Opinión
Por qué Trump es nefasto
Deberían admitir que, a diferencia de Bush y Obama, no inició ni animó guerras injustificables que incendiaron el mundo.
Mientras aguardamos el desenlace definitivo, unas consideraciones sobre el todavía presidente.
1. Es probable que Biden no ejerza la misma presión contra los regímenes despóticos de Cuba y Venezuela ni contra el matrimonio de sátrapas nicaragüenses. Más bien les dará oxígeno para agradar a los “políticamente correctos” y al ala izquierdista de su partido, que desprecia a los exiliados latinos que luchan desde Miami por derribar al mafioso trío.
Pero resulta más grave para Estados Unidos y el resto del mundo un presidente que patea a diario la ejemplar democracia norteamericana.
Las falsas acusaciones de robo de las elecciones, equiparando las instituciones de su país a las de una vulgar república bananera o a la misma Rusia, lanzan la idea equivocada de que todos son iguales. Que en la nación más influyente del planeta, que jamás conoció una dictadura, pueden ganar la presidencia de manera fraudulenta.
No solo desacredita los pilares del Estado de derecho, también las batallas por llevar libertades a otras regiones de la Tierra. Lo hace, además, cuando desde distintos flancos atacan a la democracia liberal y se hacen llamados populistas, en sistemas electorales limpios, a conquistar en las calles o en tribunales lo que las urnas niegan.
La diferencia contra la que chocará Trump radica en que la Corte Suprema norteamericana, así sea de mayoría conservadora, no es politiquera ni se deja manosear, como aquí por desgracia conocemos. Fallarán en derecho y salvo trampas, que no habrá, confirmará la victoria del que obtenga la mayoría del Colegio Electoral. Y seguro que el Partido Republicano no caerá tan bajo como para no reconocer resultados adversos más allá de la fecha límite del 15 de diciembre. En un mundo donde China se volvió potencia económica mundial, con un dictador al frente que silencia un virus letal durante meses, que jamás dirá la verdad y aplasta a los ciudadanos que osen pensar diferente, no podemos permitirnos que Estados Unidos deje de ser el referente democrático del planeta.
2. Trump abandonó el Acuerdo de París, un pacto de mínimos, para aminorar el irrefrenable salvajismo del ser humano. Si aún hay alguien en el ámbito de la derecha que no comprenda que no existe amenaza más terrible para la Tierra que el cambio climático, es que vive en Marte.
Piensen en ríos que ahora son caños y basureros; en playas, inundadas de plásticos, barreras de coral moribundas, sequías prolongadas, páramos depredados, selvas deforestadas, incendios apocalípticos, especies extinguidas, regiones sedientas, nieves perpetuas menguantes, mares interiores aniquilados… La Tierra se lo cobrará duro a los niños, incapaces de sospechar que los jóvenes y adultos que dicen quererlos les están legando un infierno. Biden, al menos, es consciente de la catástrofe.
3. La mentira permanente, el insulto, el ultraje al contrario o a quien le provoque, agitar a su fanaticada para sembrar división y odio, tan comunes en Venezuela, Nicaragua, la Argentina de KK o el Ecuador de Correa, lo volvió Trump su estilo de gobierno. Sencillamente repudiable.4. Para el centroderecha y la derecha es nocivo, un pésimo ejemplo que quien represente a la ideología defensora de los valores de la democracia liberal y la economía de mercado, entre otros principios, la que genera más prosperidad e igualdad en un mundo de inequidades hirientes sea un personaje histriónico y altanero, un ególatra que maltrata instituciones independientes y atropella la separación de poderes.
Pero los cuatro puntos no significan que deban cortar las alocuciones presidenciales, desconocer lo apretado del triunfo, tergiversar la realidad y enterrar los logros de la administración Trump, como han hecho CNN, The New York Times y otros medios en los cuatro años. En lugar de ser un faro del periodismo mundial, prefirieron abandonar la objetividad y el profesionalismo para echarse en manos del activismo político.
De ahí que no es que fallaran las encuestas, sino que se dedicaron a imitar a Trump en su burla al contrario durante su periodo presidencial. Desde la atalaya de su supuesta superioridad moral, tildan a sus seguidores de brutos, de manada de violentos descerebrados, en lugar de analizar las causas de que unos 70 millones de electores lo voten. En Colombia ocurrió lo mismo, medios santistas ignoraron a sus críticos y crearon una realidad imaginaria que solo existía en sus burbujas. Deberían admitir, al menos, que Trump, a diferencia de Bush y Obama, no inició ni animó guerras injustificables que incendiaron el mundo y convirtieron tres países –Irak, Siria y Libia– en Estados fallidos. Logró que Israel firmara la paz con unas naciones árabes, no azuzó un conflicto bélico con el peligroso dictador coreano y con China la sangre no llegó al río.
En cuanto al aborto, crucial para millones de personas religiosas, no lo detuvo como señalan, sino que nombró cientos de jueces conservadores esperando que lo frenen en sus estados y que la Corte Suprema haga lo propio llegado el caso.
Con todo, esperemos que al final reine la cordura y que Trump, presionado por el Partido Republicano, admita la victoria de Biden después de agotar todas las instancias que le permitan las leyes, deje la Casa Blanca y ponga fin al nefasto reality show.