Salud Hernández

OpiNión

Petro: María Corina Machado no es matona; Maduro, sí

Si yo fuese opositora venezolana, exigiría que Petro pida perdón por insultarlos.

Salud Hernández-Mora
20 de abril de 2024

No reciban a Petro. Supone correr un riesgo innecesario y no tendrán la certeza de qué cartas está jugando. Ni a Lula, pero el brasileño no tiene una presencia tan activa en Venezuela ni un ELN que cuente con el aval de la dictadura y la anuencia de la Casa de Nariño.

Que María Corina Machado y otros integrantes de la verdadera oposición no se fíen de las verdaderas intenciones del presidente colombiano, que maneja una agenda oculta con Venezuela. Todos sus pasos apuntan a que se siente más cómodo con la dictadura chavista que con una mujer de carácter, coherente, honesta, defensora de la economía de mercado, que abraza las libertades y está dispuesta a defenderlas al precio que sea.

La propuesta que hizo Petro esta semana sobre el día después de la mascarada chavista del 28 de julio, es inquietante y lo deja a uno desconcertado. Propone celebrar un plebiscito para que los venezolanos decidan si están de acuerdo con establecer “un pacto democrático que garantice, para cualquiera que pierda en esas justas electorales, certeza y seguridad sobre su vida, sobre sus derechos, sobre las garantías políticas que cualquier ser humano debe tener en su respectivo país”.

¿Qué pretende transmitir al mundo? ¿Que María Corina Machado y sus compañeros de lucha están armados y son tan criminales como Maduro? ¿Que en Venezuela hay dos bandos dispuestos a asesinar al contrario?

La sola propuesta es un insulto, no solo a Machado, sino al venezolano de a pie, al abnegado, al pacífico que prefiere emigrar para comer y vivir libre antes que atentar contra sus verdugos; el que ha sufrido los embates del socialismo depredador, estatista, expropiador, radical, ruinoso, que pretende imponer Petro en Colombia.  

A ese ser humano le pide Petro que acuda a las urnas y vote en el plebiscito, que se movilice, pero no para exigir que dejen el poder los ladrones que se robaron su patria hasta quebrarla, sino para respaldar o rechazar un “pacto democrático” que garantizará que no maten a los derrotados el 28 de julio.

Si yo fuese opositora venezolana, exigiría que Petro pida perdón por insultarlos y que retire de inmediato su infame iniciativa. Empezando porque su compinche Nicolás Maduro, su llave, su aliado, desconoce el significado de “democrático”.

Siguiendo porque la oposición real, la única verdadera, la que representa María Corina, jamás ha matado a ninguno del Clan de Miraflores, aunque razones les haya sobrado. La justicia que exige Machado supone enjuiciar a los sátrapas con la ley en la mano y que cumplan tras las rejas sus inevitables condenas. En Venezuela no existe la pena de muerte, pero sí el crimen de Estado que tanto prodiga Maduro y su pléyade de asesinos, como el general Padrino, al que el ministro Velásquez saluda con efusividad, como si no tuviese las manos chorreantes de sangre.

Y terminando porque el resultado de los falsos comicios del 28 de julio está cantado. El sátrapa seguirá atornillado a su sillón para alegría de Putin, Díaz Canel, Ortega, los ayatolás iraníes y demás tiranos. Y para satisfacción de Petro y Lula, que mantienen una posición ante el chavismo de una ambigüedad calculada.

Algún día tendría Petro que revelar al país, tanto que clama por las verdades, qué turbios compromisos contrae con el tirano, qué tenebrosos planes tejen. Maduro maneja tantos asuntos criminales, tal cúmulo de trampas, que nadie puede pasar horas con él sin abordar hediondeces.

Esta semana el diario español El Mundo publicó las fotos inéditas que demuestran un hecho muy polémico en su día: que la delincuente Delcy Rodríguez, vicepresidente del déspota y ficha clave del entramado chavista, aterrizó en Madrid a las 12:30 a. m., en un vuelo privado, para entregar entre 12 y 40 maletas (cantidad aún no confirmada) a empleados de su embajada. Fuentes diversas aseguran que iban repletas de dólares destinadas a una empresa española.

A pie de pista, le aguardaba el socialista español Ábalos, entonces ministro de Transporte, y su mano derecha, Koldo García, investigado ahora por una enorme trama de corrupción. Delcy pernoctó en la sala VIP, pese a que en esa fecha –19 enero de 2020– la Unión Europea le prohibía pisar su suelo.

¿Qué respondió en su día el gobierno Sánchez –conformado por socialistas y partidos de extrema izquierda, íntimos de Petro– cuando se conoció la noticia? Que eran inventos de la oposición, que el ministro nunca la vio, que la señora no se bajó de su avión, que fue una parada técnica. Después, a medida que se probaban hechos, fueron cambiando la versión con otras mentiras y se quedaron tan frescos.

Traigo esta noticia a colación porque apuntala la hipótesis de que el entramado para mantener al chavismo en el poder es más fuerte que el de Washington para derrocarlo.   

Nada es casual en la izquierda más radical, todo tiene un motivo. Como declarar día cívico el viernes para que salgan de la ciudad los bogotanos. Son de un cinismo atroz.

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