Alejandro Cheyne, rector de la Universidad del Rosario.

OPINIÓN

Reflexiones desde el V Encuentro Internacional de Rectores Universia

El evento se trató de un espacio de reflexión en la academia.

13 de mayo de 2023

El V Encuentro Internacional de Rectores Universia reunió esta semana en Valencia, España, a 700 líderes académicos de 14 países que representan a más de 14 millones de estudiantes. El evento tuvo lugar en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, un centro dedicado a la divulgación científica y cultural, y contó además con la participación de líderes mundiales como Ana Botín, presidenta del Banco Santander, Tim Berners-Lee, padre de la World Wide Web, y Larry Summers, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, entre otras destacadas personalidades.

Se trató de un espacio de reflexión para quienes asumimos el reto de liderar instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas. Megatendencias como los cambios tecnológicos, demográficos y climáticos fueron motivo de análisis, junto con la presentación de buenas prácticas universitarias para enfrentar desafíos como la postpandemia, los efectos de la crisis económica, la paradoja del talento humano y la hipermodernidad, entre otros. Sin duda, fue una experiencia muy valiosa para repensar el papel activo de universidades en la construcción de una mejor sociedad, y por supuesto, de un mundo con bienestar para todos.

Precisamente este año, el diálogo denominado “Universidad y sociedad” planteó nuevos interrogantes sobre la forma en que las universidades se conectan con la realidad social. Para el caso de nuestro país, los resultados del estudio “La voz de los empresarios, un diálogo con la sociedad”, publicado la semana pasada, revelan que los colombianos perciben un grado de conexión bajo (en un 34%) o medio (en un 47%) entre las universidades, la academia o, en general, la educación superior con el sector empresarial, fuente de desarrollo social para el país. Esto indica que existe una brecha importante que se debe trabajar.

La red Universia, creada en el año 2000, ha contribuido de manera extraordinaria a la educación en Iberoamérica, pues no solo ha facilitado la cooperación entre más de 1000 universidades que la integran, sino que también ha generado un diálogo entre diversas ciencias, instituciones de educación superior y culturas. Todo ello con un compromiso pedagógico compartido: formar mejores seres humanos al servicio del bien común.

Desafíos que nos atañen a todos como la innovación pedagógica, la incorporación de las tecnologías en los procesos de enseñanza, aprendizaje e investigación, la formación a lo largo de la vida, el diseño de nuevos modelos de financiación de matrículas, la articulación con las competencias demandadas por el mercado laboral de las economías y el fomento de estrategias de aprendizaje para el emprendimiento y la innovación harán parte de la agenda de las instituciones de educación superior durante los próximos años y esperamos abordarlos de manera colaborativa y solidaria.

Finalmente, invito a la comunidad académica y muy especialmente a los jóvenes, protagonistas del proceso de aprendizaje, a reflexionar sobre la Declaración de Valencia: Universidad y Sociedad, documento que da cuenta de las conclusiones del encuentro y los compromisos que adquirimos desde las universidades para impulsar un desarrollo social y económico sostenible en nuestras regiones

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