Salud Hernández

Opinión

Petro no soporta las verdades

Nuevas evidencias sobre el carácter narquito y machista de miembros de su familia.

Salud Hernández-Mora
26 de octubre de 2024

Que Nicolás Petro es corrupto, es una verdad palmaria. Igual que el inocultable odio que el jefe de Estado siente hacia la directora de SEMANA. No le perdona que haya destapado los escándalos de corrupción que rodean a su familia. Y la ataca en la X de Elon Musk, espacio al que dedica horas de manera compulsiva, denigrando la majestad de su cargo. Petro aún no es consciente de que ocupa la jefatura del Estado y no es un simplista y visceral tuitero, de los tantos que pululan por las redes sociales.

La última portada de la revista –“Nos jodimos”– debió causarle una úlcera estomacal. No por lo que hizo su hijo, como sucedió cuando Day Vásquez destapó la olla podrida. Entonces repudió a su primogénito de manera infame porque le indignó que sus confesiones pudieran salpicarlo. Si lo volvió a acoger bajo su ala, solo fue cuando alguien debió convencerlo de que el desprecio paternal activaría una bomba de relojería que, de estallar, dinamitaría su pretendida imagen de gobernante impoluto.

Lo que supongo que ahora le molestó fue la persistencia y el profesionalismo de SEMANA al revelar nuevas evidencias sobre el carácter narquito y machista de miembros de su familia.

Lo transmiten las conversaciones por chat entre la nuera y la consuegra de Gustavo Petro; las alabanzas a los viajes que hace o hará la pareja, a los gastos suntuosos o la alegría de Laura al conocer que Nicolás controlará Telecaribe y ella cumpliría el sueño de convertirse en presentadora estelar con su propio programa. Todo ello, y es lo más diciente de la nula moral de ese combo, ocurre cuando la nuera conocía que era plata mal habida y, aun así, se permite, entre otros, gastar 20 millones entre “ropa del bebé + anticipo cabaña”.

En cuanto a la foto de los fajos de billetes, no creo que inquietara a Petro. Debió recordarle su video contando, en la casa de un amigo, más fajos y plata que la que enseña la pareja de su retoño. Lo curioso es que, como siempre sucede en todos los escándalos que rodean a Petro, el amigo terminó clavado y él siguió adelante con su carrera política como si fuese un alma pura.

No olviden que dos policías rasos pasarán diez años en la cárcel por unas chuzadas que les ordenaron en Palacio de Nariño, según contaron. Y que murió un coronel a causa del embrollo, y que Laura Sarabia –dueña del dinero y los secretos– fue premiada con mayores responsabilidades gubernamentales. Y que el otro testigo de lo que confesó Nicolás, de los 15.000 millones en campaña, de las rumbas y demás excesos del mandatario, va por la segunda embajada (resucitada una para contentarlo) a pesar de las acusaciones de maltrato que presentó una de sus exparejas.

Sarabia, que fue la sombra durante años del embajador de Colombia ante la FAO, tiene nítido que deben consentirlo porque sabe demasiado. Si lo ningunean o lo dejan sin puesto y se vuele a enfadar, puede ser un explosivo de potencia devastadora.

Para desgracia de Petro, SEMANA destapó casi todo ello, a riesgo de los insultos directos o velados del jefe de Estado hacia la directora y la publicación; de las campañas de difamación virtuales del terrorista catalán que trabaja para el palacio presidencial; y de las presiones y amenazas de la fanaticada petrista.

Aparte del súbito viaje a Barranquilla para silenciar a su primogénito, también tengan presente que Petro le pidió en su día paciencia a Nicolás, insinuando que Barbosa se iría y llegaría una nueva fiscal. Los medios de comunicación interpretaron el mensaje como la advertencia de que cerrara la boca, puesto que todo se arreglaría a su favor. Y vean que la fiscal Camargo va camino de cumplir el encargo.

Entretanto, Nicolás, que sigue teniendo Barranquilla por cárcel, demostrando, como clama indignado su papá, que Colombia es un país inequitativo, se dedica a dilatar su proceso con las habituales excusas de imputado tramposo. Con las demoras también logró rebajar el interés mediático por su caso y enrutarse hacia el verdadero objetivo de su papá: sellar un acuerdo con la Fiscalía en el que no tenga que delatar a los oscuros financiadores de la precampaña y campaña, la devolución de favores ni otros corruptos tejemanejes.

También la defensa del presidente ante las acusaciones del CNE reflejan una túrbida manera de actuar. Además, por mucho que nos crea pendejos, Petro, que ha realizado infinitas campañas, conocía los elevados costos de la que le llevó al Palacio y los financiadores a los que luego debería contentar.

Aceptó a Nicolás en su equipo, que guardaría silencio, se echó en manos de Benedetti, veterano y habilísimo buceador de las aguas pútridas de la politiquería y un confiable compañero de parrandas, y puso al frente de la gerencia a su alfil del alma para que hiciera lo necesario para que nada le afectara.

Como todo guerrillero dispuesto a matar para imponer su voluntad, el fin siempre justifica los medios. Por eso tampoco tuvo reparos en trapear con Nicolás.

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