Vida moderna
Por una ignorancia feliz
La llegada a Colombia de Reality Shows, como Protagonistas de novela y Pop Stars, no sólo han paralizado a la mitad del país sino que han evidenciado todo un fenómeno cultural de lo que la gente quiere ver en televisión. Alejandro Feged, antropólogo de la Universidad de los Andes, analiza el tema.
La llegada de los reality shows al país ha creado todo un fenómeno, no sólo en el tema de alto rating, sino en la manera de afrontar la televisión como reflejo de una larga tradición de bagaje cultural artificial.
Por algún motivo en las reuniones a las que he asistido todos critican el planteamiento del programa y alegan haberlo visto tan solo un par de veces. Todos, sin embargo, parecen estar muy bien enterados de lo difícil que resulta convivir con Jaider, y reniegan de la presencia de la pop-star algo repuestica por encima de otras bastante más fieles a la proporción áurea. Todos parecen tener elementos de juicio suficientes a la hora de hacer estas críticas, y las discusiones en las que se desarrollan estas reuniones resultan ser demasiado acaloradas para quienes sostienen haber visto esporádicamente el programa a cuenta de que alguien más lo estaba viendo.
¿Por qué negarlo? La mayoría de nosotros vivimos las etapas más importantes de Piaget en los 80. Las familias se reunían en torno al televisor (como alguna vez lo hicieron nuestros ancestros alrededor del fuego para contar historias de tradición oral) para ver Dejémonos de Vainas. Reímos a carcajadas con Ramoncito, y algunos de nosotros incluso llegamos a ver Te quiero Pecas. Nadie recuerda el nombre de ese señor que comentaba los libros y entrevistaba gente en el canal 11, y tan poca gente seguía los capítulos de Cosmos que eran transmitidos de manera cíclica sin ningún tipo de recriminación de la teleaudiencia. Somos un pueblo inculto que disfruta del entretenimiento más burdo que puede existir. Tal lo comprueban el éxito de Don Chinche, Romeo y Buseta (Shakespeare: revuélcate en tu tumba) y Sábados Felices, por sólo mencionar algunos de los seriados producidos para satisfacer el público local. ¿Por qué no decirlo abiertamente? Yo no veo Pop Stars o Protagonistas de Novela: veo los dos. Veo uno y grabo el otro. Espero los noticieros para ver los adelantos y las entrevistas con los siempre injustos eliminados. Pienso que los noticieros debían ser presentados en una pasarela en su totalidad pues eso le da un toque de frescura a las siempre macabras noticias de este país. No sé de diseñadores ni de política internacional, pero disfruto más de la manera como Andrea Serna anuncia un cambio de gabinete que como Jorge Alfredo Vargas anuncia en tono dramático un pronunciamiento de la embajada de Estados Unidos.
Va mucho más allá. Me da pereza ver películas en las que tenga que leer subtítulos. No entiendo los chistes políticos de Los Simpsons, y me es más familiar este programa al oír Homero que La Iliada. Tengo tan buena ortografía como la versión de Word que esté utilizando, y el acento diacrítico es estado del arte en redacción para mí. Hasta hace poco sustituía el "luego" de Descartes por después. Asia es un gran territorio con gente igual y ojirrayada, que come perros y juega con Tamagochis, y que durante la dinastía Ming hizo jarrones muy costosos. Logro identificar (con dificultad) sólo algunas caras de las que aparecen en los billetes nacionales, y sé que la independencia de Colombia algo tiene que ver con el puente de Boyacá y con un florero de Llorente. No puedo nombrar a más de 20 presidentes, y como yo lo veo, Andrés Pastrana fue el primer alcalde de Bogotá. No entiendo por qué hay compuertas en el Canal de Panamá. Alejandro y Carlomagno eran familiares, y nunca, pero nunca podré entender qué carajos es el Opus Dei.
Somos un pueblo inculto, y como la ignorancia es atrevida, somos un conglomerado de bobos con iniciativa. Somos un pueblo, que por lo demás, vive contento a costa de diversión vulgar y barata. Salvo uno que otro esporádico Andrés Caicedo, vemos cine de Hollywood y disfrutamos la sección de farándula en los noticieros. Digámoslo abiertamente: ¡yo sí veo Pop Stars!
* Antropólogo de la Universidad de los Andes