OPINIÓN
Duque pasa el año
¿Son tenebrosos los primeros 12 meses de Duque como dicen las encuestas? La realidad es que no. Con las complejidades que recibió y el tiempo que requirió para aprender, son más los aspectos positivos que los negativos.
Trescientos sesenta Y cinco días. apenas la cuarta parte de un periodo presidencial. ¿Cuál es el afán de pedir resultados ya? Es ilógico, pero así es. Muy difícil para un líder que tiene planes de largo plazo. ¿Cómo prometer cambios mientras el día a día está lleno de rollos? El semanario The Economist ya dio su veredicto sobre el primer año de Iván Duque y no fue positivo. Lo llamó “improductivo”. The Economist es importante para el presidente. No nos digamos mentiras. Y que el senador y expresidente Álvaro Uribe le dedique unos trinos, ya es llamativo.
The Economist se fija en la baja producción de leyes, lo que lleva al semanario a rajar al gobierno. Independientemente de la posición de la revista, lo que ha quedado sobre el tapete es la pregunta de cómo va Duque. ¿La encuesta es una manera realmente eficaz de medir el éxito y los resultados? ¿O precisamente es un error, ya que la encuesta se basa en la coyuntura? Es obvio que una percepción negativa del primer mandatario impactará las opiniones sobre el Gobierno. Los sondeos ubican a Duque con el 30 por ciento de apoyo, muy por debajo de sus antecesores en el primer año. Eso dificulta analizar su gestión. Arranca perdiendo 3-0. Con una ñapa: Duque decidió no echarle la culpa a Juan Manuel Santos. Ya no hay tiempo, el tren salió.
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¿Son tenebrosos los primeros 12 meses de Duque como dicen las encuestas? La realidad es que no. Con las complejidades que recibió el nuevo gobierno y el tiempo que requirió para aprender son más los aspectos positivos que los negativos.
En Salud, curiosamente el peor ministerio de todas las administraciones, el acuerdo final con los actores del sistema, anunciado en Medellín hace unas semanas, da una luz. Por fin parece que se está resolviendo la crisis financiera. Aplausos para el ministro Juan Pablo Uribe.
¿Son tenebrosos los primeros 12 meses de Duque como dicen las encuestas? La realidad es que no. Con las complejidades que recibió y el tiempo que requirió para aprender, son más los aspectos positivos que los negativos.
Educación fue la primera batalla del gobierno Duque. Y la ganó: logró levantar el paro con un acuerdo tangible. En Comunicaciones, pasó una ley que actualiza y prepara a las instituciones para el futuro. Fue controvertida, pero la mayoría del Congreso la respaldó.
En Trabajo, se pudo dar a los sindicatos lo que pedían: un aumento de sueldo superior al costo de vida. En Comercio, José Manuel Restrepo se paseó por el país, motivando las exportaciones. No hay un ministro con mayores fotos, prueba fehaciente de sus propias acciones.
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La ministra de Minas y Energía convenció a su jefe, Iván Duque, de halarle al “fracking”. Considero que en la próxima década su impacto en el país será gigantesco. Gracias María Fernanda Suárez.
Al ministro de Agricultura, Andrés Valencia, le tocó la no agradable tarea de limpiar la casa. Hay frecuentes rumores de que en el sector había problemas. Dicen que el equipo está listo para emprender la revolución agrícola.
La ministra de Transporte ya puso el 70 por ciento de las 4G a trabajar. En unos meses facilitará la caída de la tasa de desempleo. Es un trabajo de pocos quilates que supone mil horas de revisión de papeles. Pero tiene que hacerlo. Es también la única área en la que la vicepresidenta tiene visibilidad.
Todas las acciones toman tiempo. Sus resultados no se ven en meses, sino en años. Con un ingrediente adicional: son temas importantes, pero no mediáticos. Rara vez se convierten en titulares permanentes, al menos las acciones positivas.
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Los llamados “issues” nacionales del Gobierno están en su defensa. Irónicamente, allí no tiene los mejores representantes. Una ministra del Interior que no ejerce autoridad. Un ministro de Defensa que se la pasa dando explicaciones y explicaciones. Una ministra de Justicia que apenas conoce la cartera. Y un ministro de Hacienda que nació envainado por los bonos del agua.
Al final de cuentas, el único titular ha sido el canciller. Carlos Holmes Trujillo sí representa al presidente. Sus palabras tienen eco. La pregunta es si tendría más impacto en otra cartera (¿Ministerio del Interior?). No deja de ser irónico que a Duque le vaya mejor con sus ministros apolíticos que con los políticos. Tal vez esa es la solución duquista: gobernar con sus amigos y no con recomendados.