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Opinión

Perspectivas para Colombia tras la COP28: desafíos, oportunidades y un vistazo al 2024

Mientras la comunidad internacional lidia con la definición de transferencias internacionales de mercados de carbono, Colombia, antes líder, enfrenta desafíos. La postura ideológica del presidente Petro corre el riesgo de polarizar y estigmatizar los mercados.

Ana Milena Plata Fajardo
12 de enero de 2024

La más reciente COP28 celebrada en Dubái dejó un sabor agridulce al no alcanzar un consenso sobre los textos relacionados con el artículo 6.2 y el artículo 6.4 del Acuerdo de París, específicamente en cuanto a las transferencias internacionales de créditos de carbono.

A pesar de este traspié, Colombia ha continuado operando bajo las reglas del sector privado en relación con las transferencias del artículo 6.2. En un hecho alentador, Colombia ha oficializado su postulación para ser la sede de la COP16 en 2024, la Conferencia Bienal de la ONU sobre Biodiversidad. ¡Nuestras felicitaciones a la ministra por tan importante nominación!

Se espera que este logro abra puertas para los mercados certificados de biodiversidad y permita la contribución del sector privado a los esfuerzos de conservación de la biodiversidad. La participación activa de Colombia en la formación del grupo de 24 países durante la COP27, que estructuró la operación de un fondo de pérdidas y daños, merece reconocimiento. Aunque la aprobación de este fondo durante la COP28 representa un avance, es crucial garantizar que estos recursos lleguen rápidamente a las comunidades más afectadas.

Esto incluye a las comunidades negras a lo largo del río Atrato, enfrentando una mayor vulnerabilidad debido al cambio climático y a los indígenas que enfrentan obstáculos debido al fenómeno de sequía y al aumento de los precios de la gasolina en Colombia. El país ha destacado en los mercados de carbono, ganando el premio Carbon Pricing Champion Award en la COP25, con más de 200 proyectos registrados.

Sin embargo, cambios recientes en la política, como la limitación a las empresas para compensar solo el 50 % de su huella de carbono con proyectos privados, generan preocupaciones. Las declaraciones del presidente Petro, antagonizando al sector privado, reflejan un cambio en el enfoque de Colombia hacia las soluciones basadas en la naturaleza.

Desde la llegada del presidente Petro, las iniciativas de soluciones basadas en la naturaleza han experimentado un declive preocupante. Las limitaciones impuestas por la reforma tributaria, que restringen a las empresas a compensar solo el 50 % de su huella de carbono con proyectos privados, han generado un impacto significativo.

Además, las declaraciones del presidente Petro, que estigmatizan al sector privado, han generado inquietud entre aquellos que originalmente lo apoyamos. Sus discursos en foros internacionales, como la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde caracterizó a los ricos como generadores del hambre, o sus comentarios en la COP27 y COP28, sugieren posturas radicales que desafían la viabilidad y ejecución de una estrategia clara.

Firmar pactos de prohibición de nuevos proyectos de extracción puede sonar loable en términos medioambientales, pero estas posturas extremas evidencian la falta de una hoja de ruta tangible y ejecutable. Lograr un mundo sostenible, libre de emisiones de gases de efecto invernadero, requiere un enfoque gradual y la inclusión de todos los sectores de la economía: academia, sector privado, comunidades indígenas, comunidades negras, sector público y organizaciones no gubernamentales.

Desafíos y el camino a seguir

Mientras la comunidad internacional lidia con la definición de transferencias internacionales de mercados de carbono (artículo 6.4 del Acuerdo de París), Colombia, antes líder, enfrenta desafíos. La postura ideológica del presidente Petro, evidente en sus discursos, corre el riesgo de polarizar y estigmatizar los mercados.

Es crucial reconocer que salvar al mundo de las emisiones de gases de efecto invernadero requiere un enfoque gradual e inclusivo que involucre a la academia, al sector privado, las comunidades indígenas, las comunidades negras, el sector público y las organizaciones no gubernamentales.

En conclusión, mientras navegamos por las secuelas de la COP28, es imperativo mantener los principios de inclusividad, colaboración y practicidad para abordar los desafíos climáticos. Colombia, con su potencial de liderazgo, debe equilibrar metas ambiciosas con estrategias factibles y constructivas para crear un futuro sostenible e inclusivo.

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