OPINIÓN
Petro: la vacuna que no sirve
Colombia tendrá el extravagante privilegio de elegir entonces entre la democracia y la autocracia, un privilegio de la libertad tan raro como decidir entre la vida o la muerte al elegir vacunarse o no.
No admite duda que lo que sucedió el pasado viernes fue escandaloso: un líder político que lleva años enfilando su artillería con el propósito de ganar las próximas elecciones presidenciales, y que cuenta con más de cuatro millones de seguidores en Twitter, dijo sin despeinarse, y cito textualmente, que “las vacunas no sirven para el virus covid – delta” (sic).
Lo que sigue es aún más perturbador: la habitual legión de traductores e intérpretes de Petro, autor de trino, salieron en tropel a decir que no, que lo que quería decir su líder político no era eso. Que cómo se nos ocurría ser tan malpensados con un mensaje que, pese a lo que decía explícitamente, en realidad no quería desestimular la vacunación en Colombia.
De allí saltamos a algo aún más inaudito: por primera vez en la historia política de Twitter en Colombia, esa red social decidió marcar como “engañoso” un trino. ¡Ese trino de Petro! Dicho hecho recuerda cuando Twitter también hizo lo mismo con los trinos de Donald Trump, entonces presidente de los Estados Unidos, cuando él decidió embestir contra el resultado de las elecciones, poniendo en riesgo la estabilidad de la nación norteamericana en un momento tan complejo.
Eso fue lo que hizo Petro: poner en riesgo, con su masivo poder de convocatoria, el vital proceso de vacunación en Colombia, llamando a desconocer la efectividad de las vacunas.
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Esta es una de las irresponsabilidades más grandes en la historia política del país.
Porque, para empezar, el amplio consenso científico reconoce que todas las vacunas son efectivas para prevenir enfermedad grave y riesgo de muerte ante el Covid-19 y sus variantes. Decir “no sirven” es acientífico, inmoral e inexacto. Las vacunas están hechas para salvar vidas. Ponerlas en duda es atentar contra la vida.
Hasta aquí todo es desconcertante, lo suficiente para que de verdad sea un escándalo nacional. Pero hay que añadir un último episodio: Petro se ha negado sistemáticamente a reconocer que cometió un error.
A mi modo de ver, esto es lo más preocupante de este caso. Errores sobre la pandemia hemos cometido todos: la situación es anómala para el mundo entero. Es normal correr el gran riesgo de salir en falso. Sin embargo, y cuando el criterio científico y la opinión pública señalan al unísono que se cometió un error, lo ético es salir a reconocerlo, incluso pedir perdón.
Pero no. Petro se ha empeñado en negarse a reconocer que dijo una mentira peligrosa. Ese talante es preocupante, como dije, porque estamos hablando de una figura pública que quiere competir las próximas elecciones presidenciales. Su incapacidad para reconocer fallos propios llama la atención y señala hacia una figura con bastante amor propio, tanto hasta el delirio. Ese delirio es el que le impidió a Petro retractarse sobre algo que los científicos, las autoridades de salud y la sociedad en general le reclamaron: no es cierto lo que usted dijo, senador Petro, sobre la efectividad de las vacunas. ¡Su mentira puede costar muchas vidas!
Petro se ve a sí mismo y no ha dejado de venderse como la única posibilidad de salvación para Colombia. En esa humilde visión, los errores propios son imposibles. Petro es infalible para Petro. Jamás miente ni se equivoca, jamás se tropieza, nunca cae en inexactitudes. Y si al parecer se equivoca, somos los ciudadanos los culpables, por no entender lo que en realidad quiso decir.
Así es que vemos a muchas personas, empezando por el senador Bolívar, diciendo que Petro no dijo que las vacunas no servían, pese a que dijo “las vacunas no sirven para el virus covid – delta”.
Como dije, Petro no ha admitido que su afirmación puede estimular el creciente número de negacionistas, los mismos que piensan que las vacunas no sirven, que son un riesgo biológico, que incluso tienen microchips de control del orden mundial por dentro. A ese nivel de imprecisión con la realidad llegan algunos, y Petro los está validando. Alimentar teorías de la conspiración en esta coyuntura, cuando un solo contagiado puede transmitir el virus a más de 400 personas, es gravísimo. Porque esas 400 personas, de no estar vacunadas, corren el serio riesgo de morir.
No, senador Petro. No hay vacunas que no sirvan en el caso del coronavirus, si están avaladas por la OMS. Lo único que no funciona en términos de vacunas es la del fracaso socialista, por ejemplo, una receta con la que algunos quieren inmunizar a Colombia y que sería peor que una pandemia, a juzgar por los millones de ciudadanos del vecino país que llegan a Colombia huyendo del hambre, el desempleo y la miseria.
Colombia tendrá el extravagante privilegio de elegir entonces entre la democracia y la autocracia, un privilegio de la libertad tan raro como decidir entre la vida o la muerte al elegir vacunarse o no.