OPINIÓN
Reír y llorar
Recientemente se dieron a conocer los indicadores, que dan cuenta de la situación de inseguridad alimentaria moderada o grave de la población colombiana
Ahora esta información hace parte de la Encuesta Nacional de Calidad de vida -ECV- del DANE, una de las más robustas del país por su representatividad y periodicidad.
La trascendencia de tener las cifras es proporcional a su terrible significado. Una muy general nos sitúa en la dimensión del problema: más de 15 millones de personas sufren en un grado moderado o grave en Colombia por la falta de alimentos y otro número adicional y significativo de colombianos siente algún grado incertidumbre, por la seguridad alimentaria propia y de sus familias.
Aunque se trata de una situación crítica conocida, no teníamos una radiografía precisa y actualizada. Se cumple en este caso lo que el célebre creador del ensayo, el francés Michel de Montaigne escribiera hace cinco siglos: reímos y lloramos por la misma causa. Es muy bueno tener -por fin- esta información pero es muy triste esta información.
Nos alegra por supuesto que la articulación y el trabajo conjunto entre el DANE y la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la Agricultura, FAO, permitan que Colombia muestre un avance en la medición de indicadores tan sensibles y necesarios como éste y que además pueda reportar su estado en cuanto al cumplimiento del ODS 2 “Hambre Cero”, en su segundo numeral que se refiere a la importancia de la seguridad alimentaria para lograr la meta.
Tendencias
Acogemos como motivo de celebración el que señala Maya Takagi R. Representante de la ONU para FAO Colombia: “Con la medición no garantizamos el cumplimiento, pero sin la medición no sabemos si vamos a cumplir o cuáles son los caminos a seguir”.
El beneplácito se extiende al origen y a las características de la información entregada. “De enorme importancia para la toma de decisiones” como afirmó Piedad Urdinola, Directora del DANE. Justamente, según esta entidad, se siguieron los parámetros internacionales de la escala FIES (Food Insecurity Experience Scale) herramienta de medición del acceso a los alimentos en términos de cantidad y calidad, que le da confiabilidad y rigurosidad.
Aquí es cuando aplaudimos con lágrimas. Se encuestaron entre septiembre y diciembre de 2022 un total de 88.378 hogares a lo largo y ancho de Colombia, incluyendo zonas urbanas y rurales. Las ocho preguntas incluidas en la encuesta aplicada parten por indagar desde la preocupación por no tener la certeza de contar con alimentos en el futuro inmediato, hasta conocer cuántos hogares viven el hecho puro y duro de padecer hambre por falta de comida. Los matices están en aquellos que han tenido que saltarse comidas, ir disminuyendo la cantidad o sacrificar la calidad de los alimentos, es decir los que carecen de valor nutricional.
Son dos indicadores clave El de inseguridad alimentaria moderada o grave en hogares, cuya prevalencia es de 28,1%, estimando una afectación sobre el 30,8% de la población (quince millones quinientos sesenta mil personas), y el de inseguridad alimentaria grave cuya prevalencia es 4,9% en hogares y afecta al 5.2% de la población (dos millones seiscientos treinta y ocho mil personas). Este fenómeno de mayor porcentaje de personas que de hogares en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave, se comprende en la medida en que los hogares con mayor número de personas son los que poseen mayores prevalencias. A estos datos, se suman otros relevantes, que hablan de un número mayor, en inseguirdad alimentaria leve.
Y es que la suma de variables consideradas en la encuesta permite hacer desagregaciones geográficas y poblacionales en el indicador de inseguridad alimentaria, como explica el DANE. De suerte que podemos saber, por ejemplo, que la prevalencia nacional en la inseguridad alimentaria moderada o grave en los hogares donde hay al menos un menor de 5 años aumenta a 36,5%. Cuando la jefe del hogar es una mujer el indicador nacional es 30,9%. En aquellos hogares donde el jefe del hogar no tiene afiliación a salud el indicador de inseguridad alimentaria moderada o grave asciende a 45%.
La desagregación geográfica muestra que en La Guajira la prevalencia de seguridad alimentaria moderada o grave asciende a 59,7%, y solo la grave alcanza el 17,5%. Sucre, Atlántico, Magdalena y Chocó completan el top cinco de los más críticos. Astrid Cáceres, Directora general del ICBF afirma que estos resultados no sorprenden al gobierno nacional en el sentido en que las tendencias sobre la desnutrición infantil muestran las mismas zonas de urgente intervención. Subrayamos como especialmente positivo uno de los anuncios hechos por la funcionaria: “Vamos a focalizar a la niñez que sufre de desnutrición en estos territorios”.
Para la doctora Cáceres la respuesta integrada del gobierno ante estos desafiantes resultados es la inclusión del derecho a la alimentación en el Plan Nacional de Desarrollo. Esto sí podría traernos sonrisas duraderas, porque como afirma Maya Takagi R. Representante de la ONU para Fao Colombia “el no tener derecho a la alimentación afecta la realización de los demás derechos humanos”.
Gonzalo Restrepo L.
Presidente Junta Directiva Fundación Éxito