OPINIÓN
Rentabilidad y responsabilidad van de la mano
En medio de tantas dificultades es bueno reconocer a los empresarios que dedican parte de sus ingresos, tiempo y esfuerzos para tenderle la mano a quienes más lo necesitan.
La semana pasada se entregaron los premios Xposible Colsubsidio que destacaron la labor de doce empresas públicas y privadas que contribuyeron de manera meritoria en temas sociales y medio ambientales. También se anunciaron los finalistas de los premios Portafolio de este año que incluye categorías similares.
Esos reconocimientos representan tan solo una porción limitada de lo que muchos empresarios han venido haciendo en Colombia desde hace años para contribuir a mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables, a mejorar la capacidad de los entes públicos locales con mayores dificultades y a brindar oportunidades de progreso para cientos de miles de personas que luchan por sacar adelante sus familias.
Tendemos a quejarnos a menudo por las desigualdades y la pobreza que nos afectan en el país. Y es justo y necesario. Estamos lejos de tener una sociedad solidaria que garantice a todos un nivel de vida digna y acceso real a la educación, a las oportunidades y la posibilidad de pensar en un presente sin angustias y un futuro mejor. Pero también es justo reconocer el trabajo a conciencia, cotidiano y permanente de fundaciones empresariales y compañías privadas que unen sus esfuerzos con organizaciones de la sociedad civil, emprendimientos y con agencias del estado para poner el hombro y tender la mano a quienes más lo necesitan. La Asociación de Fundaciones Familiares y Empresariales (AFE) reúne a más de 70 de estas organizaciones para generar sinergias y proyectos de polinización cruzada.
Este compromiso parte de la toma de conciencia de los empresarios sobre la necesidad de no responder solo a los intereses de sus accionistas sino de un colectivo más amplio, que incluye a sus trabajadores, proveedores, consumidores y –lo más importante—a la comunidad en la que viven y trabajan. Ese principio altruista también tiene un sentido bien entendido del interés propio. Es claro para estos empresarios, como lo dijo alguna vez Manuel Carvajal Sinisterra “No puede haber una empresa sana en un medio social enfermo”. En esencia, rentabilidad y responsabilidad social van de la mano.
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Y así lo han entendido un número creciente de empresarios y accionistas. Algunas muy importantes empresas han creado fundaciones propias para cumplir sus objetivos sociales, como Promigas, Terpel, Sura entre muchas otras. Otros han legado su patrimonio para contribuir con causas sociales, como la Fundación Barco, la Fundación Carvajal o la Saldarriaga Concha. Otros tienen internalizado sus programas de acción solidaria y cuentan con departamentos de responsabilidad social, con voz y voto en los más altos niveles ejecutivos de las compañías. Y este movimiento no es exclusivo de las grandes empresas consolidadas y con importantes utilidades. Emprendimientos más pequeños como Frubana, que apenas están surgiendo, han hecho suyo el principio de retribuirle a la comunidad y ayudar.
Y en medio de la crisis de la covid-19, centenas de empresas se han movilizado para ayudar a los que perdieron sus ingresos o su empleo, para donar equipo médico, y para arrimar el hombro frente a esta calamidad nacional. Iniciativas como Colombia Cuida a Colombia son dignas de destacar y demuestran la potencia de las asociaciones público-privadas para hacer intervención social. Esta aproximación colaborativa debería multiplicarse incluyendo a las organizaciones de base para combatir la pobreza. Las otras, las que se han usado para proyectos de infraestructura, son más concesiones privadas que verdaderas alianzas entre sectores.
Empresarios como estos deben ser reconocidos. No solo a través de los premios y los galardones, sino también usando nuestras billeteras para comprar productos que terminan apoyando iniciativas sociales que benefician a los más vulnerables.