OPINIÓN
Retorno a clases: la herramienta política de Fecode para ganar votos
Sigue la polémica sobre la negativa del sindicato de maestros en Colombia para acceder a la presencialidad total.
Son más las excusas de Fecode para retomar sus labores que las propuestas que podrían presentar para mejorar la calidad educativa que tanto se ha menguado con la pandemia.
En el mundo, según Unicef, se calcula que por lo menos uno de cada siete adolescentes, de diez a 19 años, sufre un trastorno mental por los efectos del aislamiento; casi 46.000 adolescentes se suicidan cada año, muchos sin orientación o atención psicológica; en promedio, de cada cinco jóvenes de entre 15 y 24 años, uno mencionó sentirse deprimido o tener poco interés en realizar algún tipo de actividad desde que inició la pandemia de covid-19. Según la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres, las pérdidas económicas debidas a los trastornos mentales que provocan discapacidad o muerte entre los jóvenes se estiman en casi 390.000 millones de dólares al año.
El panorama en Colombia demuestra que han crecido en 75 % los llamados de niñas, niños y adolescentes a las líneas de atención al Ministerio de Salud, relacionados con trastornos en su salud mental, derivados de las cuarentenas, la violencia intrafamiliar, la falta de interacción social o porque se han profundizado algunas condiciones psicológicas que ya sufrían antes de la emergencia sanitaria y que se quedaron sin atención médica.
Tan solo en Bogotá, se registraron 634 intentos de suicidio en 2020 y aproximadamente 600 en 2021, en menores de 18 años. Es evidente que la salud mental de estos jóvenes puede cuidarse en mejor medida en instituciones educativas y con acompañamiento presencial de docentes, psicólogos y trabajadores sociales. Así lo han confirmado los expertos en salud mental en el mundo y es un argumento que los sindicalistas han querido desconocer tajantemente.
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La verdad sea dicha: mientras los docentes alineados con Fecode y relacionados con personajes como Nelson Alarcón sigan politizando la educación y el regreso a clases, dejando de lado los impactos negativos que ha tenido el cierre de las escuelas, los únicos perjudicados seguirán siendo los menores de edad, los más vulnerables y los que no pueden exigir sus derechos o defenderse por sí mismos frente a las imposiciones de los sindicatos.
A estas personas que se oponen insistentemente y sin argumentos al regreso a las aulas después de 21 meses, priorizando sus encuentros políticos y marchas con aglomeraciones, les preguntamos hoy: ¿importa más una campaña política que la educación de millones de estudiantes?
Lucía Bastidas Ubaté
Concejal de Bogotá