Opinión
Política exterior de Petro: ¿ideología progresista o fractura de alianzas estratégicas?
La política exterior del presidente Gustavo Petro ha generado tensiones en las relaciones de Colombia con Estados Unidos e Israel, poniendo en riesgo a estos dos aliados estratégicos.
El gobierno de Estados Unidos considera a algunos países como aliados clave para el ejercicio de su política internacional y tiene claramente definidos los problemas de interés nacional. Prioriza temas como el terrorismo, ciberseguridad, proliferación de armas nucleares, conflictos geopolíticos y competencia con grandes potencias (China, Rusia), tráfico de drogas y crimen organizado, migración y fronteras, cambio climático, pandemias y bioseguridad, espionaje, desinformación y polarización interna.
Con este panorama, Estados Unidos tiene ciertos países de interés, como Israel, Egipto, Afganistán, Jordania, Pakistán y Colombia, con los cuales mantiene estrechos vínculos. Anualmente, destina un gran paquete de ayudas para asistencia militar, económica y humanitaria a estos países con el compromiso de honrar una eficaz cooperación internacional.
En un mundo globalizado, el narcotráfico se ha convertido en un desafío que trasciende fronteras y afecta tanto a las economías como a la salud pública global, tal como lo señala la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Esta amenaza obliga a los estados a adoptar estrategias eficaces y coordinadas para enfrentar un problema que supera sus capacidades individuales. En este contexto, dos herramientas clave destacan en la lucha antinarcóticos: la interdicción marítima y la cooperación internacional.
Colombia es uno de los países más afectados por este flagelo. Su geografía, clima y red de arterias fluviales facilitan la siembra de hoja de coca y el tráfico de cocaína hacia mercados internacionales. Los carteles colombianos han perfeccionado su capacidad de adaptación, innovación y sofisticación en cada eslabón de la cadena de producción y distribución de drogas.
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Aquí es donde la interdicción marítima se convierte en una herramienta indispensable. Más del 90 % de las drogas que salen de Colombia lo hacen por vía marítima. Las rutas más comunes parten de la costa del Pacífico, con destinos como Panamá, Costa Rica, El Salvador, México y otros países de tránsito. En el Caribe, el tráfico utiliza las islas como puntos intermedios antes de llegar a Europa o Asia.
Sin embargo, la interdicción por sí sola no es suficiente. Para enfrentar un enemigo tan adaptable como el narcotráfico, es esencial contar con un sistema sólido de cooperación internacional, basado en la confianza mutua y el intercambio de información en tiempo real. Un claro ejemplo de los resultados positivos de este esfuerzo colaborativo es el trabajo liderado por la Armada Nacional de Colombia y sus socios en América, Europa y Asia. Esto ha permitido incautar cerca de 475 toneladas de cocaína en lo que va de 2024, según fuentes de la Armada Nacional.
Además, Colombia es un aliado clave para Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo, enfrentando grupos armados organizados como las Farc, el ELN, disidencias y bandas criminales. Estados Unidos apoya los esfuerzos de Colombia para detectar la infiltración de células terroristas como Hezbolá y Hamás en el país, que buscan ganar espacios para los intereses de Irán y otros grupos extremistas. También respalda los esfuerzos de contención frente a la intromisión de ideologías y proyectos políticos de Rusia, China e Irán, que intentan expandir su influencia en el continente americano.
No obstante, las políticas recientes del gobierno colombiano han afectado negativamente estas relaciones internacionales vitales. El reciente discurso del presidente Petro, criticando a Estados Unidos, nuestro principal socio en la lucha antinarcóticos, durante el Consejo de Naciones Unidas, ha generado tensiones innecesarias.
No menos delicado es el tema de las relaciones diplomáticas entre Colombia e Israel, que durante más de 60 años han sido de gran ayuda para ambos países, cubriendo temas importantes como la seguridad nacional, el intercambio de inteligencia, la tecnología, la agricultura y el comercio, como el caso del carbón.
El tema de seguridad y defensa es extremadamente crítico para Colombia. Suspender relaciones con Israel implica poner en grave riesgo la capacidad de comando y control, el suministro de repuestos para las plataformas estratégicas, el armamento de corto alcance, pero, sobre todo, la oportunidad inmejorable de trabajar de manera expedita con una de las agencias más importantes y eficaces del mundo, el Mossad. Esto significaría un retroceso en los avances logrados en este campo.
Además, la reciente suspensión de Colombia del Grupo Egmont, que conecta a unidades de inteligencia financiera de más de 170 países para el intercambio de información sobre lavado de activos y financiación del terrorismo, representa un golpe serio para los esfuerzos en contra del crimen transnacional.
El discurso incendiario y retador del presidente Petro en escenarios internacionales pone en grave riesgo las relaciones geopolíticas, claves para Colombia, lo que podría afectar de manera directa la lucha contra el narcotráfico, el crimen transnacional y la inversión extranjera.
El presidente Petro debería enfocarse en fortalecer las relaciones con Estados Unidos e Israel, dos aliados históricos que han sido clave para la seguridad nacional; priorizar estos vínculos sobre el apoyo a países como Irán, que ha sido señalado de patrocinar grupos terroristas, sería una estrategia más coherente con los intereses de seguridad y estabilidad de cara al país y a la comunidad internacional.