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Camilo Cuervo (Foto para columna)

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Reforma a la salud: se perdió una batalla importante, pero no la guerra

Una reforma a la salud, en las actuales condiciones, requiere de un consenso social, político y económico, que el proyecto aprobado en primer debate no tiene.

2 de junio de 2023

La semana pasada muchos colombianos dejaron de dormir al encontrarse con la desafortunada noticia de que la reforma a la salud del Gobierno Petro había sido aprobada en primer debate en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes. Esa noticia cayó como un baldado de agua fría, casi helada, para muchos ciudadanos que sienten que el actual sistema de salud les ha salvado la vida, que sus EPS sí les cumplen y que puede perderse, en cuestión de meses, lo que costó 30 años construir.

A pesar de las promesas de los partidos políticos de no permitir que el sistema se destruya, lo cierto es que a pupitrazo limpio aprobaron muchos artículos, muy complejos y antitécnicos, que tienen la vocación de echar por la borda años de desarrollo y de avances sociales. Muchos de los congresistas incluso admitieron que votaron asuntos que no tenían claros, pero que, a pesar de confesar ese “desliz”, no tenían problema en aprobar lo que los nuevos ministros del Interior y de Salud les proponían.

La gente en la calle siente que el tema se está cocinado y las EPS han empezado a recibir una demanda inusitada de servicios, fruto de la zozobra que implica dejar tratamientos médicos inconclusos o de la necesidad de hacerse “ver del médico” esas dolencias que siempre se han tenido, pero que, por tiempo, por desidia o por pereza, no se habían hecho “revisar”. Muchos creen que el sistema de salud es aquel buen modelo de carro que van a descontinuar y que vale la pena “aprovechar” antes de que se acabe.

Pues bien, lo que la gente no sabe es que esta guerra para defender la salud de todos los colombianos apenas comienza y si bien es cierto que la aprobación en un primer debate es un traspié importante, todavía quedan muchas batallas.

Es muy probable que lo que sucedió en la Comisión Séptima de la Cámara se replique en la plenaria de esa Corporación, sin embargo, en el Senado el asunto será distinto. Primero, los senadores colombianos, por lo general, son más curtidos, muchos muy preparados, y tienden a ser más “alineados” con la ideología de sus partidos. Se trata de congresistas más visibles y que por lo general tienen carreras políticas de largo aliento, que no pueden cerrar los ojos ante un despropósito nacional de semejante magnitud e impacto social, por unas pocas lentejas que les pueda ofrecer el Gobierno nacional.

Ahora bien, es sensato desconfiar del Congreso, sobran las razones para ello, pero la esperanza definitiva, la verdadera batalla final, la darán los jueces, en especial la Corte Constitucional que ha sido –valga la pena, recordarlo– la gran arquitecta del actual sistema de salud. Esa Corte, la que revisará la constitucionalidad del adefesio que transita por el Congreso, es la autora de figuras tan importantes como la igualdad de prestaciones asistenciales entre los regímenes contributivos y subsidiados o la creación de un plan de cobertura prácticamente ilimitado en procedimientos, medicamentos y exámenes diagnósticos.

Es claro, como nunca, que cambiar el sistema de salud, en los términos que pretende el presidente Petro, implica una modificación sustancial de los alcances de un derecho fundamental: el derecho a la salud; por ende, una modificación en la forma en que se garantiza ese derecho tendrá que ser tramitada a través de una norma estatutaria, incluso, para muchos expertos, implicaría una reforma de la carta constitucional, lo cual no se puede generar a través de una simple ley ordinaria.

En otras palabras, una reforma a la salud, en las actuales condiciones, requiere de un consenso social, político y económico, que el proyecto aprobado en primer debate no tiene. Eso, precisamente eso, es lo que determinará la Corte Constitucional cuando sentencie que el eventual proyecto de ley está viciado de inconstitucionalidad y deba desaparecer del ordenamiento jurídico.

Por lo anterior, no podemos perder la esperanza, es claro que el proyecto de reforma a la salud, por una vía o por otra, se hundirá. El problema es que mientras tanto, muchas instituciones y entidades se quiebren ante la incertidumbre que genera la aprobación de un proyecto tan nocivo como el que aprobaron, en primer debate, la semana pasada. El primer paso para combatir la actual reforma a la salud es creer que se puede combatir y todos, desde donde estemos, estamos llamados a dar las batallas académicas, políticas o legales que haya que dar para defender a todos los colombianos en esta que debe ser una cruzada nacional.

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