OPINIÓN

¿Reverso en las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos?

La modificación de la política norteamericana hacia Cuba, puede ser más de forma que de fondo. Ni siquiera el reciente llamamiento a elecciones presidenciales por Raúl Castro, que desde antes había anunciado, va llevar un cambio del sistema.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
18 de junio de 2017

El anuncio de Trump sobre la modificación de la política norteamericana hacia Cuba, tiene más un propósito político que práctico. Además de fortalecer su posición ante ciertos sectores del partido republicano, busca credibilidad respecto a sus promesas sobre política exterior, luego de que el tácito reconocimiento de Taiwán como nación independiente y el traslado a Jerusalén de la embajada en Israel, ha tenido que archivarlas para evitar consecuencias impredecibles en el ámbito interno e internacional.

Para los cubanos de a pie, el efecto más importante de la normalización de las relaciones con los Estados Unidos, fue el de flexibilizar los viajes de los norteamericanos al país. El turismo que recibe Cuba es fundamentalmente europeo y canadiense, muy diferentes del norteamericano. Mientras que aquellos son “austeros”, el otro es, por decirlo en alguna forma, “gastador” y el dinero fluye directamente a la gente.

Ahora sólo podrán viajar a la isla los que tengan familiares allá y aunque es difícil encontrar en Cuba alguien que no tenga un pariente en los Estados Unidos, de todas maneras, la medida afectará a la población cubana.

En Cuba han funcionado corporaciones gubernamentales, nominalmente independientes, que tienen a su cargo actividades que van desde el turismo hasta las importaciones y el manejo de hoteles. Una de las más conocidas fue CUBALSE, encargada de hotelería y de la administración de las oficinas y viviendas del cuerpo diplomático y de los demás extranjeros residentes en Cuba. En muchas oportunidades, estas corporaciones, no solamente han sido ineficientes, sino conocidos focos de corrupción.

La nueva disposición, impide las actividades de empresas y ciudadanos norteamericanos con una de ellas, GAESA, la de mayor eficiencia y poder, que pertenece a las fuerzas armadas. Las relaciones de GAESA con empresarios norteamericanos ha sido muy reducida y ha sobrevivido durante años, con sus vínculos con Europa, Canadá y algunas naciones latinoamericanas. Por lo tanto, los afectados con la suspensión de los negocios con GAESA van a ser a la larga algunos norteamericanos.

Raúl Castro afirma que se siente orgulloso de que, para el funcionamiento y dotación de las fuerzas armadas, gracias a las actividades comerciales que éstas realizaban, el estado no tiene que sacar un solo centavo.

Los vuelos desde los Estados Unidos, así como otra extensa gama de actividades, continuaran. Sobre la “democratización” que Trump ha puesto como condición para la normalización de las relaciones, posiblemente el mandatario se va a quedar esperando: no obstante el llamamiento para elecciones presidenciales, que Raúl Castro ya había anunciado, el régimen continuará. A los cubanos residentes en la isla solo les interesa sobrevivir y no que haya periódicos, revistas independientes y estaciones de televisión privadas: la mayoría se las arregla para ver “de contrabando” la televisión norteamericana.

Tampoco existe un marcado interés en que haya un congreso auténticamente libre, independiente y popular. Cuando en alguna ocasión pregunté a un cubano porque no lo buscaban, me contestó que, no solamente no se necesitaba, sino que en Cuba muchos no entendían cómo un país como Colombia, con todos los problemas que afronta…tuviera congreso…

(*) Profesor de la facultad de ciencia política, gobierno y relaciones internacionales de la universidad del Rosario.

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