OPINIÓN

¿Qué ciencia precisamos en Colombia y el mundo?

Esta pandemia nos deja como lección que ambiente y salud deben estar en el primer renglón de la toma de decisiones; sin ambientes saludables, no es posible la salud humana, y sin salud, no importa el modelo económico que se aplique, ninguno será viable.

María Angélica Raigoso Rubio
7 de agosto de 2020

El pasado 30 de julio, fui amablemente invitado al conversatorio conmemorativo del Día de la Vida Silvestre, programado por el Ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Dr. Ricardo Lozano. Como académico, fui consultado sobre ¿cuáles deberían ser las prioridades investigación ambiental en nuestro país?

Frente a tan importante y pertinente cuestionamiento, y teniendo en cuenta la contingencia que nos afecta, enmarcada en la grave crisis ambiental que vive la humanidad, mi respuesta evocó a Lynn Margulis, creadora de la teoría simbiogenética, que señala que ningún organismo en la tierra puede sobrevivir, sin establecer relaciones estrechas de apoyo y colaboración con otros organismos. Ejemplo de esto son las bacterias que habitan nuestro tracto digestivo, sin las cuales no podríamos procesar los alimentos. Así mismo, se debería reconocer a nuestro planeta como un organismo donde cada especie cumple una función, idea que el ministro condensó en el concepto de biofilia, amor por lo vivo.

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Esta pandemia nos deja como lección que ambiente y salud deben estar en el primer renglón de la toma de decisiones; sin ambientes saludables, no es posible la salud humana, y sin salud, no importa el modelo económico que se aplique, ninguno será viable. La relación salud-biodiversidad es ancestral y se sustenta en la intuitiva noción del equilibrio dinámico, que debe ser estudiado en distintas escalas de tiempo y espacio.

En consecuencia, necesitamos una investigación ambiental con más de una visión, que se dé en el marco de la innovación transdisciplinar, única ruta que nos dará los elementos conceptuales y técnicos para enfrentar los retos emergentes, que cada vez serán más frecuentes e intensos. El esquema propuesto sería: “Una Salud”, sombrilla transdisciplinar en el que se enmarca el escrutinio científico integrador sobre: i) la salud de los ambientes, ii) la humana en su perspectiva médica y social, y iii) la de nuestros sistemas productivos.

No es una utopía romántica pensar en la transdisciplinariedad y ver comunidades, trabajando hombro a hombro con sus científicos en las ciencias sociales, economía, biología, medicina, e ingeniería. Desde el Centro de Estudios de Alta Montaña, científicos la Universidad del Quindío, desde hace tres años, trabajan en cooperación con el gobierno departamental en la implementación de la “Plataforma Informática de Servicios Climáticos Implementados a Salud (Piscis), que integra información hidrometeorológica, con mediciones sobre servicios ambientales, generando alertas tempranas en vigilancia en salud pública y alternativas de sostenibilidad para los sectores productivos de la región del eje cafetero.

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Esta información es traducida a diferentes lenguajes para que diversos usuarios la puedan aprovechar en la toma de decisiones en varios niveles. Nuestros innovativos avances socializados en la Cumbre Mundial de Alta Montaña fueron incorporados en el llamado de acción global de la COP25, demostrando que desde las regiones de Colombia construimos un planeta sostenible (Ginebra, 2019). Colombia precisa una investigación pertinente, capaz de escuchar e integrar los saberes de nuestros pueblos y que, garantizando nuestra supervivencia en bienestar y armonía con el planeta, restablezca el vínculo: humano-naturaleza, como señaló en cierre el ministro Lozano.