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Qué Bogotá queremos

Es hora de construir esa visión de ciudad y ciudad-región entre todos. No aplacemos más, que el tiempo corre y los problemas solo se van a agravar.

Francisco Santos
1 de junio de 2024

En pleno debate sobre el plan de desarrollo del alcalde Carlos Fernando Galán hay un elemento que debería formar parte de la discusión: qué Bogotá queremos a mediano y largo plazo. Ahora que la ciudad cumple 500 años de fundada, en 2038, es el momento o la excusa –no importa– de construir una visión común de ciudad para dejar de improvisar y para desideologizar las discusiones sobre temas técnicos. Para la muestra un botón: cómo estaremos de divididos que ni siquiera hay acuerdo sobre el desarrollo de la zona norte e incluso sobre una obra fundamental como la ALO.

Hoy, con un país quebrado y polarizado gracias al presidente actual y su partido, este sería un gran ejercicio para volver a buscar una mirada conjunta que permita navegar los retos que va a enfrentar la ciudad y mostrar que sí se pueden lograr objetivos comunes y compartidos que tengan en cuenta el bienestar de todos y no de un solo sector de la sociedad.

Cómo estaremos de mal que ni siquiera una obra de la magnitud del metro no une. Sería un gran ejemplo para Colombia, e incluso para una región dividida por ideologías, si en Bogotá, con la excusa de los 500 años, nos sentamos todos, sin excepción, a pensar y dejar una ruta para la Bogotá de nuestros hijos y nuestros nietos. Galán, con su carácter, es la persona indicada para crear este escenario, para manejarlo y para dejar como legado esa ciudad con visión compartida que queremos.

No se puede tratar solo de una discusión, que para eso somos buenos. Como bien escribía ese gran intelectual, exrector de la Universidad Nacional y columnista de El Tiempo, Moisés Wasserman, es tan importante el ‘cómo’, pues el ‘qué’ sin su desarrollo queda en nada. Y como bien lo dijo en su escrito, es en el ‘cómo’ donde casi siempre fallamos.

Tres temas para empezar la discusión: transporte masivo, espacio público y ciudad-región. Hay muchos otros iguales de importantes, pero en 800 palabras toca priorizar. Metro, TransMilenio y SITP. El transporte masivo de la ciudad está al borde del colapso por falta de inversión y por esa mirada política e ideológica que se ha impuesto en las discusiones sobre la ciudad. El corredor verde de Claudia López es un ejemplo de esa improvisación e ideologización que nos lleva a gastar miles de millones en ideas que salen de un sombrero y no forman parte de una ruta común que debemos crear.

El metro ya es realidad. Por lo menos las dos primeras líneas. ¿Cómo se complementa con TransMilenio? Y cuáles son las principales rutas que lo hagan. El espacio público y privado alrededor de ambos, metro y TransMilenio, ¿para qué sirven? ¿Se imaginan un gran plan de renovación urbana con altura y comercio en pisos bajos, dos cuadras a cada lado de las rutas?

Una renovación masiva como esa, con los incentivos para los constructores y para el ciudadano, tendría un primer resultado, acercaría al bogotano a su trabajo, lo que liberaría esa congestión de hoy, acabaría con esos viajes de dos y tres horas y mejoraría la calidad de vida. Si solo hacemos eso, la ciudad ya sería otra. Volvemos al cómo y ahí está la cuestión.

Espacio público es otra discusión fundamental. Los dos grandes proyectos Ciudad Río y el Parque en las Montañas del oriente de la ciudad murieron sin discusión alguna. Claudia López las enterró porque venían de la administración anterior. Ver lo que Madrid hizo con el río muestra las posibilidades de una obra de esa magnitud y cómo cambia a una ciudad. Tener esas montañas y no abrirlas al disfrute de todos los ciudadanos y como una gran atracción es de una miopía absurda. ¿Se imaginan esa densificación alrededor de la Caracas, de la 68, de la Boyacá, entre otros corredores viales, las posibilidades de espacio público que tendrían?

No es que los proyectos de Ciudad Río o del parque de los cerros orientales sean los únicos, aunque creo en ellos. Lo importante es que tengamos una visión conjunta, una mirada única y de pronto esa densificación nos permita construir grandes parques en la zona norte, pues no se necesitaría esa ampliación de vivienda que va a ser necesaria.

El tercer tema es ciudad-región, que hoy es un chiste. La sabana de Bogotá la están pavimentando en un desorden terrible. ¿Han visto el horror de desarrollo de Chía o de Mosquera? Sin espacio urbano, sin vías y con una aglomeración de edificios brutal. Si Bogotá no provee vivienda a costo asequible, lo que la densificación facilitaría, el desastre de la sabana va a continuar. El desarrollo de la zona norte tendría que hacerse para evitar ese horror, pues la ciudad va a crecer por lo menos en un millón de habitantes en los próximos 20 años.

Pensar de cuatro años en cuatro años ya no da más. Los retos, como el del agua, tienen que tener una mirada de largo plazo. Es hora de construir esa visión de ciudad y ciudad-región entre todos. No aplacemos más, que el tiempo corre y los problemas solo se van a agravar. Alcalde Galán, ahí le boto esa idea y cuente conmigo si me necesita para esa discusión.

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