OpiNión
Petro, le pido un segundo de sensatez
Petro, asuma su responsabilidad, permita la expresión de la verdad y recomponga el rumbo del país a través del consenso y no de la radicalización.
Colombia está pasando por un momento difícil y por una de las peores crisis políticas de las últimas décadas. La legitimidad y legalidad del actual Gobierno están en entredicho y, en consecuencia, el Estado, la sociedad y el futuro están en riesgo. Ante este escenario, hay que hacernos sentir como oposición, pero, sobre todo, como ciudadanos preocupados por nuestro país que amamos: es momento de reflexionar y actuar de manera constructiva.
Primero, volvamos al contexto. Es necesario dejar claro que esta crisis se gestó desde el interior del Gobierno Petro. No estamos ante un supuesto “golpe blando” ni “duro” por parte de la oposición como lo ha querido hacer ver el presidente. La crónica de una crisis interna es muy bien conocida: Day Vásquez, exesposa de Nicolás Petro, reveló que este habría recibido financiación de narcotraficantes para la campaña presidencial; Laura Sarabia, mano derecha de Petro, fue involucrada en interceptación ilegal de la línea telefónica de su exniñera; Armando Benedetti, determinante en el triunfo de Gustavo Petro y la persona más cercana al actual presidente durante su campaña, habló acerca de una posible financiación ilegal de la misma por un valor de 15.000 millones de pesos, presuntamente provenientes del narcotráfico.
Petro no puede salir a decir que existe un complot en su contra para intentar minimizar la gravedad de estos hechos ni culpar arbitrariamente a los medios de comunicación por presentárselos a los colombianos, como es su deber en un país democrático que respeta la libertad de prensa. Así que, lejos de un complot, estamos ante revelaciones y pruebas adicionales del juego sucio con el que el presidente y sus aliados hicieron campaña, y hoy están gobernando a Colombia. Pero el daño ya está hecho y hay que mirar hacia adelante. Por eso, es fundamental que Gustavo Petro, Armando Benedetti, Laura Sarabia, Nicolás Petro y todos los que están involucrados en estos hechos irregulares e ilegales respondan ante la ley, las instituciones y ante un país que está esperando la verdad.
Con base en todo lo anterior, y con el fin de que sean investigados, el lunes pasado interpuse una denuncia ante la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes para que se esclarezca la posible comisión de delitos relacionados con financiación ilegal de la campaña presidencial de Petro. Asimismo, pedí respaldo institucional a la Fiscalía General de la Nación para investigar a Benedetti, Sarabia y Ricardo Roa, gerente de la campaña de Petro y hoy presidente de Ecopetrol. Todos deben explicar de manera clara y veraz la procedencia de esos 15.000 millones de pesos.
En medio de estas tensiones, irregularidades y preguntas sin resolver, no hay ambiente para discutir las reformas –profundamente radicales, además– que quiere imponer este Gobierno. Es nuestro deber ciudadano, y es deber también del Congreso y las instituciones, demostrarles que el Estado no es un juego de conveniencias y que el país no aguanta más mentiras ni más escándalos. Este es un llamado a la sensatez.
Y es que, de forma paradójica, mientras esta nueva crisis del Gobierno transcurre y se agudiza, el dólar baja su precio, no precisamente por la gestión del presidente, sino porque los mercados internacionales observan positivamente que, a pesar del autoritarismo de Petro, instituciones como la Fiscalía, Procuraduría y las Cortes hayan funcionado y reaccionado para defender la democracia y la separación de poderes. Tristemente, si al presidente le va mal, al país le va bien: la desaprobación de Petro en las encuestas llega a casi el 60 por ciento como un reflejo del malestar ciudadano. El lado positivo es que esto puede implicar que sus terribles reformas no se aprueben dada la preocupación por el impacto fiscal y social que generarían a corto, mediano y largo plazo.
Esta crisis nos ha llevado a un escenario ausente de gobernabilidad nacional debido al propio modus operandi de Petro y su Gobierno. No estamos ante un supuesto entrampamiento ni golpe blando; fueron ellos los que le hicieron un entrampamiento al país y trasgredieron todos los límites éticos y legales. Diez meses de gobierno han bastado para confirmar el juego sucio del presidente Petro y para entender su benevolencia con la ilegalidad.
Petro, esto no va bien. Tenga un segundo de sensatez y evite que la crisis de su gobierno se convierta en una crisis institucional total que terminemos pagando todos los colombianos. El camino es convocar al diálogo nacional en lugar de incitar a la confrontación a través del Twitter y las calles. ¿Qué se gana debilitando la institucionalidad, atacando a los medios de comunicación y estigmatizando a sectores políticos, sociales y económicos que también son Colombia? Hable y construya con todos, no solamente con lo que son “buenos” para usted. Doy por hecho que usted no va a renunciar. Pero lo más sensato es que asuma su responsabilidad, permita la expresión de la verdad y recomponga el rumbo del país a través del consenso y no de la radicalización.