OpiNión
Presidente Petro, cese ya las hostilidades
El presidente dirá que criticar su incoherencia, sus viajes al exterior y el despilfarro de fondos públicos y gasolina son parte de la conspiración mediática. Y nos tildará de “conspiretas” si repudiamos los subsidios millonarios al ELN para que dejen de secuestrar y extorsionar, una singular manera de socializar las vacunas. ¿Será que esta columna es conspiración blanda?
Ha tomado una deriva peligrosa. Cualquier día las hordas petristas, siguiendo el modelo de los salvajes colectivos chavistas, agreden a un periodista de SEMANA. El sábado pasado, en San José del Guaviare, tuve una muestra de su cobarde acoso. Había Guardia Campesina y otros aliados de las Farc-EP en una marcha del Guayabero a la que asistieron gentes del campo. No solo la mayoría de ellos acudieron obligados, sino que la financiaron a la fuerza los que prefirieron quedarse trabajando en sus cosechas.
El líder, que tenía un micrófono, repitió las diatribas de Petro contra SEMANA. Si algo llegara a suceder a un periodista de un medio que ataca el único culpable sería Gustavo Petro. No entiendo a qué juega, qué pretende.
Difícil encontrar a un presidente que dispare más llamaradas de odio y violencia, que calumnie con tanto desparpajo y mande al paredón a los medios críticos. Lanzar el infundio de que “hay una prensa que odia a la vicepresidenta por el color de su piel” es una infamia.
Si tanto habla de paz total, de cese de hostilidades con los grupos criminales, que cada día toman más ventaja y se mueven como un Estado paralelo con la complacencia del Gobierno, ¿por qué no deja de hostigar a SEMANA?Así le duela, fue su propia guardia pretoriana la que lo metió en problemas. La historieta de que los medios queremos romper sus (supuestos) lazos con el pueblo y conspiramos para un “golpe blando” es propia de autócratas, no de presidentes democráticos.
Y tan alejada de la realidad no debe estar la revista cuando Petro prescindió de dos de sus fichas más amadas. Fueron ellos mismos, Sarabia y Benedetti, los que destaparon sus cartas bajo la manga y expusieron a sus alfiles, dispuestos a cumplir cualquier orden. El denigrante culebrón no fue, por tanto, invento nuestro. Y aún le faltan capítulos.
Comenzó con una niñera de confianza abriendo una pequeña caja de Pandora y ya vamos por la muerte del coronel Dávila.
Antes de lanzar calumnias graves, como que la revista “ordena y el CTI obedece”, que explique la razón para escribir un trino afirmando que el coronel se había suicidado, como si en lugar de presidente fuese un Sherlock Holmes exprés. Enseguida, el fiel cortesano Iván Velásquez corrió a encarnarse en Watson para avalar una hipótesis sin base investigativa.
En lugar de despejar dudas, acrecentaron las sospechas, las que generan mandar de vacaciones a un testigo clave.
¿Sabremos algún día la verdad? Lo dudo. La única certeza es que una familia llora la pérdida de su esposo y padre, y que una trama tan siniestra no la arman para recuperar unos euros ni un maletín con 120 millones.
Tampoco fue invento de SEMANA los oscuros manejos del hijo del presidente, el no criado. La exesposa hizo revelaciones contundentes. Otra cosa es que no avancen las investigaciones judiciales.
Todos sabemos la dificultad de seguir el rastro a la plata al contado que mueven en maletines. Ni siquiera el video de Petro contando dinero ante su amigo Montes sirvió de prueba.
Pero algo debía temer el presidente, que el día que supieron que SEMANA publicaría la entrevista con Day Vásquez pidió a la Fiscalía que investigaran a Nicolás y a su hermano. Si todo formara parte de una conspiración para tumbarlo, ¿por qué Petro sospechó de sus familiares?
Lo que no pueden negar es que hubo unos gastos brutales en la campaña de la costa. Benedetti habló de 15.000 millones, cifra ajustada si tenemos en cuenta que a Aída Merlano su amante le regaló 11.000 millones para comprar una curul en el Senado. Y eso que no organizó, como Benedetti para Petro, 37 manifestaciones en plaza pública, algunas con todos los fierros.
Tampoco resulta novedoso que una campaña sobrepase los topes de gastos y recaude dineros prohibidos. Zuluaga permitió, según la Fiscalía, que Odebrecht pagara millón y medio de dólares a un gurú de los que venden consejos a precio de yacimiento petrolero. Incomprensible que un candidato serio recurra a un presunto delito electoral. Igual que hizo Juan Manuel Santos, solo que él es más hábil y utilizó a su esbirro Prieto, de lenguaje tan vulgar y amenazante como el de Benedetti y dispuesto a cargar con todas las culpas.
Petro dirá ahora que nos inventamos que él pidiera a colombianos de a pie gastar menos gasolina y que prometió dar ejemplo renunciado a un carro de su larga caravana. También alegarán que difamamos a Presidencia informando que están comprando 11 camionetas más, este viernes viajó de Berlín a Bogotá y el martes se va a París. Sumará 19 giras al exterior, dos al mes, varias innecesarias. Claro que dirá que criticar su incoherencia, sus viajes al exterior y el despilfarro de fondos públicos y gasolina son parte de la conspiración mediática.
Y nos tildará de “conspiretas” si repudiamos los subsidios millonarios al ELN para que dejen de secuestrar y extorsionar, una singular manera de socializar las vacunas. ¿Será que esta columna es conspiración blanda?