OPINIÓN
Reflexiones sobre políticas educativas y equidad
En estos momentos son urgentes las acciones articuladas de corto plazo, que piensen en el largo plazo, con el ánimo de hacer lo que necesita el sector.
Para bien del sector, los desafíos en materia educativa se han constituido en temas de permanente inquietud e interés en las agendas políticas y sociales. Ante el cambio, los anhelos se refrendan, renuevan y acompañan de entusiasmo; no obstante, ese entusiasmo no puede quedarse solo en ideas, el reto es articularlo en proyectos que permitan abordar esos desafíos complejos sin caer en la tentación de olvidar lo ya avanzado. Es claro que siempre habrá presión: los nuevos retos, los que permanecen en la agenda y los impactos de la pandemia, todos son temas que no se resuelven de un día para otro.
Estas discusiones en educación, que se están dando en toda América Latina, cuentan con factores comunes en los análisis: la importancia del trabajo colegiado; el reconocimiento de lo que funciona, más allá de la percepción, mediante evaluaciones de impacto; propuestas de temas estructurales; comprensiones de los múltiples actores sobre los distintos temas del sector. Lo anterior, combinado con una agenda prioritaria de recuperación de los aprendizajes y que también incluye políticas de salud mental, bienestar, innovación e investigación y una agenda prospectiva.
Aunque la pandemia puso muchos elementos en juego, resaltó realidades y evidenció aún más las desigualdades, también propició las conversaciones y las condiciones para lo que Unesco ha llamado “el nuevo contrato social por la educación”. Por ello, no se debe perder ni un minuto, y fuera de los juegos de la política, el sistema está en la mejor disposición para extender y diversificar la educación a partir de las redes de mentorías, modelos cooperativos, un abordaje integral de los aprendizajes, evaluación formativa, tecnología y nuevos medios y el rol transformador de los maestros y directivos.
Así, la política pública debe aprovechar este momento y no ser ajena a los activos con los que hoy cuenta el sector. Haber logrado que la educación tenga de manera sistémica y recurrente el mayor presupuesto, nuevas fuentes de financiación, a lo que se sumarán las reformas que hay que seguir trabajando, marcan una senda irreversible. Lograr activar las obras de infraestructura educativa detenidas por constantes incumplimientos, luego de una gran gesta jurídica en defensa del estado, permitiendo que se hayan entregado más de 11 mil aulas, más de dos mil mejoramientos y 160 proyectos avanzados que ha venido entregando el gobierno actual, además de 36 proyectos nuevos de infraestructura para educación superior que representan más de 1.5 billones de pesos. En alimentación escolar el país cuenta con una nueva institucionalidad, más recursos y un nuevo marco normativo que le permiten llegar al Programa al 76 % de los niños del país, contando con las potencialidades para crecer y consolidarse tal como lo ha mencionado el actual gobierno. Es con hechos como se visibilizan en las regiones estas revoluciones silenciosas que mejoran la vida de las comunidades.
Un activo fundamental lo constituye un cuerpo docente y directivo, quienes siempre deben estar en el centro de la sociedad y que cuentan con mayores oportunidades de formación, incrementos para cerrar la brecha salarial, 17 % adicional en los últimos siete años, una nueva bonificación pedagógica y la implementación de los dos primeros concursos docentes rurales en el país, entre otros avances que hacen parte de una agenda de dignificación y reconocimiento de su labor. Estos avances se deben acompañar de una profunda reflexión prioritaria sobre las innovaciones en la carrera, la evaluación y el desarrollo profesional docente.
En estos momentos son urgentes las acciones articuladas de corto plazo, que piensen en el largo plazo, con el ánimo de hacer lo que necesita el sector. Un ejemplo de ello es “Evaluar para Avanzar”, proyecto que se construyó durante la pandemia y que hoy es fundamental en el proceso de diagnóstico y acompañamiento a las instituciones educativas. Es un camino para recuperar los aprendizajes que se vieron afectados en esta coyuntura y para avanzar en el cierre de brechas.
Otro ejemplo de estrategias que trascienden en el tiempo es el “Programa Todos a Aprender (PTA)”, iniciativa mediante la cual se acompaña a los docentes a través de una red de tutores y de mentorías, precisamente en una coyuntura donde el trabajo entre pares es fundamental y donde se requiere constituir una fuerte cultura de identificación y promoción de experiencias significativas en desarrollo de aprendizajes.
Sumando a lo anterior, la información de calidad y de aprendizajes que proporciona el Icfes, una voz sólida y reconocida, que mantuvo las evaluaciones durante la pandemia y que fruto de ese trabajo hoy brinda información continua y comparable de las pruebas de Estado y de evaluaciones diagnósticas en todos los niveles de educación, incluyendo competencias básicas, factores asociados y habilidades socioemocionales. El Icfes ahora cuenta con un modelo de operación a gran escala que incluye la realización de pruebas de Estado de forma electrónica, lo que constituye un paso fundamental para la digitalización de la evaluación en el país, ampliando su alcance e identificando nuevas formas de evaluar. Lo anterior comprende un conjunto de herramientas para focalizar y acompañar, de forma más efectiva, a las secretarías de educación en su camino por el logro de la calidad.
En trayectorias educativas, constituye un logro que las regiones contemplen este concepto en la formulación y ejecución de sus políticas, con una intencionalidad programática orientada a asegurar que los niños y niñas de la primera infancia logren transitar a la educación formal y culminar sus estudios del nivel superior. Hoy más dos millones de niños menores de seis años están atendidos de forma integral, un trabajo que hay que continuar para lograr universalizar la atención y la calidad en este nivel crucial para el desarrollo de la persona y de la sociedad. En esta trayectoria también se encuentra una jornada escolar con más tiempo para aprender y enriquecer proyectos de vida, con 20 % de cobertura, así como una educación media fortalecida y una doble titulación de la que hoy existen más de 600 mil historias que demuestran que es posible trabajar articuladamente para generar oportunidades que faciliten la concreción de trayectorias y el cierre de brechas, que en la media tienen una connotación particular. En esta propuesta por las trayectorias también resulta diferencial el programa de educación rural, que recoge el primer tramo de ejecución de los planes construidos con los municipios PDET, oportunidades que son vitales para hablar de reencuentro, reconciliación y paz.
En educación superior no se puede olvidar que en tiempos de pandemia, mientras los países vecinos tuvieron las cifras más altas de deserción, en nuestro país las cifras de permanencia superaron las previsiones realizadas. Igualmente, el país avanzó en la gratuidad en la educación superior pública, pasando de 40 mil beneficiarios en 2018 a 720 mil en 2022, haciendo de la gratuidad una política de estado, que se implementa en el 97 % del sistema público; a lo anterior se suman tres nuevas universidades públicas. Esta política fue acompañada de un incremento del 42 % de los recursos a las Instituciones de Educación Superior Públicas frente a los asignados en 2018, y especialmente un crecimiento de 193 % para las Instituciones Técnicas y Tecnológicas.
A propósito de la coyuntura, es importante entender que los cambios en las normas para el aseguramiento de la calidad de la educación superior toman tiempo en su apropiación e implementación por parte de las comunidades académicas, porque exige que los actores del sistema transformen sus prácticas y sean más exigentes pensando en el estudiante y sus resultados de aprendizaje. El nuevo marco normativo acepta la diversidad de instituciones como parte esencial de la educación superior y permite que se definan en función de su misión, naturaleza, tipología e identidad. Igualmente, despliega la verificación y evaluación centrada en evidencias, de forma tal que se le disminuye la subjetividad al sistema y trasciende a un proceso de mejoramiento, en función de lo que la institución muestra en su autoevaluación, basada en su sistema interno de aseguramiento de la calidad.
Las modalidades presencial, virtual, dual y a distancia, y las posibles combinaciones de estas, permiten en este entorno cambiante responderle al estudiante en su nueva lógica de aprendizaje, para que pueda estudiar sin importar el dónde y el cuándo, siempre con calidad. Es importante que una norma que fue construida participativamente tenga la oportunidad de ser evaluada en su impacto en el estudiante y en el sistema, y esa oportunidad aún no se ha tenido. Es claro que se requiere mejorar los tiempos y procesos, lo que le imprime aún más dinamismo al sector, pero ello tiene que hacerse sin perder los avances que contempla la norma y hacerlo con una dosis de contextualización y comprensión para lograr potenciar las innovaciones y transformaciones.
En suma, no podemos quedarnos solo con las calificaciones dramáticas de la realidad que vivimos. Tenemos que reconocer los avances y los desafíos que tiene el sector y por supuesto todo el espacio para innovar y agregar valor. Se requiere para ello un trabajo coordinado y oportuno. El ministro Alejandro Gaviria ha mencionado iniciativas sobre el marco financiero del sector, proyectos para avanzar hacia un sistema cada vez más comprometido con la calidad, el acceso, el bienestar, la inclusión y el aporte de la ciencia, la tecnología y la innovación. Siempre serán bienvenidas reformas que agreguen y que tengan presente que la educación también necesita conexiones orgánicas con la vida cotidiana, con los planes de estudios, las maestros y las vidas de los estudiantes y sus familias. Los hechos, los resultados de programas evaluados que trascienden y los que podrían obtenerse de iniciativas construidas con una participación colegiada, trazan un camino que vale la pena reconocer para seguir el aportando al cierre de brechas, de calidad y equidad, siendo la educación la principal obsesión de todos quienes vemos en ella la principal herramienta para la transformación de las vidas de los colombianos.