OPINIÓN
Cambio climático en riesgo
Los recientes cambios en la estructura del Ministerio de Ambiente muestran que no existe claridad sobre lo que significa el calentamiento global y el rol que esta cartera debe jugar en ese escenario.
Días atrás el Presidente de la República firmó el Decreto 1682 que modifica la estructura del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Uno de los principales cambios es la creación del Viceministerio de Ordenamiento Ambiental del Territorio. Asimismo, el Viceministro de Ambiente cambia su cargo a Viceministro de Políticas y Normalización Ambiental. El primero de carácter operativo y el segundo como su nombre lo indica de formulación de política pública
Uno de los ajustes más visibles es que dentro de la estructura del Viceministerio de Ordenamiento Ambiental del Territorio quedó la anterior Dirección de Cambio Climático, hoy Dirección de Cambio Climático y Gestión del Riesgo.
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Si bien el cambio parece sutil y acorde con los lineamientos internacionales que buscan articular la gestión del riesgo con el cambio climático, el cual definitivamente tiene grandes implicaciones y tratamientos técnicamente complejos, llama la atención las dos nuevas funciones de la recién creada Dirección: Implementar los criterios y lineamientos para prevenir el riesgo ecológico, en coordinación con las autoridades que integran el Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres y acompañar las acciones que se adelanten en los temas de atención, prevención y atención de desastres ambientales.
Lo anterior deja entrever que no existe una claridad frente a lo que significa el cambio climático y su rol dentro del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, segundo apellido que muchas veces olvidamos, como dirían las mamás. Es decir, la nueva dirección, al pasar a un Viceministerio que es de Ordenamiento Ambiental, pierde la visión sectorial.
Conceptualmente esto es un error, ya que el ordenamiento debe ser integral. Al respecto es importante recordar que la adaptación y la mitigación de gases efecto invernadero son temas sectoriales y no necesariamente de ordenamiento del territorio y mucho menos ambiental. Por ejemplo, el ascenso del nivel del mar, las olas de calor, el aumento de las enfermedades transmitidas por vectores, la seguridad alimentaria, entre muchos otros ejemplos.
Lo anterior significa hacer únicamente énfasis en dos de las más de diez líneas de trabajo que tiene la reciente Política Nacional de Cambio Climático, y que las funciones de reglamentación no queden directamente con el Viceministro de Política.
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Con las nuevas funciones, la dirección es hoy más operativa, del día a día, de la atención de emergencias por ser el punto de contacto con el Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres. Es decir, de la respuesta a situaciones difíciles como las de Mocoa y el Golfo de Morrosquillo, o atender y liderar los planes frente a los incendios forestales y las inundaciones. Lo anterior, claro está, desde una perspectiva ambiental, pero dejando atrás la visión de la COP 21 y las metas de largo plazo de plantear caminos hacia el desarrollo sostenible bajo escenarios de cambio climático, poniendo la gestión del cambio climático en riesgo.
En otros términos, operativamente significará que el teléfono pasará a ser un radioteléfono, las negociaciones serán con los dueños de los vehículos para que los lleven al sitio del desastre, el carro eléctrico se convertirá en una camioneta todoterreno equipada para transportar colchonetas, víveres y enseres para apoyo a las comunidades más afectadas por la variabilidad climática.
Esto va de la mano de la reciente decisión liderada por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible frente a cómo se van a cumplir los compromisos de París. La misma hizo que recayera gran parte la responsabilidad en dicho ministerio a través de la reducción de la deforestación, no logrando mantener el compromiso de que los sectores de la economía acompañaran las metas de reducción de emisiones más ambiciosas por medio de procesos de eficiencia energética, entre otros. Tanto es así que la Estrategia Colombiana de Desarrollo Bajo en Carbono que demostró en el último año poco liderazgo, hoy ya no existe.
Desde el punto de vista de la interlocución, el Viceministro de Ordenamiento Ambiental está naturalmente en contacto con las autoridades ambientales por razones obvias de sus funciones. Sin embargo, al mismo tiempo el ministerio pierde el posicionamiento con los sectores productivos. Esto no quiere decir que no sea posible avanzar en el tema, pero la curva de aprendizaje durará algunos cuantos meses, quizás los mismos en que tengamos un nuevo presidente.
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Bajo este nuevo esquema de organización ministerial, en términos de representación en discusiones relacionadas con programas y proyectos que requieren el apoyo de entidades internacionales el reto será mayor. Las discusiones políticas como las que se dan en el Fondo Verde del Clima, en las negociaciones del Acuerdo de las Partes, negociación de créditos programáticos, entre otros, pasaran a cuidados intensivos, porque la prioridad estará en lo urgente y no en lo importante.
Para concluir y para efectos de ver el vaso medio lleno, la dirección deberá buscar su nicho de trabajo en los temas de riesgo alineando el conocimiento con la educación, la ciencia y la tecnología; la relación con las líneas estratégicas de la política de cambio climático y el financiamiento y la atención ante nuevas propuestas que mermen el accionar en temas relacionados con el cambio climático.