Opinión
Que no se confunda el sector empresarial con Vicky Dávila
A Vicky Dávila debemos invitarla a conocer más el sector privado para que juegue su mejor papel posible, en su rol actual.
Vicky Dávila no solamente está sacudiendo el escenario político, sino también el escenario empresarial colombiano. Sus posiciones críticas frente a la actitud de gremios y empresarios en relación con las reformas estructurales pretendidas por el Gobierno nacional están generando reacciones en los representantes del sector privado que, por criticar a la directora de SEMANA, podrían estar haciéndole el flaco favor al Gobierno de legitimar sus caprichosas políticas sectoriales.
En concreto, la periodista ha sido enfática en que el sector privado debe priorizar el interés general sobre el interés particular de los empresarios. Que el sector privado está llamado a hacer patria, más que en cualquier momento del pasado republicano. Que los gremios y las grandes empresas no deberían hacer acuerdos privados con el Gobierno en relación, particularmente, con las controversiales reformas del Gobierno. Que gremios y empresas no deberían darle la espalda a la ciudadanía.
Diversas voces del sector empresarial han reaccionado con duras críticas a las posiciones de Vicky Dávila. Han expresado que no se están entregando al Gobierno, aunque en algunos casos los hechos demuestren lo contrario, como pasó con algunas EPS que pactaron decisiones con el Gobierno de espaldas al país. E incluso, algunos líderes empresariales han cuestionado a Dávila exigiéndole que aclare si tiene aspiraciones presidenciales.
Pero hay que aclarar que el surgimiento del nombre de Vicky Dávila como posible candidata inició en febrero de 2024, después de que Claudia López, la controversial exalcaldesa de izquierda, la acusó de usar el periodismo y a SEMANA como una plataforma para su candidatura en 2026. Allí nació con fuerza ese rumor. Durante ese mismo mes, María Jimena Duzán, otra vocera de la izquierda, tanto en su columna para revista Cambio, como en su pódcast A fondo, retomó estos cuestionamientos frente al uso de SEMANA como plataforma política, llamando a Dávila “jefa de la oposición”.
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Por su parte, el presidente Petro se ha referido en múltiples ocasiones a Vicky Dávila mediante descalificaciones, acusaciones e incluso llamándola “mentirosa”. La ha tratado de “ignorante” y se ha burlado en diferentes intervenciones de su labor. Adicionalmente, el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, compartió información estigmatizante sobre la periodista, que tuvo que retirar recibiendo críticas de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip).
Las posiciones de estos líderes de izquierda, y de muchos otros que acompañan al Gobierno, son la reacción al incontrovertible liderazgo de Vicky Dávila para capitalizar el descontento de la población con el Gobierno nacional y convertir a SEMANA en el principal medio que recoge las denuncias en contra del gobierno de Petro. Es la líder de opinión más seguida en redes sociales, y bajo su liderazgo, SEMANA logró penetrar estratos medios y bajos, que en el pasado le fueron esquivos.
Vicky Dávila está logrando entonces lo que ni los partidos políticos de oposición ni los gremios han podido alcanzar: ir conquistando a la ciudadanía para que ejerza el contrapeso democrático que tanto necesita nuestro país en las actuales circunstancias políticas. Conquista que es no menor porque es precisamente la principal pretensión de Petro: construir el famoso poder constituyente, que no es otra cosa que ganarse al pueblo.
Por eso desde el sector empresarial no podemos confundirnos. Vicky Dávila es una aliada natural del desarrollo económico neoliberal en general, y de la inversión privada, en particular. Sus denuncias sobre decisiones y prácticas controversiales de las EPS y de los fondos privados de pensiones, por ejemplo, deberían llevar al sector privado a reflexionar y a fortalecerse institucionalmente para evitar caer en las fauces del reformismo caprichoso del Gobierno.
Si ella no tiene razón en sus denuncias, el sector empresarial debe demostrarlo, enfocándose en la denuncia y no en la denunciante, porque de ello seguramente se ocupará la izquierda retaliativa. Por el contrario, a Vicky Dávila debemos invitarla a conocer más el sector privado para que juegue su mejor papel posible en su rol actual.
Gremios y empresas debemos potenciar el contrapeso democrático que ejercen los medios de comunicación, más aún cuando se trata de medios decididos a proteger los avances de nuestro modelo de desarrollo económico. No corresponde a los representantes del sector privado animar discusiones especulativas sobre aspiraciones presidenciales de periodistas, políticos tradicionales, activistas o cualquier otro agente del sistema político.
Por ahora, como la líder de opinión de medios más determinada a controvertir al Gobierno nacional, el sector empresarial tiene la oportunidad de lograr lo que ni gremios ni empresas tienen a su alcance: denunciar sin miedo las irregularidades del Gobierno nacional y del Congreso de la República, alertar a la ciudadanía sobre los riesgos que enfrenta nuestro Estado social de derecho y nuestra democracia, darle voz a la ciudadanía y hacer propuestas que lleven a debates públicos sobre los temas de interés empresarial.
Aclaración: no conozco personalmente a Vicky Dávila, no tengo vínculo profesional con ella, ni recibo ni he recibido contraprestación alguna por mis columnas de opinión.