, para sentirse visto adulado y reconocido.
El mundo está lleno de adolescentes inseguros de 30, 40, 50, 60 y hasta 70 años.
Monica necesitaba tomar decisiones contundentes, trabajaba en su relación de la mano de Pedro y cada uno debía sanar y restaurar sus pedazos rotos para después reconstruir el gran jarrón o desidia botar los trozos a la basura pues quizás no habría nada bueno ni valioso que salvar.
Cada uno en su interior debía darse esa respuesta, pero ambos debian remangarse la camisa y trabajar arduamente en su autoconocimiento y autorestauración para que de ese modo pudieran lucir en el medio de su hogar un lindo y valioso jarrón con grietas cubiertas en oro resplandeciente que cada dia les recuerde el valor de su gran amor.
A veces botar el jarrón es mucho más fácil que hacer el trabajo de restauración, culpar a nuestra pareja de nuestra insatisfacción o infelicidad es total inmadurez emocional, hacernos responsables de los trozos rotos de nuestro propio jarrón es estar bien con nosotros mismos para después estar bien con nuestra pareja, sino, será imposible romper el ciclo de dolor.
Mi píldora para el alma
Cuando agredes a tus seres queridos los empujas tan lejos de ti, que después no los vuelves a encontrar, recuerda que la ternura y la honestidad son los mejores estimulantes para el amor.