OPINIÓN

Los temas de mujeres: ¿por qué no aparecen mujeres en la paz?

Al desencanto de saber que se nos sigue descuadernando la paz, se le suma la frustración de que no incluyan a ninguna mujer en el cubrimiento. Es que todos los titulares del periódico son sobre hombres. Y me hago la pregunta, ¿no será que la guerra es un tema de hombres y por eso no hay nada que puedan decir las mujeres?

Isabel Cristina Jaramillo, Isabel Cristina Jaramillo
29 de agosto de 2019

Nos despertamos hoy con la noticia de que varios comandantes de las FARC anunciaron que tomarán de nuevo las armas. Aparece el comunicado, aparece el expresidente Santos explicando que el 90% de los desmovilizados sigue comprometido con el proceso, aparece el presidente Duque diciendo que ofrece recompensas por la captura de los narcotraficantes -oh por dios-, hay un titular que dice que se están tomando medidas para excluir a los firmantes de los procesos que adelanta la JEP. Aunque en este último caso la foto tiene a dos mujeres, la presidente de la JEP y una de sus magistradas, el titular dice “La Jep….” sin mencionar los nombres.

Al desencanto de saber que se nos sigue descuadernando la paz, se le suma la frustración de que no incluyan a ninguna mujer en el cubrimiento. Es que todos los titulares del periódico son sobre hombres. Y me hago la pregunta, ¿no será que la guerra es un tema de hombres y por eso no hay nada que puedan decir las mujeres? Si uno se queda con la imagen del periódico podría concluir que eso es así: las guerras son cosa de hombres, para bien o para mal. Lo que me enfurece de esa imagen es que hemos trabajado una cantidad para cambiarla y siguen insistiendo en lo mismo. Aunque las mujeres no somos los principales actores en la guerra, le hemos invertido mucho a las transiciones en este país y cuando esas transiciones fracasan también perdemos nosotras. 

En efecto, hasta el cansancio tenemos que recordar que las mujeres hemos estado excluidas de los ejércitos formales por mucho tiempo y que no hemos podido siquiera aspirar a mandar esos ejércitos porque hasta hace sesenta años estuvimos excluidas de la participación y representación política. Las mujeres todavía no estamos incluidas entre los ciudadanos que deben prestar el servicio militar obligatorio, no fuimos admitidas a la formación militar hasta muy recientemente (en 1997 fueron admitidas las primeras mujeres en la Armada Nacional) y solo en 1957 pudimos ejercer el derecho al voto. Eso no quiere decir que las mujeres no hayamos participado en la guerra, claro.

A propósito del bicentenario hemos podido enterarnos de todas las mujeres que contribuyeron a los esfuerzos independentistas de las maneras que podían: con dinero, con su capacidad para cocinar, incluso con su capacidad para seducir. Y las mujeres se las han arreglado para entrar a los ejércitos irregulares: el 32% de los desmovilizados de las FARC, según datos publicados por la W, fueron mujeres. Lo que estas exclusiones de las instituciones si explican es que no seamos los de la primera fila cuando se trata de la guerra. 

Pero las mujeres de este país nos hemos empeñado especialmente en la paz. Por una parte, las mujeres se han organizado para protestar contra la guerra por los daños inmediatos y los riesgos que los enfrentamientos suponen en sus vidas. La Ruta Pacífica de Mujeres y la Iniciativa de Mujeres por la Paz agrupan muchos de esos esfuerzos de protesta. Por otra parte, las mujeres han reclamado que la institucionalidad de la transición incluya a las mujeres y han trabajado para que sea así. Patricia Buriticá y Ana Teresa Bernal desde la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, María Emma Wills desde el grupo de Memoria Histórica, Nancy Prada desde la Centro de Memoria Histórica, Paula Gaviria desde la Unidad Especial para las Víctimas, han enriquecido el trabajo de todos para hacer visibles las actuaciones y los daños de las mujeres.

Toda esa experiencia se llevó también a las negociaciones de paz en la Habana: después de que los equipos negociadores “se dieran cuenta” que no había mujeres, se creó la subcomisión de género para que el Acuerdo incluyera a las mujeres en la paz que se construía para el paz. Muchas organizaciones de mujeres le apostaron a que las transformaciones positivas que traería el Acuerdo incluirían a las mujeres. También muchas organizaciones y muchas mujeres individuales le apostamos a la implementación del Acuerdo. Después de lograr que se incluyera el enfoque de género como enfoque transversal, de conseguir que se creara una instancia que le hiciera seguimiento al enfoque de género y de convencer a las partes de adoptar más de 217 cláusulas relacionadas con las mujeres, no íbamos a dejar que el Acuerdo fuera “pura poesía”. 

Es inaudito que en este escenario que hemos labrado se siga hablando del tema de la paz como si no fuera un tema de mujeres. A mi personalmente me gustaría que tuviéramos un debate público sobre lo que significa para las mujeres que se desmoronen los acuerdos. Y creo que es un asunto que le concierne a todos y todas y no solamente al pequeño grupo que sigue trabajando en esto de manera casi invisible.

Los colombianos y colombianas tal vez quieran enterarse que se prometieron becas a las mujeres campesinas, que se iba a diagnosticar la situación de las mujeres en las zonas de cultivos ilícitos, que se iba a estudiar el abstencionismo de las mujeres, que las organizaciones de mujeres iban a recibir tiempo al aire para hablar de sus proyectos. ¿Qué ha pasado con eso que era para las mujeres y no para las FARC o para el Gobierno? 

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