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¿Por qué no te callas?
El presidente Petro tiene que entender que hace rato dejó de ser un senador, un candidato, un ciudadano común y que hoy todo lo que dice representa la institucionalidad de un Estado.
El escenario era la Cumbre Iberoamericana de 2007, en Santiago de Chile. Los presidentes hacían sus intervenciones. Cuando llegó el turno del entonces mandatario de Venezuela, Hugo Chávez, inició una perorata contra el expresidente de España José María Aznar. La rabia de Chávez obedecía a la simpatía que Aznar había expresado a Pedro Carmona y a su fallido golpe de Estado. Pero en esa cumbre el presidentede España era ya José Luis Rodríguez Zapatero, que junto al Rey Juan Carlos escuchaban hasta el hastío los señalamientos de Chávez: “José María Aznar es simplemente un fascista”.
El turno le corresponde ahora a Rodríguez Zapatero, que intenta calmar a Chávez: “Se puede estar en las antípodas de una posición ideológica, no seré yo el que esté cerca de las ideas de Aznar, pero el expresidente Aznar fue elegido por los españoles y yo exijo respeto, porque…”. Pero Chávez no lo deja terminar. Vocifera: “Exíjale eso a él también.. él es el que irrespeta a los venezolanos… es un fascista”. Es imposible que Chávez escuche. De un momento a otro, el rey Juan Carlos de España le grita: “¿Por qué no te callas?”. El rey no puede más y, desesperado, abandona el recinto.
El episodio vino a mi mente esta semana con la frenética reacción tuitera del presidente Gustavo Petro al doloroso momento que se vive en Israel y Palestina. Ante la muerte de miles de personas en el brutal ataque del grupo terrorista Hamás y la respuesta sin respiro de Israel, el presidente de Colombia no tuvo más idea que salir a escribir en la red social X, antes Twitter, declaraciones que tienen hoy al país en la mira de la comunidad internacional por irrespetuosas, incoherentes, ignorantes, pero sobre todo, inconcebibles en un mandatario de Estado.
Desde que inició esta andada de muerte, con el ataque de Hamás a un grupo de jóvenes que asistían a una fiesta electrónica en el desierto de Néguev, en Israel, Gustavo Petro comenzó a trinar sin descanso insistiendo en el apoyo a Palestina.
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El primer acto inexplicable del presidente Petro fue retirar el comunicado inicial en el que la Cancillería colombiana condenaba el “terrorismo y los ataques contra civiles de Hamás” y en cambio ordenó su reemplazo por otro en que ya no condenaba el ataque sino que reiteraba “el llamado a retomar, de manera urgente, el diálogo entre Israel y Palestina para iniciar un proceso de paz…”.
Pero lo que vino después fue la destrucción absoluta de la diplomacia nacional vía Twitter: más de 100 publicaciones en las que apoyaba la causa palestina, hasta llegar al exabrupto de comparar la Franja de Gaza con el campo de concentración de Auschwitz. “Ahora los neonazis quieren la destrucción del pueblo, de la libertad y de la cultura palestina (...) Los pueblos democráticos no pueden permitir que el nazismo se restablezca en la política internacional (...) Ya estuve en el campo de concentración de Auschwitz y ahora lo veo calcado en Gaza”. Y no le bastó con quedarse allí. “Pueden poner a todos los sionistas a hablar en la prensa pero aquí voy a hacer otra comparación histórica. Gaza aparece hoy tan destruida o más que el gueto de Varsovia después que como respuesta a la insurrección judía y socialista en ese campo de concentración fue destruido por la barbarie Nazi”, siguió trinando el señor presidente.
Lo que ha venido después ha sido el rechazo unánime de la comunidad internacional a lo dicho por Gustavo Petro, que ha tenido respuestas tan agudas como la de la historiadora Deborah Lipstadt, embajadora de Estados Unidos para monitorear y combatir el antisemitismo: “Nos consterna ver al presidente colombiano Gustavo Petro comparar al gobierno israelí con el régimen genocida de Hitler. Condenamos enfáticamente sus afirmaciones y le solicitamos que condene a Hamás, una organización designada como terrorista, por los crueles asesinatos de hombres, mujeres y niños israelíes”. O la de Dani Dayan, exembajador de Israel en Nueva York. “(Petro) no entendió absolutamente nada de lo que vio en Auschwitz o se negó a verlo. Usted tiene el dudoso honor de ser el único líder mundial fuera de Irán que trivializa así –en realidad niega– el Holocausto”.
La lista de indignación mundial sigue día tras día.
El único que aplaudió ese apoyo fue precisamente el grupo terrorista Hamás, que en su cuenta de Telegram agradeció a Gustavo Petro el apoyo.
¡Qué vergüenza lo que ha hecho el presidente de Colombia!
En contraste, hasta el momento de escribir estas palabras, Petro ha guardado silencio absoluto frente a la muerte miserable en este ataque de la colombiana Ivonne Rubio y de su pareja Antonio Macías. La imagen del padre de Ivonne destruido en llanto junto al cadáver de su hija rompe hasta al más frío de los corazones. “Me la destrozaron, por eso no me la dejan ver completa”, llora este padre junto al cuerpo de su hija, mientras su madre grita de forma desgarradora. ¡Y ni una maldita palabra de nuestro presidente para solidarizarse con el dolor de esta familia colombiana!
Me temo que esta torpeza e insensatez del presidente Petro no quedará en una simple anécdota de redes. Lo que hizo tendrá repercusiones en el ámbito internacional, pues las voces de rechazo son cada vez mayores y más fuertes.
El presidente Petro tiene que entender que hace rato dejó de ser un senador, un candidato, un ciudadano común y que hoy todo lo que dice representa la institucionalidad de un Estado.
Si de verdad quiere ser el líder mundial que pretende, hace rato ha debido hacer conciencia del cargo que hoy ostenta. Porque tristemente, de seguir como va, se va pareciendo más a ese Chávez que solo dan ganas de mandar callar, que a ese Nelson Mandela que Petro se sueña ser.