Opinión
Petro el destructor
Este es el candidato que pregona que va a reactivar la economía parando la economía. Petro critica mucho y más bien propone muy poco.
Esta semana el país vivió una de las jornadas más intensas y violentas desde que inició la pandemia. Con el telón de fondo de una reforma tributaria que solo produce el rechazo general de la ciudadanía, miles de personas salieron a las calles a protestar. Muchos lo hicieron en paz, pero la jornada se caracterizó por actos repudiables de violencia y vandalismo organizado, que la gente pudo ver en vivo y en directo a través de las pantallas de sus celulares.
Mientras los ciudadanos protestaban, políticos como Gustavo Petro aprovecharon las movilizaciones como estrategia de campaña política en su camino hacia la Presidencia de la República. Petro quiere ser presidente cueste lo que cueste.
Este paro nacional había sido convocado con meses de anticipación por los sectores de izquierda, a los que les cayó de perlas, en términos de lograr una mayor convocatoria, el rechazo que produjo la reforma tributaria presentada por el Gobierno del presidente Iván Duque. Petro aprovechó el momentum político y se sumó a la convocatoria, pero a los sindicatos y al mismo Petro se les atravesó un obstáculo del cual se zafaron de taquito.
La jueza Nelly Villamizar, del Tribunal de Cundinamarca, profirió un fallo, horas antes del inicio del paro nacional, en el que argumentó de fondo que el derecho a la protesta no está por encima de otros derechos como el de la salud y la vida, y que las marchas debían aplazarse hasta que bajara el tercer pico de la pandemia y fuera seguro para los ciudadanos protestar. De inmediato, el poder Ejecutivo, en cabeza del presidente y sus ministros, así como alcaldes y gobernadores, acataron el fallo. El sector progresista de abogados, influenciadores y periodistas-activistas salió a burlarse y cuestionar los argumentos de la jueza, dejando en el ambiente un tufillo misógino y machista. La centroderecha y la derecha, por el contrario, aplaudieron que el alto tribunal se la jugara por los derechos de las mayorías e hiciera un llamado a la sensatez.
Gustavo Petro decidió entonces hacer una “alocución” para dirigirse al país, procediendo como si ya fuera el presidente de Colombia. Si así actúa de candidato, ¿se lo imaginan de presidente posesionando? Desde sus redes y vendiéndose como un asertivo y sosegado líder, apoyó el paro diciendo que: “Un paro es, antes que nada, un cese de actividades. No abrir su negocio. No sacar su carro. No ir al trabajo. No comprar gaseosas. No ir a comprar nada en grandes superficies comerciales. No hacer transacciones financieras. Retirarse de fondos privados de pensiones”.
Al comparar las palabras de la “alocución” de Petro con los hechos violentos que ejecutaron los vándalos, se puede evidenciar el ataque a los negocios pequeños, el miedo infundido a los comerciantes de perder sus mercancías, las hordas de delincuentes que ingresaron a centros comerciales, almacenes de grandes superficies y que salieron con televisores y electrodomésticos cargados en la espalda. La afectación a TransMilenio en Bogotá y la quema de buses del MIO en Cali. El hecho más grave fue la destrucción de una oficina del banco AV Villas y los ataques que sufrieron SEMANA y el Canal RCN, un ataque directo a la libertad de prensa.
¿Coincidencias entre el discurso y la realidad? Muchas. Este es el candidato que pregona que va a reactivar la economía parando la economía. Petro critica mucho y más bien propone muy poco. Hasta ahora, la propuesta más “brillante” es que el Banco de la República imprima más billetes, una copia del desastre venezolano. Petro ha demostrado que no le gusta el modelo de libre mercado y de competencia establecido en la Constitución Política de Colombia. Entonces, si no le gustan las empresas, ni las utilidades, ni el capital, su objetivo es ¿destruirlo?
Petro demostró que no le importa lo que diga la justicia. A diferencia de otros líderes que también se encuentran en la carrera presidencial, no tuvo reparo en zafarse de la orden de la jueza Villamizar y promover con habilidad las protestas, aun sabiendo del riesgo que corrían los manifestantes de contagiarse al salir a las calles. ¿Por qué no fue a marchar?
Petro convoca para destruir. Conoce los caminos de la violencia. No tiene reparos en enviar las hordas de seguidores a destruir en las redes sociales a las personas que se atreven a cuestionarlo. El país no puede olvidar que Petro, el candidato con más opciones para llegar a la Casa de Nariño, perteneció al grupo guerrillero M-19, que incendió el Palacio de Justicia. ¿Son el uso de la violencia y el miedo las armas que tiene para ganar la presidencia?
La alcaldía de Bogotá de Gustavo Petro es otra prueba de lo que sería la presidencia del actual senador. No pudo sacar adelante el metro de la ciudad, no acabó con la pobreza, ni el hambre, ni mejoró las condiciones de miles de niños y niñas. Es más, la capital se quedó esperando la construcción de los mil jardines infantiles que prometió en campaña. En cambio, sí sometió a la ciudad a una destrucción a punta de protestas y la promoción del enfrentamiento entre las clases sociales.
A veces me pregunto, ¿a qué clase social y económica pertenece el senador Gustavo Petro? Sin lugar a dudas a una muy privilegiada. Pocos colombianos se pueden dar el lujo de irse de vacaciones cuatro meses a Europa y recibir con tranquilidad honorarios de 30 millones de pesos mensuales. Es que, como buen progresista, Petro es selectivamente capitalista.
A Petro hay que reconocerle que fue un buen senador, un muy mal alcalde y sin ninguna duda, de llegar a la presidencia, será un pésimo presidente.