Home

Opinión

Artículo

JORGE HUMBERTO BOTERO

Opinión

Postales panameñas

Por haber ocurrido en el espacio público, ciertos eventos de la vida personal del presidente están abiertos al escrutinio mediático.

Jorge Humberto Botero
5 de julio de 2024

En virtud de un pacto implícito, los medios de comunicación calificados como serios guardaron respetuoso silencio. Admirable su prudencia, aunque su sustento jurídico fue equivocado: confundieron vida personal con vida íntima que son conexas pero diferentes. Esta última es la porción de aquella que ocurre en el hogar o en otros espacios privados, no en calles y plazas.

En cualquier caso, un trino del presidente tuvo el efecto de eliminar cualquier obligación de sigilo que podría existir.

Tres consecuencias se deducen de ese mensaje: (i) quien aparece en los videos es nuestro presidente; de modo implícito lo reconoce. (ii) Su sólida defensa de la libertad sexual, que, por supuesto, comparto, estuvo referida a una manifestación concreta: la migración de un género al otro. Esta referencia pudo violar el derecho a la intimidad de su acompañante, a menos que esa condición fuere conocida en el medio social en el que desarrolla su vida. (iii) La afirmación de su heterosexualidad es sorprendente, ¿a cuenta de qué nos aporta esa información?

No tenemos derecho a interrogarlo… Sin embargo, anoto que nunca he sabido de nadie que haya sido sorprendido, en una relación de contenido erótico con una persona del sexo opuesto, que proclame su virilidad o feminidad. Se da por sentada.

Cabe preguntarse si se puede reprochar al presidente una conducta que implique indignidad en el ejercicio del cargo y, por ende, un proceso de destitución. Es dudoso. La dignidad —concepto que la Constitución establece, pero no define— es el atributo que se aplica a aquellas personas cuya conducta se ciñe a las convenciones que predominan en su medio social. Cincuenta años atrás el escándalo habría sido mayúsculo. Hoy no, por fortuna, y gracias, en parte, a que tenemos una constitución liberal. Abundan los casos de parejas del mismo sexo que actúan en la vida pública sin que nadie las moleste. Es un gran progreso.

Gravitan, sin embargo, contra Petro algunos factores: dado el cargo que desempeña, su conducta debería ser ejemplar (no como la de Trump); el episodio sucedió cuando se encontraba fuera del país en el cumplimiento de funciones como jefe del Estado; los hechos, por los detalles que ya se conocen, resultan un tanto bochornosos.

Hechas las sumas y restas, podría concluirse que, si bien su conducta no es digna, no alcanza para que le abran un proceso por indignidad en la Cámara de Representantes. Cabe, sin embargo, darle un consejo a nuestro presidente: cuando por estos días se acerque a los ámbitos conyugales, sería prudente que se quite la gorra y se ponga un casco. “No vaya y sea…”.

Noticias Destacadas