Opinión
Petro legitima la narcodictadura de Maduro
Eligió avalar a un régimen señalado por narcotráfico, terrorismo y crímenes de lesa humanidad.
La reciente decisión de Gustavo Petro, de enviar al embajador colombiano en Venezuela para que asista a la toma de posesión de Nicolás Maduro, el próximo 10 de enero, ha generado un fuerte debate tanto en el país como a nivel internacional. Para muchos, este gesto no es más que una legitimación de un régimen que se ha caracterizado por su violación sistemática de los derechos humanos, su vinculación con el narcotráfico y su ilegitimidad ante la comunidad internacional.
Maduro, a pesar de ser objeto de investigaciones de la Corte Penal Internacional (CPI) y estar en la lista de los más buscados por el Departamento de Estado de Estados Unidos, sigue siendo considerado por Petro como su gran aliado. Esto es una vergüenza histórica para Colombia. En lugar de posicionarse como un defensor de los valores democráticos y los derechos humanos, Petro eligió avalar a un régimen señalado por narcotráfico, terrorismo y crímenes de lesa humanidad. Con esto, hace todo lo contrario a lo que supuestamente dice defender, que es el gobierno “de la potencia mundial de la vida”, pero le da la espalda al pueblo venezolano. A esto le llamo incoherencia.
Maduro no es un líder legítimo. Es el jefe de un narco régimen que opera bajo el control del cartel de los Soles, una estructura criminal que ha convertido a Venezuela en un estado narcotraficante. Junto a su mano derecha, Diosdado Cabello, ambos están en la mira del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que ofrece recompensas multimillonarias por su captura: 15 millones de dólares por Maduro y 10 millones por Cabello. Su régimen, lejos de ser un gobierno, es una maquinaria de represión, corrupción y miseria, con vínculos directos con los narcoterroristas de las Farc y el ELN.
Es importante recordar que Nicolás Maduro y su principal aliado, Diosdado Cabello, están sujetos a investigaciones por parte de la Corte Penal Internacional, que está indagando sobre crímenes de lesa humanidad perpetrados durante su régimen. Maduro y Cabello son acusados de orquestar una serie de actos de violencia política que incluyen persecución, detenciones arbitrarias, torturas y ejecuciones extrajudiciales.
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Que Gustavo Petro legitime al régimen de Maduro no puede pasarse por alto. Desde su llegada al poder, Maduro ha sido un presidente elegido en unas elecciones fraudulentas y con una oposición política brutalmente reprimida. Mientras que los organismos internacionales, como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la ONU, han denunciado la falta de democracia en Venezuela, Petro ha optado por ignorar estas denuncias y adoptar una postura de reconciliación.
Sin embargo, la reconciliación no puede lograrse con un régimen que ha masacrado a su propio pueblo, que ha destruido la economía y que sigue violando los derechos humanos de manera sistemática.
La decisión de Petro de enviar a su embajador a la toma de posesión de Maduro es aún más preocupante considerando la grave situación humanitaria que atraviesa Venezuela. La crisis económica y social en el país ha provocado el desplazamiento de más de 8 millones de venezolanos, que han huido a países vecinos, incluido Colombia, donde se calcula que hay aproximadamente casi 3 millones de venezolanos en nuestro territorio.
La violencia, el hambre, la falta de acceso a servicios básicos, la represión política y la corrupción endémica son solo algunos de los problemas que enfrenta la nación venezolana bajo el régimen de Maduro. En este contexto, el respaldo diplomático de Petro no solo ignora la tragedia que viven los venezolanos, sino que también envía un mensaje de indiferencia hacia los derechos humanos.
La sola presencia del embajador en este evento no puede explicarse como diplomacia ni pragmatismo. Es un acto de complicidad con un régimen opresor y asesino. Colombia, que ha acogido a millones de estas víctimas, merecía un presidente que representara la solidaridad y la firmeza frente a la narcodictadura, no uno que optara por aplaudirla. ¿Qué ha negociado Petro con Maduro?
Petro no solo traiciona a las víctimas del chavismo, sino también a los colombianos. Valida a un régimen que protege a los narcoterroristas de las Farc y el ELN, grupos que han desangrado a nuestro país durante décadas. Además, debilita la posición de Colombia como líder moral en la región, enviando el mensaje de que los principios democráticos pueden ser sacrificados en nombre de alianzas cuestionables.
Este gesto no será olvidado. Petro no ha actuado como un estadista ni como un defensor de la democracia. Esto solo demuestra su carácter autoritario y dictatorial, y hacia dónde pretende llevar a Colombia. La asistencia del embajador, aunque Petro no asista personalmente, lo coloca del lado de los opresores, no de los oprimidos. Para Colombia y para el mundo, esta decisión será una vergüenza que marcará su legado.
Ñapa: Esperamos que, a través de Marco Rubio como canciller, el presidente electo Donald Trump intensifique la presión sobre la narcodictadura de Maduro. Con Rubio como firme defensor de la democracia y crítico incansable del narco régimen chavista, es probable que se adopten medidas más duras, como sanciones más estrictas y un apoyo renovado a la oposición venezolana.
El objetivo es aislar aún más al régimen de Maduro, debilitando su poder y acercando a Venezuela a una transición hacia la democracia. Hay que frenar y cortar todo suministro de oxígeno a la tiranía y a aquellos mandatarios de la región que, con sus políticas comunistas fracasadas, solo conducen a nuestros países hacia la miseria y el caos. No podemos permitir que los gobiernos autoritarios sigan destruyendo el futuro de las naciones, sumiendo a sus pueblos en el sufrimiento, la pobreza y la desesperación. Esperamos mano fuerte contra Petro, hoy aliado número uno de la narcotiranía.